LAS CONSECUENCIAS DE LOS PECADOS DE IDOLATRÍA Y HECHICERÍA (2)

La calidad de vida cristiana de los  padres y madres de familia es completamente determinante para la Fe de los hijos. Es de trascendental importancia que aquellos a quienes Dios llama a fundar una familia se preparen con gran esmero. Los niños deben ser instruidos en el contenido de la Doctrina Católica y en la práctica de los mandamientos de la Ley de Dios, de tal manera que cuando llegue el momento puedan ir al matrimonio con todos los elementos que les ayudarán a fundar su familia en Cristo Jesús. Toda la vida de la familia será un combate contra las fuerzas del enemigo que tratará de herirla. Dios nos llama a formar parte de una familia según Cristo para llevarnos a un alto grado de santidad. La familia falla su cometido cuando sus miembros no responden adecuadamente a este llamado.  Si los nuevos esposos van al matrimonio con una conciencia cristiana bien formada estarán siempre atentos para proteger su hogar de los ataques de los enemigos espirituales y llevarlos por el camino de la santidad cristiana. Si están mal formados en la Fe o no la tienen, serán malos pastores y dejarán que el enemigo entre y destruya el rebaño. El peor de los casos es cuando los padres de familia están en contubernio con el enemigo de manera consciente o de manera inconsciente.

De manera consciente cuando están al servicio de Satanás como hechiceros; de manera inconsciente cuando practican la hechicería como clientes de los hechiceros. Los brujos o hechiceros son personas que  hacen pacto con Satanás para adquirir poderes diabólicos que les permitan dañar a las personas u obtener beneficios temporales. Consideran la brujería como una profesión que les permite ganarse la vida. Los que recurren a los hechiceros como clientes lo hacen casi siempre por ignorancia culpable y lo que buscan es un beneficio: dinero, trabajo, salud, o dañar a algún enemigo por medio de maleficios. La Palabra de Dios condena tanto al hechicero como al cliente que va en busca de los servicios de aquel. Cuando en Ex 20,5 y en otros pasajes (Ex 34,7; Nm 14,18; Dt 5,9, etc.) se nos habla de que Dios castiga hasta la tercera y cuarta generación el recurso a los espíritus malignos (magia, hechicería, adivinación, espiritismo, etc.) nos está poniendo en guardia de las graves consecuencias que traen estos actos de culto a los demonios. Lo peor sucede cuando los brujos o los clientes “consagran su familia actual o a sus descendientes al Demonio” y se los entregan.

Cuando un padre o madre de familia lleva sus hijos a los brujos para que les hagan “un trabajo” se da también una entrega del hijo al poder de los espíritus malignos. En el plan de Dios el padre de familia es la cabeza de la esposa y de los hijos. El varón engendra a los hijos y tiene sobre ellos un gran poder espiritual. Isaac bendice a Jacob y por este gesto pasan las promesas divinas. Esaú, el primogénito a quien correspondían, queda privado de ellas (Gn 27,22-30). Cuando el padre de familia consagra sus hijos al Demonio o el padre o la madre llevan al hijo al hechicero para que le hagan un trabajo de cualquier tipo que sea, los hijos quedan gravemente afectados y esto puede extenderse a las generaciones que vienen. Cuando un padre maldice a sus  hijos esta maldición atrae misteriosamente el mal sobre ellos. Los servidores de Satanás son deshonestos y mentirosos como su patrón. Los que recurren a ellos en vez de recibir beneficios por los trabajos que piden, quedan espiritual y físicamente dañados.

Son infinidad los casos de posesiones e influencias de diversa gravedad que provienen del recurso a los hechiceros. Ya lo hemos dicho: pérdida de la Fe, frialdad para con Dios, imposibilidad de comprender y amar la Palabra de Dios, rechazo de los medios de salvación, indiferencia religiosa, rechazo a la Virgen María, división en el interior del hogar, pleitos permanentes, vicios de todo tipo, ruina económica, dolores físicos, fenómenos en el cuerpo, inflamación repentina de la barriga, rasguños, movimientos en el vientre, golpes, moretones, apariciones nocturnas, incapacidad para pensar y concentrarse, dolores sin causa aparente, les mueven la cama, las puertas se abren y cierran con estrépito, etc. etc. Los espíritus malignos se sienten con derechos sobre aquellos que han recurrido a ellos. Es necesario cortar definitivamente en las familias este gran pecado que tanto daño les hace. Se necesita muchas oraciones de liberación para lograr que las personas y las familias sean desatadas de las consecuencias del recurso a lo oculto.

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