¿Por qué llamamos a la Virgen María nuestra Madre Espiritual?

Cuando hablamos de la Llama de Amor del Inmaculado Corazón, estamos hablando de Jesucristo pero también de María Santísima. La palabra “Corazón” designa a la persona Madre de Jesucristo (el único Mediador entre Dios y los hombres). María tiene en la historia de la salvación una vocación única pues su “Corazón” es la representación íntima de su relación perfecta de Hija de Dios Padre, Madre de Dios Hijo (y a través del Hijo, Madre espiritual nuestra) y Esposa del Espíritu Santo. Por el símbolo de “Su Corazón” Ella quiere hacernos ver su relación trinitaria: la absoluta y total donación de sí misma a Dios, su amor sin límites a la Trinidad Santísima: su Fiat absoluto a la voluntad de Dios.

La vocación de María es la de toda la Iglesia. El Vaticano IILumen Gentium (Cap 8) ) y la Exhortación Apostólica Marialis Cultus (MC) del Beato Pablo VI, nos la presentan al mismo tiempo como Madre de la Iglesia y como miembro excelso del Cuerpo de Cristo. Total y absolutamente unida a la Vocación de su Hijo que es el Redentor y Mediador ante el Padre Celestial. Ella “participa de manera subordinada” a ese misterio de la Redención y Mediación de Cristo ante el Padre.

Por esa vocación de Madre de la Iglesia la Virgen María va a desempeñar para toda la humanidad y especialmente para las familias el papel de intercesora, corredentora y co-mediadora.

Es importante recordar que Cristo es el ÚNICO MEDIADOR Y ÚNICO REDENTOR, como lo explica San Pablo. Pero también sabemos que como bautizados en Cristo somos una sola cosa con Él, todos somos intercesores, corredentores y mediadores subordinados a Cristo. Es decir: podemos orar unos por otros y obtener gracias para nuestros hermanos, podemos ofrecer sacrificios unidos al sacrificio de Cristo y ayudar a la salvación de los pecadores. Esto hay que tenerlo muy en cuenta porque hay personas (los seguidores de Martín Lutero) que oponen María a Jesucristo y niegan que la Virgen pueda tener algún papel en nuestra salvación. Anulan así el papel fundamental de María Santísima (y de la Iglesia) en la salvación de las almas.

LA GRACIA DE LA LLAMA DE AMOR es obtenida por las súplicas de la Virgen (unidas a las súplicas del Hijo) al Padre Eterno, para que su Hijo ciegue a Satanás. Las súplicas de María (podemos decir con toda propiedad) ciegan a Satanás cuando invocamos su Inmaculado Corazón, en el cual habita la Llama de Amor que es su Hijo Jesucristo. María no cambió el agua en vino, sino que fue Jesús; pero la que obtuvo el milagro fue Ella por sus súplicas maternas en favor de los esposos en necesidad. Esta condición de la maternidad espiritual de María es la que debemos comprender y aprovechar para obtener segura victoria contra la acción de los espíritus malignos en el interior de la familia.

¿Cómo utilizar ese instrumento llamado “efecto de gracia de la Llama de Amor” en el interior de las familias? En sí el instrumento es la “poderosa intercesión de la Virgen María”. Hay que invocar a la Virgen en las familias pidiéndole que derrame el efecto de gracia de la Llama de Amor sobre toda la humanidad.

Muchísimos católicos no conocen ni aman, ni invocan a María Santísima. No pueden experimentar entonces su poder de Madre de la Iglesia. Hay que comenzar por conocer, amar e invocar con Fe a la Madre de Cristo y Madre nuestra. La Iglesia es la Familia de Dios y Dios ha colocado en ella la figura de una Mujer que “calladamente y en espíritu de servicio vela por ella y protege benignamente su camino hacia la patria, hasta que llegue el día glorioso del Señor” (MC Intr). La mejor manera de conocer y amar a María es vivir las fiestas litúrgicas año con año, profundizar la Palabra de Dios y el Magisterio de la Iglesia que en cada celebración nos es transmitido.

El Diario Espiritual de la Llama de Amor nos presenta a Isabel Kindelmann completamente unida a su parroquia viviendo y celebrando los Misterios litúrgicos. Hay familias que ni siquiera conocen su Parroquia ni a su sacerdote párroco. Nunca han hecho vida parroquial. El ejemplo de Isabel debe llevar a los padres de familia a procurar para todos los miembros de su hogar la participación en las celebraciones de Jesucristo, María y de los Santos preferentemente en su templo parroquial.

La devoción a la Llama de Amor aunque está llena de sentimientos de Amor a María, no es una devoción “sentimentalista”, sino que está basada en la Palabra de Dios y en el Magisterio de la Iglesia.

La verdadera devoción nos lleva en primer lugar al cumplimiento de la voluntad de Dios. Si vamos a utilizar el efecto de gracia de la Llama de Amor en nuestro proceso de sanación y liberación familiar, es indispensable que comencemos por conocer y amar a la Virgen tal como la Iglesia nos lo pide con su Liturgia renovada. Si no amamos a María y no confiamos en Ella, nuestro proceso de liberación y sanación familiar se verá estancado. Orar con el Cenáculo o recitar el rosario es una cosa relativamente fácil; lo que implica un reto es aplicar el poder de cegar a Satanás que tiene la Virgen a la vida diaria de la familia. Eso es lo que debemos aprender y aplicar.

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