CARTA No.247: Sofía, de San José – Costa Rica, pregunta:
¿Por qué motivo dice la Virgen que debemos repetir en nuestro interior la jaculatoria como si fuese una permanente respiración del alma? Yo lo estoy intentando desde hace varios días y he visto que me ayuda a mantener la paz del corazón, pero no logro hacerlo más que unos ratitos y después me olvido.
Respuesta: La finalidad de la Devoción a la Llama de Amor es llevarnos a una profunda intimidad con Cristo. Es el ideal de todo cristiano: vivir en Cristo, permanentemente unido a Él. Es lo que pasa a las personas cuando están enamoradas, piensan continuamente el uno en el otro. El Evangelio nos dice que debemos orar constantemente sin desfallecer. La oracioncita que Jesús le da a Isabel:”Que nuestros pies vayan juntos..”etc, dice exactamente lo mismo. Se trata de vivir totalmente unidos a Jesús. La Virgen nos da una gran enseñanza al pedirnos que repitamos la jaculatoria “derrama el efecto de gracia…” todo el tiempo en la mente. Compara esta repetición interior a la respiración del cuerpo. Si no respiramos nos morimos en cuestión de minutos. Si respiramos aire puro nuestra sangre es purificada y va dando vida a todos las células de nuestro cuerpo. Si respiramos aire viciado, contaminado, nos enfermamos porque el oxígeno no llega puro a los diferentes sistemas que conforman nuestro organismo. Cuando nuestras facultades intelectuales y afectivas están alimentadas constantemente por pensamientos negativos el alma se enferma y desarrollamos patologías psíquicas y físicas que nos pueden conducir a la muerte.
La persona que favorece en su interior ideas y sentimientos de odio, de venganza, de ira, de violencia, se vuelve infeliz y se convierte para los que la rodean en una amenaza para la paz. La que se deja embeber por pensamientos y sentimientos de tristeza, de desesperación, de miedo, de angustia, de dolor, de muerte, de suicidio, termina hundiéndose en la depresión emocional y puede llegar a quitarse la vida. El que favorece pensamientos y sentimientos y acciones relativos a la lujuria tales como ensoñaciones, pornográfía, deseos libidinosos, imaginaciones impuras, cae en los pecados de la carne: fornicación, adulterio, etc. etc. Nuestra mente, nuestro corazón, nuestra alma y nuestro cuerpo, están íntimamente relacionados. Todo depende de la mente, de la razón, de las capacidades intelectuales. Es la puerta de entrada para el bien y para el mal. Si dominamos bien el pensamiento, no permitimos que entren ideas negativas. Si alimentamos la mente con ideas positivas y llenas de gracia tenemos asegurada la paz del alma. Los espíritus malignos conocen muy bien la psicología del hombre. Por eso atacan la mente todo el tiempo con pensamientos, ideas, sugerencias de todo tipo para dominarnos y conducirnos al mal.
La Palabra de Dios y la experiencia de la Iglesia en el combate espiritual contra Satanás y sus huestes nos enseñan que la “oración permanente” es la mejor protección. El discípulo de Cristo protege sus ojos, sus oídos, su olfato, su gusto, su tacto, su pensamiento, sus sentimientos, sus deseos, sus palabras y acciones contra la acción diabólica. Es lo que se llama la “guarda de los sentidos”. No se puede vencer a Satanás si toda nuestra persona no está totalmente orientada por el ideal de la Vida Eterna. Somos como una fortaleza asediada permanentemente por un enemigo ávido de dominarnos y someternos a su poder. La repetición constante y llena de unción de la jaculatoria “derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor…” es lo que nos garantiza la victoria contra Satanás y nos da la experiencia permanente de la paz del corazón. Esa oración continua nos obtiene la gracia de Dios para vencer al Demonio. Ese es el motivo por el que la Virgen nos enseña que la repetición de la jaculatoria en nuestro interior debe ser como la respiración.