EL ROSARIO NOS LLEVA A ACOGER LA GRACIA DE LA LLAMA DE AMOR

Jesús es la Llama de Amor. Él es verdadero Dios y verdadero hombre. Debemos acoger a Jesús como se debe. La catequesis es aquella parte de la pastoral de la Iglesia que nos ayuda a conocer y comprender correctamente las verdades de la Fe y nos enseña cómo vivirlas de manera integral. La familia que quiera vivir la Fe cristiana de manera Católica debe ser eminentemente “catequista”. Debe enseñar a sus hijos a conocer y a vivir los misterios de la Fe en Cristo Jesús en comunión con la Iglesia Católica. Si hay una devoción “catequística” por excelencia es el Santo Rosario. A través del rezo contemplativo de los misterios vamos “conociendo” y amando a Jesús. Nunca llegaremos a conocer a Cristo de manera total y perfecta mientras vivamos en esta tierra.

Más allá de la muerte se dará la plenitud de este conocimiento. Mientras tanto nos esforzamos cada día por ir descubriendo la belleza del rostro del Salvador e ir aplicando sus enseñanzas a nuestra vida práctica. Jesús no es como los demás héroes o modelos que la humanidad se ha creado para encontrar en ellos inspiración de vida. Esos grandes hombres han pasado a la historia. Por muy grande que haya sido su influencia en la política, en el arte, en la ciencia; están muertos y a lo más sirven de estímulo para favorecer la creatividad de sus seguidores. Jesucristo es otra cosa. No sólo es un héroe y un modelo a imitar; no sólo inspira nuestro pensamiento y nuestras vidas, sino que es el viviente, el que vive de verdad y está presente de manera activa en nuestra historia.

Cuando leemos el Diario Espiritual nos damos cuenta de que Jesús educa a Isabel Kindelmann para que ella sea capaz de sostener una relación de intimidad con Él. “Penetro tu interior como verdadero Dios y hablo a ti como verdadero Hombre. Porque mi Corazón humano también late al mismo ritmo con mi Divinidad. Tu corazón late al mismo ritmo que mi Corazón. ¿Sabes lo que esto significa? Significa que te has hecho partícipe de mi Divinidad. Y esta participación se concederá a todo aquel que sienta Conmigo y cuyo pensamiento es mi pensamiento” (DE 6-3-1964).

Esa relación de intimidad entre las almas y Jesucristo la crea y sostiene la acción del Espíritu Santo quien se sirve de diversos elementos que forman parte de la acción pastoral de la Iglesia. Entre estos elementos está el Santo Rosario. A lo largo de los misterios que se meditan y contemplan, los niños van conociendo a Jesús y lo van amando. Los padres de familia, y de manera especial las mamás, tienen aquí la gran oportunidad de convertirse en los catequistas de sus propios hijos. Cada misterio del Santo Rosario, proclamado por la lectura de los textos bíblicos que les corresponden, explicado y aplicado a la vida ayudará a los hijos a descubrir a un Jesucristo vivo con el cual se puede llegar a la intimidad de la oración personal.

El Rosario no es una devoción independiente que supla la participación en la vida parroquial. Al contrario, el Rosario nos impulsa a participar activamente en la celebración eucarística y demás actividades de la comunidad cristiana local y universal para convertir en vida lo que se ha contemplado. La Llama de Amor se debe encender en el interior de la Familia con la renovación del Santo Rosario. A medida que el Santo Rosario se convierta en parte integrante de la oración familiar los efectos liberadores de su gracia se irán haciendo sentir en el hogar.

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