EL ATAQUE A LOS SACERDOTES
Heriré al pastor y se dispersarán las ovejas (Za 13,7; Mr 14,27; Mt 26,31). El peor ataque contra la confesión se centra no contra los fieles sino contra la fe de los sacerdotes. Muchos sacerdotes han perdido la fe en el poder de la confesión. Ya casi no confiesan. Otros lo hacen rutinariamente. Y si los sacerdotes no dan importancia al sacramento entonces los fieles pierden la comprensión no sólo de la confesión sino sobre todo del pecado. La crisis del sacerdocio ha sido ante todo una crisis de fe. ¿Cuántas decenas de miles de sacerdotes abandonaron la Iglesia después del Concilio Vaticano II? Algunos hablan de más de cien mil. Estadísticas del 2013 decían que cada año abandonaban el ministerio sacerdotal alrededor de dos mil sacerdotes. ¿Y las religiosas que dejaron su vocación? ¿Alrededor de doscientas mil? ¿Y la cantidad de jóvenes llamados al sacerdocio y a la vida religiosa que desisten de entrar en los seminarios y noviciados? ¡Innumerables! ¡Sí, hay vocaciones! ¡Pero no quieren entrar! La crisis en la Iglesia es fundamentalmente un desmoronamiento en la virtud teologal de la Fe.
El pilar fundamental de la Iglesia, donde todo se ancla se está resquebrajando. Si se resquebraja la fe de los pastores todo el resto se desmorona. Los fieles quedan desorientados a merced de los lobos. ¿Y cuando el pastor se convierte en lobo? Es la abominación de la desolación en el lugar santo. No sólo el sacramento de la confesión ha sufrido los estragos de esta crisis, sino sobre todo la Eucaristía. Es para llorar. Confesión y Eucaristía van íntimamente unidos. Parroquias sin fe en los sacramento de la Confesión y de la Eucaristía son parroquias moribundas. A nadie le gusta formar parte de algo moribundo. La Llama de Amor es la gracia de la renovación de la Iglesia desde su raíz. El ataque del reino de las tinieblas contra el reino de la Luz (la Iglesia) se está dando de manera acelerada. El Diario Espiritual nos lo hace ver palpablemente. La Virgen tiene un plan. Si lo seguimos la Iglesia se renovará rápidamente. Si no le hacemos caso esta agonía se prolongará durante muchos años más y arrastrará al desánimo y al abandono de la Iglesia a multitud de almas con gravísimo peligro de condenación eterna.
Los sacerdotes y las religiosas que se fueron de la Iglesia se desanimaron. Los millones de laicos que han dejado la Iglesia Católica para formar parte del espejismo de las “iglesias protestantes” o viven un catolicismo rampante también se desanimaron. La Virgen da la solución a esta crisis: quiere transformar cada una de las familias en una verdadera fortaleza espiritual (un Santuario, un refugio) donde Satanás sea completamente derrotado y humillado y en donde Jesucristo reine en toda su plenitud. Si cada familia acepta ese Plan la Iglesia se renovará rápidamente. El triunfo de ese Plan está en manos de los Sacerdotes y de los padres de familia. La Llama de Amor como la gracia extraordinaria dada por la Santísima Virgen a la Iglesia en estos últimos tiempos. Es el instrumento querido por Dios para deshacer las obras del diablo. Satanás quiere reinar en las familias.
El día en que los sacerdotes descubran que la raíz de todos los desastres en la Iglesia y en el mundo es Satanás; que el Demonio y los suyos están sometidos a la Virgen; que por el carácter sacerdotal cada sacerdote tiene el poder de quebrantar a los demonios, desde el más grande al más pequeño, las cosas van a cambiar. Los sacerdotes dejarán de tener miedo al maligno y saldrán a luchar con las armas de la Virgen María y vencerán paso a paso a las huestes diabólicas. Sacerdotes y laicos, juntos, con el instrumento de la Llama de Amor lograrán la victoria. Cada familia debe participar en esta gran efusión de gracias con que ahora Ella quiere inundar la Tierra. “Nada comparable a esto ha habido desde que el Verbo se encarnó”. “Ella quiere que cada familia sea un santuario, un lugar maravilloso donde en unión con ustedes obre sus milagros en el fondo de los corazones” (DE 17-1-1964). Lo que más urge actualmente en la Iglesia es la conversión de los sacerdotes. Por eso la primera gran intención de las familias para orar y sacrificarse debe ser la conversión y santificación del Papa, de los Obispos, de los Sacerdotes y de los Consagrados en la Vida Religiosa.