LA DESINFORMACIÓN ACERCA DEL DEMONIO
Es increíble la cantidad de bautizados que están afectados de manera culpable por la acción de los demonios. Digo de manera culpable porque tal vez por ignorancia, pero de manera voluntaria, se han vuelto servidores y adoradores de Satanás. Una de las más grandes responsabilidades del bautizado es estar bien informado acerca del contenido de su Fe y de manera especial sobre la naturaleza y acción de los enemigos de su salvación. Los primeros enemigos son los demonios. Hay que saber qué son, cómo actúan, cómo detectarlos y cómo huir de ellos. Cuando las personas y los pueblos no están bien evangelizados y catequizados se da un fenómeno aberrante: el sincretismo entre cristianismo y las prácticas diabólicas.
Bautizados que al mismo tiempo que practican elementos de la Fe católica, o se dicen “cristianos” recurren a prácticas demoníacas expresamente prohibidas en las Sagradas Escrituras: espiritismo (invocación de los muertos, juego de la tabla uija), adivinación, magia, bujería, hechicería, santería, vudú, limpias, culto a los demonios, santa muerte, etc. Son innumerables los grupos, sectas, organizaciones, asociaciones, movimientos, que propagan a nivel local y mundial la adoración y servicio a los espíritus infernales. Con muchísima razón dice Jesús: “los envío como ovejas en medio de lobos”. Quienes recurren a estas prácticas lo hacen con la ingenua intención de recibir beneficios “espirituales”, materiales (salud, bienestar, armonía familiar, etc. ) económicos (dinero, riquezas, trabajo, etc.). La realidad es que quienes recurren a esto son vilmente engañados y en vez de quedar libres caen bajo el poder de los espíritus malignos.
Satanás es el padre de la mentira y los espíritus malignos inferiores transmiten el engaño a todos aquellos que de una u otra manera entran en contacto con ellos. Muchos, por ignorancia o ingenuidad, se burlan de este mundo porque consideran que es folklore ancestral, que son prácticas meramente supersticiosas sin reales consecuencias negativas, o se trata de falsedades incompatibles con la ciencia. Quienes niegan la existencia de los espíritus malignos lo hacen por ignorancia. Por muy “científicos” que sean no tienen la experiencia de la acción demoníaca en las personas que practican estas supersticiones. La Palabra de Dios es clara y taxativa cuando se refiere a estas prácticas de culto a los demonios. Son muchísimos los textos bíblicos que prohiben el recurso a los espíritus malignos, la invocación de los muertos, las prácticas mágicas, la búsqueda del conocimiento por medios ocultos, etc. ¿Por qué lo prohibirían si no representase un mal terrible para los seres humanos?
El hecho es que quienes van en búsqueda de beneficios al mundo de lo oculto resultan tremendamente dañados, en la Fe, en sus intereses espirituales y materiales, en su mismo cuerpo, en su familia. Ellos y sus descendientes. La amenaza que Dios nos hace al decirnos que estos pecados tienen repercusiones hasta la cuarta y quinta generación, es una gran verdad. El Señor al prohibirnos estas prácticas quiere protegernos de la malicia de los demonios y de nuestra propia debilidad espiritual. Es necesario saber que todo recurso al mundo de las tinieblas es materia de “pecado mortal”. Que quien las practica peca gravemente porque es una verdadera idolatría y ofende gravemente al Creador. Hay que hacer un examen de conciencia y renunciar a estas maneras de proceder y pedir oraciones de liberación o en su caso el exorcismo porque los que se entregan a estos procederes quedan atados por los espíritus malignos en diversos grados. Es necesario sacar de las casas los objetos ligados a las prácticas mágicas y quemarlos o destruirlos. Es necesario renunciar de corazón a este pecado, confesarlos y recibir la absolución.