CARTA No.209: Continúo respondiendo a Roberto, de México.
Creo que lo primero que debemos hacer en familia es aprender a rezar el Rosario con la jaculatoria: “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad”. Es algo muy fácil pero a algunas familias les cuesta. Es el mismo Rosario, con los mismos misterios, solamente que al Ave María se le debe insertar la jaculatoria. Se reza: “Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad”, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén. Debemos tener muy en cuenta que al rezar el Rosario estamos orando con María. Oramos y contemplamos con Ella a su Hijo en los distintos Misterios del Evangelio. Estamos en una “escuela de oración” con la mejor maestra. No todo mundo tiene la gracia del amor al Rosario. En las familias que han mantenido la tradición de orarlo juntos es fácil el rezo de esta oración mariana. Allí donde no ha habido tradición de oración el Rosario se puede transformar en bandera de contradicción. La imposición seca y obligatoria puede resultar contraproducente y crear el rechazo de parte de los menos fervorosos. Pidamos al Espíritu Santo nos inspire diversas iniciativas para volver el rezo del Rosario atractivo y bello. Cantos, lecturas de la Palabra de Dios en cada misterio, breves comentarios, ofrecimiento de las decenas, intenciones, etc. pueden darle dinamismo y belleza. Cada familia sabrá adaptar esta oración a sus necesidades y condiciones. Cuando los niños son muy pequeños bastará con algunas avemarías o decenas.
La adaptación es fruto de sabiduría espiritual. ¿Qué hace la jaculatoria? Protege contra los espíritus malignos. Esa es su función principal. La Virgen habla de cegamiento de los demonios. Cuando los espíritus malignos oyen la jaculatoria su molestia es evidente. Un altar bellamente adornado puede ayudarnos a crear un clima de piedad. Conviene encender la candela o veladoras benditas durante el rezo. Se puede quemar algunos granos de incienso exorcizado y bendecido o rociar con agua bendita el lugar. Lo importante es que el tiempo del rezo del Santo Rosario esté lleno de la “unción del Espíritu Santo” y sin distracciones. Por eso hay que evitar la TV, los celulares, etc. San Pablo nos dice que los espíritus malignos vagan por los aires. La Virgen nos dice en el Diario que no hay lugar inaccesible para Satanás. El Diablo y lo suyos pueden estar en todas partes y no dejarán de molestarnos. Sin embargo los demonios huyen de los lugares en donde se ora con verdadera piedad y están santificados por los sacramentales. El rezo del Rosario en familia va haciendo su camino de protección, cegamiento, expulsión de los espíritus malignos. Personas afectadas por herencias ancestrales de hechicería, o por otros espíritus malignos pueden presentar manifestaciones tales como mareo, eructos, dolores de cabeza o musculares, desasosiego, inquietud, angustia, rechazo a la oración, desmayos, enojo, etc.
Son reacciones que nos permiten darnos cuenta de que estas personas necesitan que se les ayude con oraciones de sanación y liberación. En el interior del hogar o en grupos mayores se puede ofrecer cada decena o cada avemaría pidiendo a Nuestra Señora que vaya cegando a diversos espíritus malignos. Por ejemplo: “derrama el efecto de gracia…sobre el espíritu de rebeldía, …ira… división…etc. Si escuchamos al Espíritu Santo Él no dejará de sugerirnos lo mejor para dar vida al Rosario en familia. La perseverancia es segura victoria. Debemos recordar que al ir contemplando los misterios estamos “siguiendo a Jesús”, tal como lo hacían sus contemporáneos. ¿Cuál es la recompensa de seguir a Jesús? La sanación de las enfermedades físicas, psíquicas y espirituales. Jesús sanaba y liberaba a los que lo acompañaban o buscaban. Por eso el Rosario es la oración que más sana y libera, la más eficaz, la que obtiene las grandes gracias, la más sencilla y la más poderosa. Lo hace de una manera gradual y discreta de tal modo que es casi imperceptible. Familia que día tras día sigue a Jesús, con María, rezando y contemplando su rostro, se va sanando y liberando suavemente, casi sin darse cuenta. ¿Por qué la Virgen pide que añadamos la jaculatoria? Para renovar esta gran oración y darnos un arma eficacísima contra Satanás que en estos últimos tiempos pretende reinar en los corazones y en las familias.