CARTA No.162: Pregunta Griselda de Maracaibo, Venezuela
¿Qué debemos tener en cuenta para hacer las oraciones de sanación interior y de liberación con la Llama de Amor?
Respuesta: Este terreno es muy amplio y necesitará varios comentarios. Trataré de ir aportando algunas ideas para utilizar el instrumento de la Llama de Amor. Por supuesto que se trata de puntos de vista personales y no tiene más valor que el de una “experiencia limitada”; otras personas tendrán diferentes maneras de ver y probablemente más certeras. Hemos dicho muchas veces que quien sana y libera de las consecuencias del pecado es solamente Jesús. Él es el Redentor. La Llama de Amor es Jesús. Cuando decimos en el Ave María: derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor (sobre toda la humanidad) estamos pidiendo la poderosa intercesión de María ante su Hijo. En el Evangelio leemos que Jesús pasó predicando, sanando a los enfermos y liberando a los endemoniados. Los discípulos recibieron de Jesús el mismo poder: quienes crean en Mí harán las mismas cosas que yo hago. Impondrán las manos sobre los enfermos y éstos sanarán. En mi Nombre expulsarán demonios. (Mr 16,17-18). Ese poder dado a la Iglesia ha continuado a través de los siglos y se seguirá ejerciendo hasta el fin del mundo. Jesús seguirá sanando y liberando a través de aquellos que crean en Él, de la Jerarquía y de manera muy especial de los padres de familia. En estos últimos tiempos se ha opacado la calidad de la fe de los bautizados. La acción del mundo de las tinieblas sobre la humanidad se ha vuelto más activa porque no encuentra resistencia de parte de los discípulos de Cristo. Al perderse la fe, el poder de Satanás aumenta.
La Llama de Amor tiene por finalidad renovar y fortificar la fe en el interior de las familias. Esta gracia es dada para todos, sacerdotes y laicos, pero de manera particular a los padres de familia ya que lo más urgente en la Iglesia de hoy es restaurar la identidad de la familia cristiana. Nuestros padres son los primeros y más importantes pastores de nuestras almas. Por derecho divino y natural ellos son los primeros responsables de nuestra salvación. Los primeros evangelizadores y directores espirituales. Nuestros primeros maestros en la fe y defensores contra el enemigo maligno. La gracia de la Llama de Amor es fruto de la maternidad espiritual de María Santísima sobre todos y cada uno de los seres humanos. Ella es madre espiritual de la humanidad al ser madre de Jesús que es la Cabeza de la Iglesia. Al poner en nuestras manos un “nuevo instrumento” María Santísima nos está invitando a que recurramos a su poderosa intercesión. Es toda la Iglesia: triunfante, militante y purgante la que intercede por nosotros en la comunión de los Santos. La Virgen hace presente todo este misterio de la Iglesia suplicante en su santísima persona. Los padres de familia deben estar conscientes de que necesitan de la intercesión de la Iglesia para ejercer bien su ministerio de pastores. La Iglesia tiene poder contra Satanás en la medida en que todos los cristianos oramos. Suplicando obtenemos las gracias que necesitamos. Más allá de nuestros ojos materiales hay un mundo invisible que nos rodea. No lo vemos pero captamos su existencia. La Palabra de Dios y la enseñanza de la Iglesia nos ilumina a este respecto.
En el Diario Espiritual vemos cómo Isabel Kindelmann es atacada por este mundo invisible y cómo sale victoriosa. En sus escritos no se describe el mundo de las tinieblas; sólo se concentra en la figura de Satanás y se deja de lado los aspectos secundarios. Es necesario recurrir a la experiencia milenaria de la humanidad y de la Iglesia para iluminar un poco ese reino de las tinieblas. Este mundo está integrado por demonios o ángeles caídos. Cada uno de estos seres espirituales perversos es único en su especie. Son innumerables. Están bajo el poder despótico de Satanás. Su organización es jerárquica de tal manera que actúan coordinadamente en su lucha contra el Reino de la Luz. Un segundo elemento que descubrimos son las almas de los difuntos que no han entrado todavía a la visión beatífica y están en el purgatorio. Algunas de ellas se pueden alojar en los vivos y e influir de diferentes maneras en el cuerpo y en los estados de ánimo. Un tercer elemento es el de los maleficieros o servidores de Satanás (brujos, hechiceros, chamanes, magos, santeros…etc.). Éstos invocan a los demonios, reciben poder sobre aquellas almas que están en los más bajos estadios del purgatorio y las utilizan en sus maleficios. Las personas que recurren a los brujos quedan siempre afectadas en mayor o menor grado por la acción del mundo de las tinieblas. La Llama de Amor nos es dada para deshacer en nosotros las obras del Diablo (1Jn 3,5).