LA VIRTUD DE LA HUMILDAD DERROTA A LUCIFER

La gran tentación con la que el Demonio confunde a la sociedad actual es el llamado “Pelagianismo” que consiste en querer salvarse por las propias fuerzas sin necesidad de la gracia de Dios, sin necesidad de llevar la cruz de Cristo cada día. En el fondo se trata de una gran soberbia, la soberbia luciferina. El Demonio engaña a los hombres haciéndoles creer que son los dueños y el centro del universo.  La devoción a la Llama de Amor es una verdadera escuela en la que se aprende a vivir en el seguimiento  de Jesucristo llevando como Él las cruces que Dios nos envía con la finalidad de  que nos asemejemos a su Hijo. Es notorio que en el Diario Espiritual tanto Jesús como la Virgen María insisten todo el tiempo en la humildad.

Isabel entra en la “escuela de la humildad” en donde a punta de humillaciones será preparada a la gran misión de entregar Llama de Amor. El modelo es Jesús crucificado: “Mira mi rostro desfigurado y mi cuerpo torturado. ¿No he sufrido para salvar las almas? Cree en Mí y adórame” (DE primeras páginas). Al ir examinando el Diario Espiritual de Isabel las palabras: sacrificio, dolor, renuncia, mortificación, humillación, humildad, reparación, arrepentimiento, sufrimientos, sumisión, ofrecimiento de dolores, cruz, martirio interior, persecución, incomprensión, tormentos espirituales, objeciones, etc. aparecen repetitivamente para dejar bien claro que ante los ojos de Dios lo que cuenta es la humildad de Isabel y no sus fuerzas humanas o su inteligencia. “A la humillación, mírala siempre como el instrumento más grande, que asegura siempre fruto abundante para tu trabajo durante toda tu vida. …¡Busca y ama la humillación! Eso hice Yo también. Para hacerlo encontrarás en Mí una recompensa abundante” (DE 21-8-1962). 

Cristo crucificado, sus llagas santísimas, es la fuerza de Dios sobre la que Isabel debe edificarse. “Precisamente a través de tu pequeñez incapacidad y humildad va a ponerse en marcha mi Llama de Amor, mansamente, sin ninguna violencia. Por esto, ten cuidado y guárdate en escondida humildad. Tendrás que vivir en continuas humillaciones externas e internas, porque sólo así puedo guardarte para entregar a través de ti mi Llama de Amor” (DE 15-9-1962).  No debemos extrañarnos de que Dios nos mande cruces y sufrimientos para salvarnos del engaño de Lucifer. El Demonio  es vencido por la humillación de Jesús y de María.  Su soberbia no resiste la Cruz de Cristo. La piedra angular sobre la que se levanta el combate victorioso contra Lucifer es Cristo crucificado y humillado hasta la muerte y muerte de cruz (Fil 2,8). 

Dios no tiene necesidad de nuestras fuerzas para derrotar al Enemigo pero sí de nuestra humildad. Así como Jesús se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz,  el discípulo debe hacerse también obediente a la Voluntad de Dios. Esta es la enseñanza más importante que han de recibir los niños y jóvenes para salir incólumes de las asechanzas de Lucifer. La familia ha de ser una escuela en la que se enseñe a los niños a imitar a Jesucristo, especialmente su humildad.  El reino de las tinieblas se ha apoderado de los medios de comunicación. Niños, adolescentes, jóvenes, adultos somos bombardeados continuamente para hacernos creer que los triunfadores de esta vida son los arrogantes, los poderosos, los inteligentes, los que ejercen violencia, los sabios según este mundo, los que a cualquier precio alcanzan el poder y la riqueza. 

Todo esto es obra de Lucifer. Es su marca. El príncipe de este mundo fue derrocado el día en que Cristo murió en la Cruz. Ya perdió la batalla global. Sin embargo cada ser humano debe ganar su propia batalla, so pena de quedar para siempre bajo su dominio bestial  de  este falso príncipe. Esta victoria se logra en la medida en que renunciamos a seguir a Lucifer y aceptamos seguir a Jesucristo llevando con Él su Cruz. No existe otro camino, no se puede pactar con Lucifer, no se puede negociar con él. El principal trabajo evangelizador de los padres de familia está precisamente aquí: enseñar a sus hijos a aceptar con Fe la Cruz de cada día y a llevarla con alegría. De la Cruz brota la luz que nos permitirá discernir con claridad los engaños del Maligno y derrotarlo.

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