¿Por qué decimos que la Llama de Amor es un “instrumento de victoria”?
Al leer y reflexionar el Diario Espiritual nos damos cuenta de que en nosotros y a nuestro alrededor se desarrolla un combate entre dos llamas. La Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María y la llama del odio de Satanás. La llama de Satanás ciega nuestra inteligencia y nuestro corazón. Ese es el objetivo primero del Demonio: impedirnos pensar correctamente e impedirnos amar. La mente y el corazón quedan ciegos, perturbados. La persona confunde el bien con el mal.
Isabel Kindelmann experimenta esta ceguera inducida por la acción diabólica: ella experimenta pensamientos terribles, gran confusión, gran incertidumbre, sensación de angustia, falta de paz, etc. Si en estas circunstancias no estamos ayudados por la Gracia de Dios sucumbimos al “embrujo diabólico”. Todos experimentamos de alguna manera estos momentos terribles del asedio demoníaco. Nos sentimos arrastrados, “forzados” por las ideas, los sentimientos. San Pablo nos dice: “hago el mal que no quiero y no hago el bien que quiero hacer” (Romanos 7:19-25).
Infinidad de personas experimentan la ceguera de las obsesiones; ataduras que son más fuertes que nuestra voluntad. Nos sentimos incapaces de vencerlas. El alcohólico no puede resistir la atracción del licor; el adúltero no puede deshacerse de la pasión que lo arrastra hacia otras mujeres; el homosexual se siente arrastrado hacia personas del mismo sexo; el adicto a las drogas, igual; el criminal siente el corazón lleno de un odio tan terrible que solamente respira venganza y muerte, el ladrón pasa sobre todas las normas de respeto al bien ajeno etc. ¡Esa es la acción diabólica! Satanás ha cegado nuestra inteligencia y corazón.
Es en este terreno donde actúa la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María. Su objetivo es doble: ¡CEGAR LOS OJOS DE SATANÁS! e ¡ILUMINAR LOS NUESTROS! Satanás queda ciego cuando la Llama de Amor lo embiste. Pierde fuerza y poder. Suelta la presa. La Virgen quebranta su cabeza, lo somete, le corta las garras y la cola; lo expulsa y lo estrella contra la Cruz de su Hijo. Satanás huye vencido, hasta la próxima ocasión. La Virgen ilumina nuestra inteligencia y enciende en nuestro corazón el amor a Dios; nos da la paz en medio de la tormenta, la esperanza de la victoria en medio de la lucha encarnizada.
La oferta que la Virgen María hace a los padres de familia es el “efecto de gracia de su Llama de Amor”. Su poderosa intervención les ayudará a combatir la presencia ineludible de Satanás contra su familia. El problema de los matrimonios es que han hecho a un lado a Jesucristo. Sobre todo los hombres. La enseñanza “laica” ha enfriado hasta tal punto los corazones, que ya están “programados” para llevar una vida “sin Dios”. Piensan que no tienen necesidad de la Gracia de Dios. Se creen autosuficientes. Esa es la ceguera que Satanás provoca. Hacernos creer que somos capaces por nuestras propias fuerzas de lograrlo todo. Y así se comienza el matrimonio: sin Dios y sin Cristo. Con un barniz de religiosidad popular. Pero sin verdadera Fe. Se construye una familia en la que Cristo NO ES EL CENTRO, sino un pegoste incómodo al cual se le dan unas migajas.
La Llama de Amor no es simplemente una devoción sino que ademas es un “instrumento de victoria”; o digámoslo de otra manera: “es una devoción que llevada hasta sus últimas consecuencias derrota al demonio dejándolo ciego e impotente para destruir la familia”.
El Movimiento de la Llama de Amor tiene esa vocación: la de descubrir a los padres en primer lugar, el “efecto de gracia” que la Virgen nos ha obtenido del Padre Eterno para detener la furia satánica contra la familia. Es necesario recuperar la Fe viva en la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María para que podamos experimentar el “cegamiento de Satanás”. Eso se logra pidiendo a la Virgen María que lo ciegue con la jaculatoria: “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor” sobre toda la humanidad”. “De igual forma la oración: Que nuestros pies vayan juntos… (1) es un instrumento en nuestras manos porque colaborando de esta manera Conmigo, Satanás también por ello se quedará ciego y por su ceguera las almas no serán inducidas al pecado” (p 60).
ORACIÓN QUE EXPRESA LOS ANHELOS DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
“Que nuestros pies vayan juntos, que nuestras manos recojan unidas,
que nuestros corazones latan al unísono, que nuestro interior
sienta lo mismo, que el pensamiento de nuestras mentes, sea uno
que nuestros oídos escuchen juntos el silencio
que nuestras miradas se compenetren profundamente
fundiéndose la una en la otra y que nuestros labios supliquen
juntos al Eterno Padre para alcanzar Misericordia”