CARTA No.179: Carlos, de San José, Costa Rica dice:

“Estoy leyendo el Diario. No comprendo por qué la Virgen, siendo tan poderosa, depende para su triunfo sobre Satanás, de nuestra colaboración. El 17 de Mayo del 62 dice: “La rabia salvaje de Satanás va de aumento para acaparar hasta las almas perseverantes. ¡No se lo permitan!, ¡Ayúdenme!” Ella sabe que no podemos vencer a Satanás, ¿Por qué nos pide que le ayudemos?

Respuesta: Efectivamente parece contradictorio que siendo María tan poderosa esté como atada o detenida en sus propósitos por nuestra indolencia. El mismo Jesucristo en tantos pasajes del Diario se queja de nuestra falta de colaboración a sus planes. El 30 de Julio de 1962 dice: “¡Cuánto duele a mi Sagrado Corazón ver tantas almas indiferentes.… Mi Corazón no recibe respuesta de parte de las almas.” De manera muy amarga se queja de las personas “consagradas” a su servicio (Sacerdotes y religiosas) que se han vuelto ociosas. Llega hasta amenazarlas con maldecirlas (DE 16-8-1962). En todo el Diario encontramos esta tensión: entre la premura de Jesús y María por la salvación de las almas y nuestro desinterés por responder a sus deseos. Si vamos a las Sagradas Escrituras encontramos lo mismo. Dios quiere salvar al hombre y el hombre, cegado por los ídolos, se precipita en los caminos de la muerte. Israel es constantemente reprendido por Yavé a causa de sus infidelidades. Los profetas denuncian los pecados del “pueblo de
Dios”, especialmente la idolatría. ¿Habrá fracasado Dios con Israel? ¡No! Hubo un pequeño resto que permaneció siempre fiel a los designios divinos. Jesucristo es el fruto supremo de Israel. La redención se realizó a pesar de sus infidelidades.

En el caso del mensaje y devoción a la Llama de Amor debemos tener muy en cuenta que Dios respeta nuestra libertad. La Virgen nos llama, no nos obliga a formar parte de su ejército. Nos podemos oponer a la llamada de María o podemos colaborar con Ella. El Demonio tampoco puede obligarnos a pecar. La tentación es una propuesta de Satanás para que le sirvamos. Es solamente una invitación. Podrá insistir desmesuradamente, presionarnos, obsesionarnos con ideas o pensamientos, tal como le pasó muchas veces a Isabel, pero no puede forzar nuestra voluntad. Si pecamos es porque libremente queremos consentir. Las súplicas de María para que le ayudemos a salvar las almas de ninguna manera son muestras de “debilidad”. Al contrario, son muestras de amor, de misericordia, de generosidad. Ella nos da la oportunidad de cubrirnos de gloria si participamos en su lucha y en su triunfo. Cuando María dice “Al final mi Inmaculado Corazón triunfará” está proclamando el triunfo de su Hijo sobre el pecado, sobre la muerte, sobre Satanás. Es el mensaje del Apocalipsis. En el capítulo doce de este libro maravilloso vemos el triunfo de Jesucristo “en su Madre”.

El dragón no es vencido por María, sino por el Hijo que la Mujer lleva en su seno. En ese triunfo la Madre y el Hijo están inseparablemente unidos. Por esa unión indisoluble de la maternidad y de la filiación, el triunfo del Hijo es el triunfo de la Madre. La Madre puede decir con todo derecho: “Yo cegaré a Satanás”. Las expresiones de la Virgen que manifiestan su angustia, su necesidad de ayuda, su sufrimiento por la pérdida de las almas de ninguna manera debemos asociarlas a “debilidad”. María es Madre. Las madres no son débiles cuando manifiestan los sufrimientos de su corazón ante las desgracias de los hijos. La Virgen con sus dolores está llamando a todos sus hijos a alistarse en su ejército de la Llama de Amor para combatir a Satanás. No permitamos que el Demonio siga arrebatando las almas a Dios. Comencemos desde el interior de nuestros hogares a oponernos firmemente a su acción destructora. Para edificar el Santuario familiar en cada hogar es necesario combatir y vencer al Maligno con las gracias del Inmaculado Corazón de María concedidas por Dios a la devoción a la Llama de Amor.

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