Los esposos debe volver sus ojos a las enseñanzas de la Iglesia
El camino que Isabel Kindelmann recorre tomada de las manos de Jesús y de María para tratar de convertir nuestra familia en un Santuario Familiar. El Diario Espiritual «no es un manual». No lo podemos seguir como se pone en práctica la guía que viene con una cámara fotográfica o con un teléfono celular. Hubiese sido más fácil. Si revisamos el Diario nos damos cuenta de que no nos dice mucho acerca de la familia de Isabel, de su vida íntima. No nos narra más que en pinceladas muy tenues lo que sucedía en el interior de su hogar. Esto puede ser una ventaja para nosotros porque nos deja la libertad de aplicar de una manera creativa y personalizada lo «esencial», es decir las enseñanzas del Señor y de su Madre Santísima. Cada familia es única y debe encontrar su propio camino de santificación aplicando a sus circunstancias los principios generales. Nos sorprendemos al revisar el indice de que el contenido del Diario se concentra en apenas unos cuantos años, seis: 1961 a 1966. De los años 1971,1975,1977,1980,1981 apenas tenemos unas cuantas líneas. En verdad nos hubiera gustado saber más de lo que Isabel vivió en esos largos 24 años (1961 a 1985) desde su primer encuentro con Nuestro Señor, hasta su muerte. Habrá que encontrar la clave de este gran silencio en los designios de los Maestros: Jesús y María. No le pedían a Isabel una «biografía». De hecho falta una biografía de Isabel Kindelmann que venga a llenar todos estos vacíos y nos ayude a comprender mejor el mensaje.
Dicho sea de paso la introducción de la causa de beatificación de esta Sierva de Dios obligará necesariamente a recoger los testimonios tanto de sus hijos y familiares como de los amigos y conocidos que la rodearon en vida, para escribir acerca de su vida y de los primeros pasos del Movimiento de la Llama de Amor. Hay algunas líneas que nos ayudan a comprender la pedagogía divina en el caso de Isabel. El Señor la ha conducido por el camino de la humildad y la discreción. Santa Teresa de Jesús e Isabel Kindelmann son dos temperamentos muy diferentes. La Fundadora del Carmelo es dinamita pura; la mensajera de la Llama de Amor es la violeta escondida que difícilmente enseña su corola. Jesús le dice a Isabel: «Tú eres el apuntador del drama divino» (pág. 310). En las obras de teatro el apuntador es una persona que no se ve, está escondida, pero que tiene en sus manos el libreto y va «soplando» a los actores lo que tienen que decir en el caso de que se olviden de su texto. Jesús quiere a Isabel «escondida». Los actores son Jesús y María, el instrumento humilde es la Sierva de Dios.
Por otro lado nos damos cuenta de que el Señor la va llevando a experimentar grandes sufrimientos no sólo en el interior de su alma sino también en el cuerpo (Cf. págs 298-299). Un gran cansancio físico la acompaña y le cuesta mucho escribir: «Mientras escribo, muchas veces siento en mí una grande inhibición…muchas veces me paraliza por completo…En estas ocasiones me abandona la fuerza y dejo de escribir. Durante días, hasta semanas, ni lo tomo en mis manos. Sólo cuando Él, por su presencia, manifiesta severamente que es Él el que quiere que yo escriba estas cosas, entonces una y otra vez me pongo a hacerlo». (págs. 295-296, POR EL EFECTO DE GRACIA DE MI LLAMA DE AMOR….) Vemos que desde 1966 hasta 1985 prácticamente Isabel no escribe más que unas líneas. El mensaje está dado en apenas seis años. La mensajera no importa, lo que importa es el mensaje. Sin embargo esperamos que en Hungría se den la tarea de recopilar todos los datos y testimonios que nos ayuden a comprender mejor a esta mensajera porque querámoslo o no, mensajera y mensaje van muy unidos. En resumen podríamos decir que cada pareja de esposos debe volver sus ojos a las enseñanzas de la Iglesia para ir configurando según sus propias circunstancias su SANTUARIO FAMILIAR. Isabel no nos dice: imítenme a mí y a mi familia, hagan como yo. Ella simplemente pone en práctica, dentro de sus circunstancias locales, lo que la Iglesia nos enseña en su tradición de dos mil años.