CARTA No.238: Dagoberto, de Recife, Brasil. Quiero que mi familia se transforme. Somos católicos pero malos católicos.
A veces siento que no puedo con mi familia. Tengo varios hijos adolescentes y otros parientes en casa. Somos en total ocho. Soy de Bolivia pero vivo en Brasil. Me casé con una brasileña. Hay mucho pleito en casa. No frecuentamos los sacramentos. Hace muchos años que no me confieso, tampoco mi mujer ni mis hijos. A veces vamos a misa. Ahora hay una misión evangélica en Recife y estoy asistiendo a las pláticas. Estoy pensando en hacerme evangélico. Me llamó la atención lo que Ud. dijo a Leticia en la carta No. 236 sobre el poder de la confesión.
Respuesta: Muchas familias como la tuya hay en la Iglesia Católica. Son católicos de nombre pero no han descubierto lo que significa ser católico. Son familias frías, como la Virgen le dice a Isabel. “En Hungría hay muchas familias frías como la tuya”. No conocen a Jesucristo. Y cuando lo conocen a partir de las misiones evangélicas dejan la Iglesia Católica y entran en las asambleas pentecostales. Se vuelven protestantes. Con el correr de los años se afianzan en esta manera de vivir la fe, y allí se quedan. Si quieres que tu familia se transforme edifica sobre tus raíces católicas. Descubre la fe católica. No hay más que una sola fe, pero hay diversas maneras de vivir la fe. En plenitud, gozando de todos los tesoros que Jesucristo nos dejó o viviendo solamente una parte de esos tesoros. Los evangélicos (protestante) en América Latina están creciendo muchísimo a partir de familias como la tuya: católico ignorante futuro protestante, dice el dicho. Es una bendición conocer a Jesucristo y emprender una vida de amistad con Él en medio de la alegría de los cantos y de la fraternidad. Eso está muy bello. Sin embargo cuando entras en un grupo o iglesia de origen protestante te quedas solamente con una parte de los tesoros.
Te llamó la atención el sacramento de la confesión de los pecados. ¡Me alegro de ello! Si aprendes a confesarte bien experimentarás el poder de los sacramentos. Si tu mujer, tus hijos y demás miembros del hogar deciden comenzar el camino de conversión hacia la Iglesia Católica por el sacramento de la reconciliación experimentarán la paz del corazón. Confesarse directamente con Dios no es lo mismo que depositar tus cargas en las manos del sacerdote. La confesión te abre el camino a la comunión al Cuerpo y Sangre de Cristo presente real y verdaderamente en la Hostia consagrada en la Misa. En la comunión vas a descubrir a Cristo vivo. Podrás entrar en una amistad profunda con Él. Si toda tu familia vive la Misa y comulga y emprenden el camino de esa amistad con Jesús de la que nos habla el Evangelio, tu familia se transformará. Si descubres el poder que tiene la oración diaria en familia experimentarás cómo Jesús cambiará los corazones de tus hijos. La oración es poderosísima para transformar los corazones más endurecidos. Si descubres cómo la Llama de Amor ciega a Satanás te encontrarás con un mundo que hasta ahora no has conocido: cómo actúa el demonio en el interior de la mente y de los corazones para ensordecer los oídos y cegar los ojos de las personas.
Cómo el Demonio destruye las familias alejándolas de Jesucristo. Descubrirás tu poder de pastor de tu pequeño rebaño. Tu capacidad de enseñar a tus hijos con la fuerza de la Palabra de Dios. Orarás por tus hijos y éstos sanarán, serán liberados de las fuerzas diabólicas que los atan y les impiden ser felices. Si descubres lo que es tu Parroquia y comienzas a participar en la vida parroquial tú y tu familia se volverán apóstoles de Jesucristo y gozarán de todos los sacramentos. Sin sacramentos la vida del cristiano está coja. No se puede caminar sólo con una pierna. Palabra y Sacramento tienen que ir juntos para edificar una vida verdaderamente cristiana. Medita esta frase del gran mártir y pastor San Ignacio de Antioquía del siglo segundo: “No es verdaderamente cristiano aquel que no tiene una fe católica”. Si te haces evangélico (protestante) vas a perder tesoros invaluables: el amor y la devoción a la Santísima Madre de Dios, la comunión al cuerpo y sangre de Cristo, el perdón de los pecados, la gracia de la comunión universal presidida por el Santo Padre el Papa, la fortaleza de la confirmación en los dones del Espíritu Santo, la piedad católica centrada en la adoración al Santísimo Sacramento, el combate contra el mundo-demonio-carne con todos los auxilios de lo sacramentos y sacramentales, el matrimonio elevado a la dignidad de sacramento, etc. Todo esto parece frío pero cuando se vive en plenitud se vive lo que Cristo nos dejó como herencia. La fe católica es la plenitud de la Verdad. Construye sobre tus raíces católicas y descubre lo que en verdad es la Iglesia que Cristo fundó, no lo que otros te dicen que es la Iglesia.