LA FAMILIA ENTERA DEBE ORAR INTENSAMENTE
La devoción a la Llama de Amor nos lleva a amar intensamente las almas del purgatorio. Isabel Kindelmann recibió la gracia de asistir con sus oraciones de manera permanente a estas almas en estado de purificación. María Santísima le dice el 31 de Agosto de 1963: “Premio, hijita mía, el gran anhelo y compasión que sientes de las almas del purgatorio. Hasta ahora rezaste tres Avemarías en mi honor por la liberación de un alma. Ahora para calmar tu anhelo, en adelante diez almas se liberarán del lugar de sufrimientos”. Con esta enseñanza aprendemos el valor del rezo del Santo Rosario. Es tan poderoso que vacía el purgatorio. Igualmente descubrimos lo que la piedad de la Iglesia nos ha dicho: por voluntad de Dios María consuela y ayuda a las almas del purgatorio. Nos encontramos ante un misterio que solamente por la Fe en la enseñanza de la Iglesia podemos en cierto sentido captar. Nuestros pecados nos separan de Dios. Ofendemos a la santidad divina. Hasta la más pequeña falta es un obstáculo que nos impide unirnos a Él después de muertos. Nuestras almas tienen que ser purificadas antes de llegar a contemplar cara a cara el rostro del Señor. Infinidad de católicos han olvidado esta verdad de Fe.
Si estuvieran conscientes de que hasta la más pequeña ofensa al Creador merece el fuego del purgatorio evitarían cometer la menor falta a los mandamientos de la Ley de Dios. Cuando no creemos en la existencia del purgatorio no oramos por los difuntos. Tampoco evitamos el pecado. Nos imaginamos que al morir iremos directamente al Cielo. Esta mentalidad negacionista del purgatorio ha hecho muchísimo daño a la Iglesia. La Virgen María viene en el Diario Espiritual a renovar la Fe de la Iglesia en un punto de trascendental importancia: Hay evitar hasta el pecado más pequeño; es necesario optar por la más grande santidad en nuestra manera de vivir; hay que ejercer la más grande caridad al orar y sacrificarnos por las almas del purgatorio.Hablando de la acción diabólica en la familia debemos decir que todo pecado es una puerta abierta a la entrada de los espíritus malignos al ámbito del hogar. El pecado es causa de la condenación eterna y de los tormentos del purgatorio. El deber primordial de los padres de familia es iluminar la conciencia de sus hijos haciéndoles ver que lo más importante en la existencia humana es vivir en plenitud el primer mandamiento de la Ley de Dios: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…sobre todas las cosas. Esta es la defensa más poderosa contra Satanás y sus espíritus malignos.
El Amar a Dios con todo el corazón nos lleva a evitar hasta el más pequeño pecado y por lo tanto nos libera del infierno y del purgatorio. En los exorcismos y oraciones de liberación Dios permite que algunas veces las almas del purgatorio se hagan presentes para solicitar ayuda. Lloran, gimen, piden suplican misas, rosarios, viacrucis…Hay personas que tienen el don de ver las almas de los difuntos; otras que reciben por permisión divina visitas de las almas del purgatorio; siempre vienen a pedir oraciones y sacrificios. Cada familia debe renovarse en la oración. El principal llamado del Inmaculado Corazón de María con su Llama de Amor es a la oración intensa en familia. No es solamente rezar el Rosario. Esto debe tenerlo en cuenta todos los miembros del hogar para no interferir con la voluntad de la Virgen. La familia solamente se puede salvar y renovar si se ora con intensidad, no mediocremente y a regañadientes. Las almas del purgatorio tienen un gran poder de intercesión ante Dios.
Cuando oramos por ellas estas almas interceden eficazmente por nosotros. Hay que tener en cuenta que también cada uno de nosotros pasaremos por el purgatorio. Si enseñamos a los hijos la verdadera doctrina de la Iglesia sobre la purificación de las almas no nos olvidarán y orarán continuamente por nosotros. No basta con ofrecer un novenario de misas al fallecer y en los aniversarios. Es necesario que nuestras oraciones acompañen largos años, muchos años a nuestros difuntos. Igualmente la santidad de vida de la familia es un gran consuelo para ellas. El fruto de la Llama de Amor en los hogares consiste en llevar la familia entera a la más elevada santidad de vida. No sólo a evitar el pecado, sino a producir abundantemente los frutos del Espíritu Santo por la práctica ferviente de las obras de misericordia. Familia que no produce santos es una familia fallida para el Plan de Dios.