CARTA No.151: Juan Ramón de Bogotá, Colombia pregunta:

¿Por qué dice Ud. que la Llama de Amor es un instrumento de liberación dado a las familias ya que en los sacerdotes los fieles no encuentran ayuda en caso de los ataques diabólicos?

Respuesta: No quiero que se me mal interprete. La gracia de la Llama de Amor en cuanto instrumento de liberación para los últimos tiempos es dada a toda la Iglesia, especialmente a los sacerdotes para que se sirvan de ella y puedan ayudar a los fieles en su camino de santificación. En este campo de la acción diabólica hay mucha confusión en la Iglesia, no sólo entre los laicos, sino también entre los sacerdotes. En los últimos siglos ha habido una pérdida de claridad en lo referente a la doctrina y práctica de los exorcismos. Como decía un eminente exorcista: “En la Iglesia católica se ha perdido la escuela del exorcismo”. El terreno diabólico es confuso; no en vano se llama “el reino de las tinieblas o el mundo de las tinieblas”. La arremetida del racionalismo contra la práctica pastoral de la Iglesia hacia los afectados por la acción diabólica dejó una especie de vergüenza en el ambiente eclesiástico. Los avances de la psiquiatría, de la psicología y de las ciencias que tratan de explicar la conducta humana redujeron lo diabólico a una problemática puramente natural. Según estos científicos el demonio no existe. Lo que la Iglesia atribuía a la acción diabólica (las conductas propias de los posesos o afectados por la acción de los espíritus malignos) son en realidad fruto de anomalías en el desarrollo de la personalidad humana.

La Iglesia fue tachada de oscurantista, se ridiculizaron los exorcismos, en ciertos lugares las autoridades civiles los prohibieron, todo se redujo a “superstición” e “ignorancia”. Se atacó y rodeó de burla la práctica exorcística. Todo este cientificismo generó en muchos eclesiásticos dudas sobre la existencia de los espíritus malignos y su influencia y acción sobre los humanos. ¿Para qué los exorcismos si los psicólogos y psiquiatras pueden curar a los pretendidos “endemoniados”? A esta postura se añadieron las interpretaciones de exégetas que atribuyeron los pasajes que en la Escritura hablan del Demonio a meras expresiones de la cultura no científica de la época en que fueron escritos. El Derecho canónico se limitó a decir que solamente los obispos y sacerdotes expresamente designados por el ordinario como exorcistas pueden hacer legítimamente exorcismos sobre los posesos. Sin embargo todo sacerdote por el poder el sacramento del Orden tiene la capacidad de expulsar a los demonios. Más aún el Evangelio dice que todos aquellos que creen en Jesucristo expulsarán a los demonios (Lc 9,49; Mar 16,17; Mt 7,22; Lc10,17 etc.).

Esta confusión ha generado en la formación de los sacerdotes la idea de que ellos están limitados en la pastoral de las personas afectadas por la acción diabólica. Que solamente los exorcistas pueden y deben ocuparse de este servicio caritativo. El resultado ha sido que el pueblo de Dios está completamente desprotegido ante los innumerables ataques del enemigo. Van a buscar apoyo en sus sacerdotes y en su gran mayoría no están preparados ni adiestrados para ayudarles. Muchos les dicen: vayan al psiquiatra. Los exorcistas están desbordados y no dan abasto a tanta gente que busca ayuda. La Virgen viene en auxilio tanto de los sacerdotes como de los fieles con su Llama de Amor. Nos da un instrumento en el cual no se hacen exorcismos y por lo tanto no hay peligro de exponerse a los engaños diabólicos. Orar por las personas afectadas por la acción diabólica utilizando la Llama de Amor está al alcance de todos y especialmente de los padres de familia que en el interior de su hogar pueden ayudar a sus hijos a superar las tentaciones y afectaciones, sin dejar por supuesto de recurrir a la autoridad eclesiástica en este terreno: los obispos y exorcistas oficiales. Tenemos que aprender a utilizar la Llama de Amor. Eso lo iremos viendo en los comentarios siguientes.

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