CARTA No.42: dificultades para introducir en su familia la gracia de la Llama de Amor

Varias personas de diferentes países me escriben diciendo lo mismo. Encuentran dificultades para introducir en su familia la gracia de la Llama de Amor y para llevar a los suyos a aceptar esta gracia. Igualmente se quejan de que bastantes párrocos y feligreses miembros de diversos apostolados no la aceptan o no la comprenden. Como dije en la carta anterior, la número 41, no debemos extrañarnos de estas dificultades. Esto ya lo había profetizado la Virgen a Isabel. En la historia de la Sierva de Dios sucedió lo mismo. Ella tuvo muchísimo que sufrir con gran paciencia y en silencio de parte de las personas laicas que la rodeaban y también de varios eclesiásticos que la trataron con arrogancia, la humillaron y despreciaron la gracia de la que ella era simplemente portadora, no dueña. Cuando la Virgen nos llama a promover su Llama de Amor debemos tener bien en claro lo que dice el Evangelio. Jesús fue mal comprendido. Muchos, a pesar de que predicaba el Reino de Dios y que hacía grandes milagros y expulsaba a los demonios, lo rechazaron.

Los Apóstoles tuvieron que sufrir igualmente persecuciones. El libro de los Hechos lo relata en varios episodios: la persecución en Jerusalén iniciada por el Sanedrín (Hch 4,1-3; 5 ss); la muerte de San Esteban y la expulsión de los cristianos de Jerusalén (Hch 8,1-4); la persecución en Damasco proyectada por Saulo, y las incontables a lo largo de la historia. Los cristianos no debemos pues extrañarnos de que Jesús y sus servidores seamos rechazados, combatidos, perseguidos por los que no conocen a Cristo. En el interior de la iglesia no debería haber rechazo más que para el error. Sin embargo es un hecho que en muchas parroquias y lugares hay “celos” por lo que tiene el cariz de “nuevo”, o “diferente”, o “extraño”, o “amenazante” para intereses creados. Los consejos de María Santísima ya los conocemos: mucha humildad, silencio, nada de violencia, de ofensas, mucha caridad para quienes se resisten o critican, ofenden y se oponen a la Llama de Amor.

Nuestras oraciones ayudarán a la Virgen a tocar los corazones y a abrir las puertas cerradas. De nuestra parte debe haber una información correcta, completa, exacta y sobre todo el ejemplo de una gran sabiduría, discreción, respeto y obediencia a la autoridad. En el Plan de la Virgen todo tiene su tiempo. Ella es la que enciende la Llama de Amor en los corazones. Por lo tanto nuestra arma principal es la oración que producirá indudablemente su fruto. Multipliquemos los cenáculos familiares; nadie nos puede impedir orar en familia. Hagamos reuniones de información y de formación para nuestros amigos y familiares. Colaboremos intensamente con los párrocos en la evangelización. Sembremos con fe el mensaje, utilicemos el instrumento con sabiduría, promovamos la devoción al Santo Rosario.

No cometamos errores que puedan atraer sobre el Movimiento de la Llama de Amor o sobre la Devoción críticas destructoras. No hagamos “oraciones de liberación” en las que se ordena a los espíritus malignos salir de las personas. No discutamos con los sacerdotes, más bien, con amor hagámosles ver cuán grande será el fruto para su parroquia y su vida espiritual personal poner en práctica la Llama de Amor. Las familias andan desesperadas por encontrar una solución a muchísimos problemas internos que los superan. Ya sabemos cuál es la causa de tantos inútiles sufrimientos en los hogares y cuál es la solución que la Virgen nos da con la Llama de Amor. Recordemos con total confianza lo que María nos dice: ¡Al final, mi Inmaculado Corazón triunfará!

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