La Llama de Amor; El haz de Luz

Meditando en el Diario de Isabel las palabras que Jesús nos dice acerca de las familias. La Llama de Amor actúa «cegando a Satanás». Pero, ¿qué o quién es lo que ciega al Diablo?  La Llama de Amor. El haz de Luz». María Santísima nos explica: La Llama de Amor de mi Inmaculado Corazón es mi Hijo Jesús. Quien ciega pues los ojos del Demonio es Jesús. La Jaculatoria es un medio excepcionalmente poderoso por medio del cual obtenemos la eficaz intercesión de María. Le pedimos ( Virgen María) «derrama el efecto de Gracia de tu Llama de Amor». Derramar el «Efecto de Gracia» significa danos a Jesús, llévanos a Jesús, entréganos a Jesús. 

La jaculatoria para obtener la Llama de Amor está en íntima relación con la Santa Misa. Dice María Santísima en la pág. 132 «Si asisten a la Santa Misa cuando no hay obligación y están en gracia de Dios, derramaré la Llama de Amor de mi Corazón y cegaré a Satanás durante este tiempo. Mis gracias afluirán abundantemente a las almas por quienes la ofrecen. La razón de ello es que Satanás hecho ciego y despojado de su poder, no podrá hacer nada». Aquí hay algo muy interesante. Nuestra Señora dice: » (YO) Derramaré ….y cegaré a Satanás. Ella dice: «Mis gracias …» La Virgen en este caso habla en primera persona, como si fuese Ella la que ciega al Demonio. En muchas otras ocasiones vemos que María se identifica a tal punto a su Hijo que son como una sola cosa juntos. Cuando María afirma que es Ella la que da las gracias en realidad lo que nos quiere decir es que su condición de Madre de Dios le permite obtener de su Hijo lo que Ella pide. Es su papel de «mediadora» entre su Hijo y nosotros, patentizado ya en las Bodas de Caná. En otro pasaje (pág. 178) recalca la misma idea: «Y Yo el Rayo Hermoso de la Aurora cegaré a Satanás». Si María ciega a Satanás es porque su Inmaculada Concepción es el fracaso más grande de Satanás y el triunfo de Dios sobre el pecado original. 

El Demonio frente a María Inmaculada se siente totalmente derrotado y humillado. En definitiva no es María quien ciega al Demonio, es Dios, pero Ella es el INSTRUMENTO ACTIVO Y PARTICIPATIVO escogido por Dios para darnos al que ES LA LUZ. Dios de Dios, Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero: su Hijo Jesús. Hay que tener en cuenta algo super importante: Que esta Gracia de la Llama de Amor viene del PADRE ETERNO. Que esa Gracia ES JESÚS, y que Jesús actúa en nosotros por medio de su ESPIRITU SANTO. En definitiva la Gracia de la Llama de Amor es en realidad la acción de la Santísima Trinidad en el interior de nuestros corazones. Las tres personas de la Santísima Trinidad siempre actúan juntas. Dice Jesús a Isabel que la oración «Que nuestros pies vayan juntos, que nuestras manos recojan unidas…», también ciega a Satanás. Nos damos cuenta de que la ceguera de Satanás no está ligada a una fórmula sino a la persona santísima de Jesucristo. La fórmula es simplemente un vehículo, un medio para invocar a Jesús. Hay muchos medios para cegar a Satanás porque no es el medio el que lo ciega sino Jesús. 

Esta realidad nos permite ser libres respecto de las «fórmulas». No podríamos convertir la invocación: «Derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor sobre toda la humanidad en un ABSOLUTO INFALIBLE Y EXCLUSIVO, sino en un MEDIO PRIVILEGIADO y siempre relativo e inferior a los MEDIOS FUNDAMENTALES para cegar al Demonio, que son la Palabra de Dios y los Sacramentos, en especial la Eucaristía y la Confesión de los pecados. Estar claros y conscientes de esto nos permite vivir la espiritualidad de la Llama de Amor en total armonía con la Iglesia, insertos en la economía santificadora de nuestra Madre Iglesia, pero gozando de la feliz intimidad y poderosa intercesión del Corazón Inmaculado de María. Si recapitulamos vemos que María es el Instrumento del Padre-Hijo-Espíritu Santo para humillar al príncipe de este mundo y llevar a la iglesia a la victoria contra el enemigo de nuestra salvación. 

El Diario Espiritual pone en evidencia la íntima e inseparable relación entre el Hijo y la Madre, hasta tal punto de que los sentimientos del Hijo son los sentimientos de la Madre. Y cosa maravillosa, el poder el Hijo es el mismo poder de la Madre, no porque María sea en sí misma poderosa, sino porque el amor del Hijo para la Madre es tan perfecto que todo lo que es del Hijo es de la Madre. Ya lo demostró Ella en las bodas de Caná: «Hagan lo que Él diga».

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