¿CÓMO ACTÚAN LOS DEMONIOS DE CONFUSIÓN?

La principal preocupación de los demonios es entenebrecer la mente del hombre para que no vea con claridad cuál es la voluntad de Dios.  Por ese motivo la Iglesia nos recomienda invocar constantemente la Luz del Espíritu Santo: “Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu Amor…” Ese fuego ya lo sabemos es Jesucristo, es la Llama de Amor. Uno de los puntos más importantes en el combate contra el reino de las tinieblas es el de proteger nuestras facultades contra la confusión que los espíritus malignos procuran crear en torno a la inteligencia y la voluntad. Si el cazador tiene bien puesta la “mira” fácilmente derribará a la presa. Si la “mira” está desviada, errará el tiro. Satanás y sus servidores quieren desviar nuestra atención de lo esencial para que pongamos la mira en lo accidental.

Satanás es el Mentiroso, el Padre de la Mentira y de los mentirosos, el engañador, el falsificador, el creador de toda confusión en nosotros, en la Iglesia, en el mundo. Allí donde está lo falso, el error, la equivocación, la mentira, el engaño, allí está la marca de Satanás. No hay lugar en donde Satanás no pueda entrometerse, nos dice la Virgen. Su objetivo es impedir que nos adhiramos a la Verdad que es Cristo Jesús: “Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida” dice el Señor. Por eso debemos estar siempre alertas a nuestros pensamientos, sentimientos, deseos y acciones para ver si son los de Cristo o son los del “mundo-demonio-carne”. La vigilancia es una de las virtudes cristianas más importantes: “Vigilad y orad para no caer en la tentación”. 

En el Diario Espiritual Jesús y María exhortan encarecidamente a Isabel a estar atenta, a vigilar, a no dejarse sorprender por el enemigo. La Sabiduría de Dios, la Ciencia de Dios, es Jesucristo. El 29 de Febrero de 1964 Jesús le dice a Isabel: “Envuélveme con tu amor que recoge mi Sagrada Sangre que mana de la herida de mi costado. “¡Contémplame, contémplame! ¿Habrás visto en tu vida criatura tan lastimosa, comparable a Mi?” …(que) ¡nuestro interior sienta lo mismo, que el pensamiento de nuestras mentes sea uno! 

La primera vigilancia es “conocer a Jesucristo” por la contemplación y el estudio. Si no conocemos quién es Jesús; cómo piensa y siente  somos víctimas seguras del Maligno. De allí la gran importancia de “orar y estudiar la Palabra de Dios” y la enseñanza oficial de la Madre Iglesia. Allí esta la Verdad que nos protegerá y cegará a Satanás. Si nos ceñimos con el cinturón de la Verdad, venceremos al enemigo (Ef 6). Quienes la ignoran se precipitan en las vorágines que promueve el Maligno con la orgullosa convicción de que “tienen la verdad”.  La segunda vigilancia es conocer cómo actúan los operadores de la mentira para poder defendernos de sus ataques. Si conocemos la estrategia del enemigo estaremos a salvo.

Su movida consiste en  proponernos como solución de los problemas a alguien o algo diferente de Cristo. El Demonio buscará la manera de que pongamos en el centro de la existencia a nuestro propio YO. “Mi propia realización” por encima de todo. Es la idolatría de sí mismo disfrazada de muchas caretas. Entonces entronizamos a los falsos dioses en el templo de nuestros pensamientos, sentimientos, deseos y acciones. Estos dioses son innumerables…: el dios EGO, los dioses dinero, trabajo, familia, marido, mujer, hijos, salud, ciencia, partido político, poder, popularidad, ideología, sexo, placer, vicios, religiones, Nueva Era, Yoga, filosofías, …etc. Detrás de cada careta está el Mentiroso. Estos dioses parecen bonitos, atrayentes, simpáticos, interesantes, prometedores, pero son…pura ilusión.

Entre los muchos espíritus malignos que atacan la INTELIGENCIA, la MEMORIA, la VOLUNTAD, tenemos a estupidez, letargo, incapacidad de razonar, incapacidad de comprender lo que se lee o escucha, cerrazón de la mente, de la inteligencia, confusión mental, bipolaridad, locura, olvido, pereza intelectual, retardo mental, ateísmo, rechazo a Dios, negación de Dios, indecisión, desconfianza en la razón, desobediencia, agnosticismo, racionalismo, soberbia intelectual, idolatría de la ciencia, negación de la verdad, testarudez, apegamiento al propio juicio, debilidad intelectual, desatención, falta de concentración, incapacidad para leer, comprender, proclamar, explicar, memorizar  la Palabra de Dios, rechazo a la Palabra de Dios y a los Sacramentos,  Rechazo y desprecio a la Cruz de Cristo, Rechazo al sacrificio, Amor a la mentira, al fraude, al robo, al desorden, etc. Detrás de estos conceptos hay entidades espirituales con  diversas connotaciones que trabajan unidas con un sólo propósito: apartarnos de Jesucristo.

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