CARTA No.158: Griselda, de Maracaibo, Venezuela, dice:
Le agradecería mucho si nos explica los primeros pasos para orar con la Llama de Amor en el interior de nuestros hogares.
Respuesta: La Virgen dice que con su Llama de Amor cegará a Satanás. Esta afirmación debe producir en nosotros dos actitudes fundamentales: Primera: la confianza total en que la Virgen nos ama y nos protege del maligno. Segunda: la certeza de que el Inmaculado Corazón de María tiene un poder absoluto, recibido de su Hijo, sobre Satanás. Estas dos actitudes nos capacitan para obtener la paz del corazón. La nuestra y la de nuestros seres queridos que habitan en el hogar. Jesús nos dijo: Mi paz les dejo mi paz les doy. La Paz es el fruto de la presencia de Jesús. No la paz del mundo, sino la paz de Jesús. La persona que vive la paz de Cristo en su alma, la transmite a su alrededor. De aquel que no vive la paz del Señor emana inquietud, angustia, desesperación. Siembra discordia, se expresa con violencia, con ira. Su manera de relacionarse con los demás miembros de la familia es egoísta, hiriente, ofensiva. Esas personas no están contentas consigo mismo y lo que siembran a su alrededor es la insatisfacción. Cuando observemos que en nuestro hogar alguien actúa de esta manera ayudémosle para que se dé cuenta de la realidad. Es Satanás quien está actuando contra él. Necesita reaccionar, necesita ayuda. La confianza en el poder de la Virgen nos lleva a perderle el miedo a Satanás. Es normal que al principio le tengamos pavor al Demonio y a los suyos. En la medida en que va creciendo en nuestra alma la confianza en la Virgen, ese miedo va desapareciendo. Nos invade la certeza de que no nos puede dañar porque estamos protegidos por el amor de nuestra Madre.
Entonces procedemos con seguridad, serenidad, calma y humildad. Debemos en primer lugar buscar la paz en el interior de la familia Los cónyuges son los primeros que deben establecer la paz dentro de sí mismos y entre ellos. Del amor lleno de paz entre los esposos vendrá el mejor ejemplo para que entre los hijos germine, crezca y se fortalezca la paz de Jesús. ¿De dónde viene la discordia en el interior del hogar? La respuesta es: de Satanás. La palabra “Diablo” significa en griego: el que lanza a los pies de las personas un objeto para hacerlos tropezar. La palabra “Satanás” en hebreo significa: el que acusa a los demás para sembrar división. ¿De qué nos acusa Satanás? De nuestros pecados. Nos tienta para que ofendamos a Dios y después nos acusa del pecado provocando en nuestro interior la culpabilidad y la zozobra. Esta es la raíz de la falta de paz en las personas y en los hogares. ¿Qué nos enseñan Jesús y María en el Diario Espiritual para obtener la paz? Que nos arrepintamos sinceramente de nuestros pecados, que los confesemos al sacerdote y recibamos la absolución, que los expiemos y reparemos. La paz del corazón viene de vivir en gracia de Dios. Debemos tener en cuenta que el Demonio y los suyos trabajan todo el tiempo con un solo objetivo: hacernos pecar y destruir la paz interior y exterior.
La Paz de Jesús no consiste en “sentimientos” sino en la realidad de estar en amistad con Dios. El Demonio nos engaña cuando hace que “nos sintamos bien” y en realidad estamos en situación de pecado. Podemos “sentirnos en paz” con una falsa paz, la de Satanás. Toda la vida tendremos que luchar contra el Dragón para no pecar. Aquí desempeña su papel eficaz la Llama de Amor: Con el Rosario en familia y la jaculatoria repetida constantemente, la tentación es vencida. Inteligencia, voluntad y memoria son protegidos contra la obsesión satánica que nos acosa sin descanso. El primer fruto de la Llama de Amor es iluminar la inteligencia y el corazón para que descubramos nuestros pecados, tanto los que cometimos en el pasado como los del presente. Nos lleva al arrepentimiento, a la renuncia y a la confesión. Mucha gente no tiene paz porque no ha confesado sus pecados de la vida pasada. El sacramento de la reconciliación recibido con frecuencia nos sana y libera de los sentimientos de culpabilidad. Es Jesús quien actúa en el sacramento como el Buen Pastor que sana a sus ovejas. El primer punto que revive la Devoción a la Llama de Amor es el Sacramento de la Confesión de los pecados, hoy tan abandonado. Nos hace comprender que la paz del corazón es fruto de un alma limpia de pecado. Familia que recurre con frecuencia y verdadero arrepentimiento de sus pecados al sacramento de la reconciliación goza permanentemente de la paz de Cristo.