LAS FAMILIAS QUE NO ORAN CAEN VÍCTIMAS DE SATANÁS
Hay infinidad de familias que son víctimas de Satanás. Están bajo su poder y no se dan cuenta. Como no saben discernir el bien del mal creen que están bien. Como solamente juzgan con los criterios del mundo, del demonio y de la carne, cuando se les pregunta, ¿Qué tal está tu hijo? Responden: ¡Muy bien! ¡Tiene un buen trabajo! ¡Tiene salud! ¡Los niños están estudiando en un buen colegio! ¡La esposa está trabajando en en un buen puesto, ganan muy bien! Para estas personas “estar bien” significa “tener dinero, tener salud, tener un buen puesto…” No valoran la existencia más que a partir de lo material. Cuanto esto falla y viene la enfermedad, cuando los hijos les dan problemas, cuando viene un accidente, cuando el fracaso económico se hace presente,…entonces “están mal”.
El objetivo que la Virgen se pone delante es que todas las familias adquieran su “identidad católica”. Es decir que se forjen a partir de los criterios que nos vienen de la Divina Revelación: la Palabra de Dios. El pensamiento del Creador expresado en las Sagradas Escrituras y corroborado por las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia son la norma de todo cuanto existe, pero especialmente de la fuente de la vida: la familia. Toda la humanidad está llamada a vivir de acuerdo a las enseñanzas del Creador. Sus criterios deben ser nuestros criterios. Cuando se hace a un lado al Creador de cuanto existe y tomamos su puesto creando nuestros propios criterios independientes de los Suyos, viene el desastre. Nadie puede explicar mejor un aparato que el ingeniero que lo ha creado. Imprudente es y está condenado al fracaso aquel que pretende poner en marcha un aparato de altísima sofisticación sin utilizar el manual del inventor. Eso pasa con frecuencia. De gente imprudente está llena la historia del ser humano.
Ha pretendido explicar este mundo y darle dirección y sentido en contra de las mismas leyes del Creador. El resultado es el caos, el desastre, la infelicidad. Cuando se toca a la familia se toca lo más importante de la Creación porque es la fuente de la vida. Nada es más importante para Dios que la relación hombre-mujer porque es por medio de ellos que Él trae a la existencia a Sus hijos. La obra de Satanás consiste en desorientar al hombre para que desoriente a la Creación. Satanás apunta sus armas directamente a la relación hombre-mujer para que la Obra de Dios se venga al suelo. La única defensa que tenemos los seres humanos contra la malicia de Satanás y de sus servidores es el mismo Creador, que no solamente es Creador, sino que es Padre amoroso de cada uno de sus hijos. Cuando hablamos de oración estamos hablando de la relación de amorosa filiación de los seres humanos para con Dios. Dios nos ama y la respuesta lógica a este Amor, es el amor.
No puede haber familia feliz sin una vida de intenso amor filial al Creador. La Ley fundamental que sostiene a todo cuanto existe es la Ley del amor. Por ese motivo la familia debe orar todos los días, todo ser humano debe orar todos los días y todo el día. Cuando la familia no rinde diariamente al Creador el homenaje de adoración, de agradecimiento, de alabanza, de súplica y de petición de perdón en caso de que haya ofensa, se desliga de Él y se queda a oscuras. Viene entonces la ceguera espiritual fruto de las tinieblas. La familia cae víctima del reino de las tinieblas que es el Reino de Satanás. Esta es la explicación de lo que está pasando en el mundo entero. Las familias no han orado lo suficiente y los hijos han nacido víctimas de la acción del Enemigo. Han nacido ciegos espiritualmente desde hace siglos.
La labor de la Llama de Amor es reconstruir la familia y especialmente a las familias “católicas” para que recuperen su identidad y se conviertan en familias testigos de Jesucristo. No es una labor fácil porque la mayoría de las familias “están infiltradas” por las ideas del Seductor que cazó a Eva y a Adán. Familia que no ora intensamente cada día no recibe las gracias de cada día para escapar de las redes del cazador. El Proyecto del Inmaculado Corazón de María se asienta en la oración diaria de todas las familias católicas por medio del Santo Rosario. De allí parte toda su estrategia. Desde allí Ella reconstruirá la identidad de todas aquellas familias que acepten su invitación. Desde allí Ella renovará la Iglesia de su Hijo.