RESTAURAR EN LA FAMILIA LA ORACIÓN Y EL AYUNO (1)

No cometamos el error de creer que la Devoción a la Llama de Amor consiste solamente en rezar el rosario y repetir la jaculatoria “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad” y que con esto, Satanás es cegado y vencido. Eso sería entender mal las enseñanzas de la Virgen María. El objetivo de Nuestra Señora al darnos su Llama de Amor es llevar pedagógicamente a todas las familias a vivir como se debe el Santo Evangelio.  No imaginemos que la familia de Isabel era “extraordinaria”. Ni que la misma Isabel fuera una santa cuando comenzó a escuchar las voces de Jesús y de María.  Ni que a la muerte de Isabel su familia hubiese llegado a ser una familia cristiana “modelo”. En toda la historia del cristianismo solamente hay una familia que podríamos llamar “modélica”: la de Nazaret. Los discípulos de Cristo tratamos de imitar las virtudes que Jesús, María y José nos enseñaron y que están ampliamente dibujadas en los libros de la Biblia, especialmente en el Nuevo Testamento. 

 Los escritos autobiográficos de Isabel en su Diario Espiritual nos permiten ver cómo una mujer muy humilde, sencilla, común y corriente, es conducida por Jesús y María a la santidad cristiana. Todos nosotros, especialmente las madres de familia, podemos aprender de ella a escuchar la voz de Dios y a ponerla en práctica.  Jesús y María son los únicos “modelos perfectos” que debemos imitar; Isabel, como los demás santos, nos animan desde sus debilidades e imperfecciones a seguir a Cristo. Hoy les quiero hablar de dos cosas super importantes que el Diario Espiritual nos señala para que la familia pueda vencer los ataques de los espíritus malignos: el AYUNO y la ORACIÓN. Desgraciadamente en la Iglesia Católica se ha perdido la “escuela del ayuno y la oración”. Esto ha sido una verdadera “catástrofe espiritual” que la ha debilitado y la ha puesto “contra las cuerdas” como a un boxeador golpeado salvajemente por su contrincante.

Jesús y María le piden a Isabel “que ayune”, que se mortifique no sólo privándose de alimentos en determinados días, sino más aún que renuncie a “dar sabor” a lo poco que come quitándole cualquier condimento. Esta enseñanza es importantísima. Esta clase de demonios solamente se vence con “oración y ayuno” dice Jesús (Mat 17,21).  Con muchísima razón la Virgen está pidiendo que las familias “ayunen y oren” porque en estos últimos tiempos Satanás está lanzando contra la familia un ataque “sin precedentes” en la historia de la Iglesia. Es necesario que “re-aprendamos” a ayunar y orar como se debe para vencer en el combate contra Satanás. Tenemos que ir a la Escritura y a la enseñanza de la Iglesia primitiva para comprender el poder del ayuno y de la oración en la lucha contra los ataques del Maligno.

Mucha gente anda buscando afanosamente “oraciones de sanación y liberación”, pero olvidan y descuidan lo más importante: que antes que nada hay que poner en práctica lo básico, la oración y el ayuno. No se trata de privarse de comida, como si esto fuera el ayuno que Dios pide. En este caso ayunar sería “ponerse a dieta”. Es muchísimo más que esto. El ayuno según la tradición de la Fe católica es “un estilo de vida”, una manera de vivir  que prácticamente engloba toda la existencia del discípulo de Cristo. Lo opuesto al ayuno cristiano está representado en la actitud del fariseo que ampulosamente ora en el templo despreciando al publicano y vanagloriándose de ayunar dos veces por semana (Lc 18,11).

 Jesús le dice a Isabel: “Entrégate por completo a Mí, hijita Carmelita, sólo así puedes hacer sacrificios por Mí. Te pido algo grande. ¡Escúchame no temas! Se muy humilde y pequeña, así serás apta para cumplir mi encargo. Cada jueves y viernes ayuna a pan y agua y ofrécelo por doce almas sacerdotales. Cada uno de estos días pasa cuatro horas en mi divina presencia y ofrece reparación por las muchas ofensas que he recibido”. El Viernes, desde el medio día hasta las tres de la tarde, adora mi Sagrado Cuerpo y mi Sangre Preciosa que derramé por los pecados del mundo entero. El ayuno del viernes guárdalo hasta la hora en que mi Sagrado Cuerpo fue bajado de la cruz. El aceptar este sacrificio atrae gracias extraordinarias”. “¡Haz lo que te pido, hijita mía!” (DE sin fecha, en los inicios).  Aquí tenemos las primeras enseñanzas de Jesús sobre el ayuno.

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