EL PRIMER PASO DE TODA SANACIÓN Y LIBERACIÓN INTERIOR Y EXTERIOR ES EL ARREPENTIMIENTO DEL PECADO

Al leer el Diario Espiritual lo primero que debemos adquirir es la comprensión de la tremenda gravedad del pecado. ¡La ofensa a Dios! La más grande ceguera de la mente y del corazón del hombre consiste en no darse cuenta de lo que es el pecado, de lo que significa, de sus dolorosas consecuencias. Todo el dolor y el mal que existe en el mundo, en las familias, en las personas, en  las naciones viene del rechazo que el hombre hace a  la santísima Voluntad del Creador. Es decir, del pecado.  Satanás, los espíritus infernales y sus allegados y servidores tienen poder sobre el ser humano en la medida en que se comete el pecado y se permanece afectivamente ligado a él, cualquiera que éste sea. Hay que tener en cuenta que todos los descendientes de Adan somos una sola cosa. Somos como un árbol. Desde las raíces hasta las más tiernas hojas las células de un árbol están unidas, ligadas.

Igualmente todos los seres humanos somos una sola familia ante Dios. El abono y las medicinas que se administran a las raíces llegan a todos los elementos que forman parte de la planta. Igualmente las enfermedades que aquejan a una parte del árbol en diferentes medidas afectan a todo el conjunto.  El pecado es así. Nos afecta a todos. Mi pecado afecta a cada uno de los miembros de la humanidad, pasados, presentes y futuros. Lo opuesto al pecado, que es la aceptación amorosa de la Voluntad del Creador, nos beneficia a todos. Cada acto de amor a Dios es patrimonio  de toda la humanidad. El más grande acto de amor a Dios es la Redención. Jesús aceptó la Voluntad de su Padre y con ese acto de amor infinito nos benefició a todos, nos liberó del poder de Satanás.  

Debemos tener bien en claro que somos libres del poder de Satanás en la medida en que nos unimos voluntariamente a Jesucristo. Ya no somos esclavos del Demonio. Los exorcismos contra los espíritus malignos, las oraciones de sanación y liberación tienen eficacia en la medida en que la persona afectada y sus familiares se alejan de lo que ofende a Dios y  reparan los pecados propios y de sus ancestros, de su linaje.  La mejor oración de liberación es el sacramento de la reconciliación recibido con toda la perfección posible, y sobre todo con arrepentimiento total y sincero: lo que llamamos “contrición perfecta”. Jesús pide a Isabel el total arrepentimiento de sus pecados. La felicita cuando ella se arrepiente y repara por los propios; le pide constantemente renuncias, sacrificios y penitencias para obtener el arrepentimiento de los pecadores, especialmente de los moribundos.

Jesús insiste constantemente en la reparación de los pecados propios y del mundo entero. Una cosa es estar “bajo el poder de los espíritus infernales” y otra cosa es ser “tentados, atacados, perturbados, vejados” por los mismos.  Las personas que están bajo el poder de los demonios son las que viven en pecado mortal. Los ataques diabólicos no son “pecado”. Son pruebas que Dios permite para nuestra salvación. Muchísima gente es víctima inocente de los ataques diabólicos; entre ellos cantidad de grandes santos y muchísimos niños.  El Señor permite que una persona inocente sea víctima de los ataques y perturbaciones del maligno en primer lugar para conducir a todos los miembros de esa familia (vivos y difuntos) a la santidad de vida; en segundo lugar para reparar los pecados de otras almas que necesitan gracias de arrepentimiento.

Debemos adquirir esta perspectiva para guardar la paz del corazón ante los ataques del Maligno. Solamente caemos bajo el poder del Demonio cuando pecamos mortalmente y queremos permanecer en ese pecado. El combate espiritual se centra principalmente en rechazar las tentaciones que el Maligno nos ofrece para que nos apartemos de la Voluntad de Dios. Las perturbaciones de los espíritus malignos pueden ser consecuencias de los pecados propios o de los pecados de los miembros de la familia, o de los pecados de otras personas. Todo pecado exige reparación ante la Justicia Divina. Las perturbaciones diabólicas traen grandes sufrimientos a las personas y a las familias. Hay que saber leer el acontecimiento para dar una respuesta adecuada: oración, sacrificios, reparación. La gracia de la Llama de Amor nos lleva por este camino cuando nos enseña a organizar la vida familiar en torno a Jesucristo.

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