EL DEMONIO ASTARTÉ (1)
Queridos padres de familia: Uno de los demonios que he encontrado con cierta frecuencia en las oraciones de liberación dice llamarse “Astarté” o “Astaroth”. En la Biblia aparece como una diosa fenicia de la fertilidad a la cual adoraban los israelitas (Jue 2,13). En el intrincado mundo de la idolatría antigua aparecen infinidad de dioses que atraen el corazón de los hijos de Dios. Los diversos nombres que ostentan los demonios es lo de menos. Ellos son mentirosos. El hecho fundamental es que todos están interrelacionados y buscan solamente seducirnos, engañarnos y dañarnos. Astarté entra en las personas y familias por medio de las prácticas de tipo ocultista. Este campo es muy amplio y abarca todos lo recursos por medio de los cuales los seres humanos se acercan a los espíritus malignos para obtener beneficios. Magia, hechicería, curanderismo, vudú, espiritismo, invocación de los muertos, juego de la uija, juegos mágicos (panchito panchito, Andreíta andreíta, invocaciones ante el espejo, etc.) consulta a los adivinos y chamanes, tarot, religiones paganas (umbanda, candomblé, Wicca, satanismo, luciferismo, etc.). La Biblia nos dice que Dios abomina de manera especial de estas prácticas diabólicas. En Dt 5,9 y en Ex 20,5, Yavé dice que Él es celoso y que castiga a las familias que hacen brujería hasta la tercera y cuarta generación.
Mucha gente dice que esto no es más que una manera de expresarse propia de la cultura semítica de aquella época. Yo, con mi pequeña experiencia digo que es totalmente cierto que el pecado de adoración a los falsos dioses trae sobre quien lo comete y sus descendientes consecuencias espirituales y materiales muy graves. Hay verdaderas maldiciones que pasan de padres a hijos y nietos y bisnietos y tal vez más allá. Maldiciones de diversas especies. Sobre todo esto se da cuando los padres de familia llevan a sus hijos a donde magos o brujos y les “hacen trabajos” para “protegerlos” de enfermedades o “conseguirles bendiciones o beneficios” materiales. El padre y la madre tienen un grandísimo poder sobre sus hijos y descendientes. Como son los que dan la vida y los niños dependen totalmente de ellos, cuando invocan los poderes de los demonios sobre sus hijos, éstos quedan como marcados o lesionados. El hecho de visitar a un practicante de brujería es ya un “pacto” implícito con los espíritus malignos. Hay una especie de entrega del niño a los demonios.
Con el tiempo van apareciendo variadas consecuencias que van a afectar a la familia entera en mayor o menor grado. Afectaciones psíquicas y emocionales como rebeldía, ira, violencia desmedida, malcriadez, incapacidad para orar, rechazo a Dios ya las cosas sagradas, frialdad espiritual, ateísmo, depresión, aislamiento, tristeza, cerrazón del entendimiento, etc. Igualmente encontramos dolores de cabeza, ahogamiento, dolores musculares, ganas de vomitar, se crece el vientre hasta parecer un embarazo de varios meses en las mujeres, esterilidad, homosexualidad, alcoholismo, obsesiones suicidas,… Las consecuencias repercuten después en el matrimonio que contraen, creando dificultades entre los cónyuges. En la casa se experimentan presencias que provocan miedo, pesadez en el ambiente,… Durante el sueño se dan pesadillas horrendas, sienten que los tocan, que alguien se sienta en la cama; durante el día hay visión de sombras, de personas que pasan enfrente y desaparecen, se abren y cierran las puertas, los grifos del agua, se caen los objetos, etc. etc.. Se da la ruina económica, el fracaso en los negocios, los pleitos en familia, las divisiones entre hermanos, los conflictos etc…
Tristemente hay familias que de generación en generación hacen prácticas ocultistas. Casi siempre esto sucede por ignorancia y por engaño de parte de los brujos que prometen maravillas a los incautos al mismo tiempo que les exigen cifras astronómicas de dinero por los “trabajos”. Es necesario proteger a los niños, adolescentes y jóvenes de la atracción que sienten por todo esto, y especialmente de las prácticas de tipo esotérico que se ofertan en internet. Los mismos compañeros de clase son a menudo instrumentos para arrastrar a los jóvenes en este mundo que puede desembocar en las sectas de tipo satánico o luciferino. El pastoreo de los padres de familia debe ser permanente, no sólo para prohibirles entrar en ese mundo de lo esotérico, sino para instruirlos sobre la gravedad de esos actos y sus consecuencias y sobre todo para sanarlos. En el Diario Espiritual no se trata directamente de estos pecados pero va de sí que la Llama de Amor nos lleva a abominar de estas prácticas diabólicas.