CARTA No.161: Soy de una zona de México donde las bandas de narcotraficantes se disputan el territorio.

Soy de una zona de México donde las bandas de narcotraficantes se disputan el territorio. Es algo horrible. Cada día hay muertos y más muertos. Vivimos en constante zozobra. Y esos jóvenes narcos son de familias cristianas. Yo los vi de niños ir a la Iglesia, hacer su primera comunión, su confirmación. Andan con crucifijos de oro en su pecho. Ahora son criminales. Entre ellos están varios parientes míos. ¿En qué hemos fallado los padres de familia? (Esta persona no quiere que se escriba su nombre).

Respuesta: Ud. está planteando un caso extremo que en ciertos lugares se ha vuelto endémico. ¿Cómo es posible que niños nacidos en familias cristianas se conviertan en criminales? Que hayan abandonado la fe para convertirse en “adoradores de la santa muerte”. Desgraciadamente sucede con frecuencia que la educación que se da en el seno de las familias y en las parroquias se queda en el nivel de la teoría pero no baja al corazón. Los niños podrán saber el catecismo, hacer su primera comunión, recibir incluso la confirmación, pero su corazón se queda frío y no se adhieren con verdadera sinceridad a Jesucristo. Como Ud. dice: ¿En qué hemos fallado?

El mensaje de la Llama de Amor va dirigido especialmente a los padres de familia para ayudarles a edificar el “santuario familiar”. No es el momento para acusar a nadie, es el momento de volverse con humildad y amor hacia el Señor. Debemos arrepentirnos de la gran negligencia que hemos tenido en los hogares al dejar a los niños sin guía. Debemos obtener de Él las gracias que necesitamos para conducir a nuestros hijos a la salvación. Precisamente para subsanar esta gran debilidad en el interior de las familias nos es dada la gracia de la Llama de Amor que hace milagros en el interior de los corazones. Adultos y niños podemos caer bajo la seducción de las tinieblas. Por eso San Pablo nos exhorta a tomar las armas espirituales para enfrentar a las potestades diabólicas que nos amenazan (Ef 6,10-18). No es una broma. En el caso de los narcotraficantes es la idolatría del dinero la gran tentación.

En otros es la seducción del ateísmo, del indiferentismo religioso, del laicismo; para otros será la seducción de los placeres de la carne por los espíritus malignos de una sexualidad desenfrenada; para otros serán los vicios de la embriaguez, del juego, de la vagancia; a otros les atraerá la ambición del poder político, etc. Como dijo Satanás a Jesús: “póstrate ante mí y adórame y te daré todos estos reinos que me pertenecen”. Muchos se postran ante Satanás y no les importa perder su alma con tal de apoderarse de esos “falsos reinos” que el Demonio promete. La vocación de los padres de familia es la de ser testigos de Jesucristo en el interior de sus hogares. Pastores en permanente vigilancia sobre sus ovejitas para impedir que sean engañadas por la malicia de los espíritus malignos y sus secuaces.

Probablemente no haya vocación más difícil y más sacrificada que la de los padres de familia. Lo grandioso es que el Padre celestial pone a su disposición cantidad de elementos espirituales y materiales que les ayudarán a cumplir su misión. Los bautizados si no somos testigos de Cristo nos convertimos en oscuridad de la tierra; falsos cristianos, sal degradada que para nada sirve sino para ser pisoteada en las calles. La Virgen está pidiendo que los padres de familia reaccionen y se unan para formar un ejército que se enfrente a Satanás con las armas de la Llama de Amor (Ef 6,10-18). Cada familia debe convertirse en Luz de Cristo para que el mundo cambie. A simple vista es prácticamente imposible vencer el poder de las tinieblas. Si cada hogar toma la decisión de vivir las gracias de la Llama de Amor veremos el milagro. Dios puede transformar los corazones pero Él necesita que tomemos en mano los instrumentos para que se realice el cambio.

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