CARTA No.180: Esta hermana no quiere que se dé su nombre. Dice:
“Desde que vivo la gracia de la Llama de Amor mi vida ha cambiado. Gracias a Ud. P. Sergio por las enseñanzas que nos da. Desde niña guardé odio hacia mi padre. Es alcohólico, violento, nos maltrata. Abusó de mí varias veces. Nos abandonó por años y regresó a la casa tantas veces. Nunca cambió. Jamas se hizo cargo de sus obligaciones. Nunca se quiso casar por la Iglesia. Tampoco ora. Ni va a la Iglesia. Durante muchos años lo he odiado y rechazado. La vida de nuestra familia ha sido un verdadero calvario por causa de mi padre. Nos desgració a todos, a mi madre y a los hijos. Ahora está viejo y enfermo y me da lástima. La Llama de Amor me salvó de hacer una locura y está salvando a mi familia. Repito constantemente la jaculatoria en mi mente. La Virgen me ha ido sanando del odio hacia mi padre. Ahora lo he perdonado y siento amor hacia él. Pobrecito, el vicio lo destruyó.
Respuesta: Eso mismo le pasa a infinidad de familias. Cuando la cabeza o las cabezas fallan porque se alejan de Dios entra en el hogar la desgracia. Es hermoso que el odio haya salido de tu corazón y hoy ames a tu padre. Como dice la Virgen en el Diario Espiritual: “Satanás quiere destrozar a las familias”. En tu hogar el Demonio se sirvió del vicio de la embriaguez para herirlos a todos. La raíz profunda de esa debilidad de tu padre está en que él no luchó contra sus tendencias “carnales” (Gál 5,19-21). No endosó la armadura de Dios (Ef 6,10-18) ni combatió a Satanás (St 4,7) con la fuerza del Señor. Por ese motivo el demonio lo derribó y arrastró a esa multitud de pecados que afectaron tanto a tu familia. Me alegra mucho que la oración constante con la jaculatoria (Ef 6,18) haya sanado tu alma liberándola del peor de los pecados que es el odio, y sobre todo el odio a tu padre. Hoy lo estás amando, le estás devolviendo el bien por el mal que te ha hecho. Dios te premiará con grandes bendiciones todo lo que hagas por tu padre anciano y derrotado por Satanás. La sociedad mira el vicio de la embriaguez (y todos los vicios) solamente desde el punto de vista externo, social. No penetra más allá. No se dan cuenta de que todo aquello que nos separa de Dios está manipulado por las fuerzas demoníacas. La visión laicista, racionalista con que juzgamos la conducta del hombre nos ciega el entendimiento y no nos permite descubrir el fondo del problema.
Tu padre fue incapaz de vencer las tendencias o pasiones carnales porque no obtuvo la gracia de Dios para hacerlo. Su error fue que no quiso aceptar los auxilios espirituales que la Iglesia le ofrecía: el arrepentimiento de sus pecados, la recepción frecuente del sacramento de la reconciliación y la comunión permanente al cuerpo de Cristo, el estudio y la meditación de la Palabra de Dios, la oración personal y en familia, el sacramento del matrimonio, la penitencia y el ayuno, el auxilio de la dirección espiritual. Se cerró a la gracia. Lógicamente no tuvo defensas contra los espíritus malignos que lo subyugaron. La gracia de la Llama de Amor viene en primer lugar a iluminar nuestras inteligencias con la luz de Cristo. Somos hijos de Dios y debemos vivir de manera conforme a nuestra dignidad. El Espíritu Santo con sus virtudes y dones nos capacita para vencer a las pasiones oscuras que brotan del interior. Esas pasiones del “hombre viejo” (del hombre herido por el pecado original) deben ser dominadas por la gracia de Dios. Eso implica un gran combate contra las apetencias de la “carne” (Epístola a Gálatas). La Llama de Amor reconstruye las familias porque nos lleva a la oración permanente, ininterrumpida, en el interior de nuestro corazón. Cuando vivimos orando constantemente con la jaculatoria “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor” esas pasiones van siendo doblegadas. El auxilio divino se nos va dando y el corazón se va transformando. Ojalá pudieras reunir con frecuencia a tu familia para orar por tu padre. Sin ninguna duda él recibirá las gracias de conversión que necesita.