CARTA No.193: Sigo tratando acerca del mundo oculto.
Es muy importante para los padres de familia que deben educar, guiar y proteger a sus hijos descubran y comprendan, sin cometer imprudencias, el mundo espiritual invisible que nos rodea y con el cual convivimos. Cantidad de niños, adolescentes y jóvenes son víctimas de su inocencia y de su ignorancia porque se aventuran en experiencias nefastas
que traerán para su vida futura grandes perturbaciones espirituales, psíquicas y aún materiales. Sobre todo hoy, cuando los medios de comunicación social están repletos de trampas y tramposos que promueven infinidad de ofertas en el campo de lo esotérico. No solamente los niños están expuestos sino también aquellos adultos que no están iluminados por la fe. Es necesario prevenir a los niños en contra de toda práctica que los lleve a invocar a los difuntos, a querer entrar en contacto con los muertos o a conocer el futuro recurriendo a los llamados adivinos, lectores de la mano, de cartas (Tarot,…), o a los tan numerosos santeros, brujos, hechiceros, etc. Esto es muy importante porque los espíritus malignos buscan afectar al ser humano desde la más tierna infancia. La curiosidad puede ser el punto de partida para juegos tales como la “uija”, el panchito- panchito; andreíta-andreíta; charlie-charlie o para visitar adivinos que lean la mano y las cartas, o participar en sesiones de espiritismo, o peor aún solicitar los servicios de brujos, santeros, hechiceros, magos, chamanes, etc.
Igualmente el interés por escalar socialmente puede ser la puerta de entrada a sociedades esotéricas como la masonería, los rosacrucres, “órdenes herméticas”, teosóficas, parapsicológicas, o religiones y prácticas orientales (yoga, tantra, meditación trascendental, Nueva Era, etc.). Se puede llegar hasta ingresar en grupos satanistas, luciferinos, de culto a los demonios. Todo lo relacionado a lo que llamamos mundo oculto (relacionado con los espíritus malignos) es totalmente perjudicial tanto para los niños como para los adultos porque abre las puertas a la acción diabólica. No se trata impunemente con Satanás y los suyos. Como dijimos en comentarios anteriores este mundo oscuro, de las tinieblas, convive con nosotros. Jesús nos mandó como ovejas en medio de lobos. Los lobos son principalmente las potestades espirituales diabólicas que vagan por los aires, como dice San Pablo (Ef 6 12), buscando como el león, a quien devorar (1 Pe 5,8). El Señor no nos mandó sin protección. Él es nuestro gran protector, el que nos defiende. Es el Padre quien nos ama y nos cuida. Jesús ruega al Padre para que nos proteja del Maligno (Jn 17,15) y la oración de Jesús es siempre escuchada por su Padre celestial. Depende de nosotros que la oración de Jesús sea eficaz porque, si no tomamos las precauciones contra el Maligno y voluntariamente nos sometemos a su servicio, seremos indefectiblemente afectados por los espíritus malignos.
Debemos proteger a los niños para que no entren en el campo del ocultismo. Es necesario erradicar del hogar todo rastro de superstición, de recurso a los adivinos o brujos. Hay que renunciar a toda práctica espiritista, especialmente a la “uija” que es perverso y que no es para nada un “juego”, sino una invocación a los muertos. Las consecuencias de estas prácticas pueden ser graves. En primer lugar el enfriamiento en la fe, la pérdida de la paz del corazón, el endurecimiento hacia las cosas de Dios, la frialdad hacia las prácticas religiosas, la indiferencia espiritual. Hay afectaciones psíquicas como oir voces, ruidos, sentir opresiones en el pecho, dolores de cabeza, náuseas, ver espectros que se pasean por la casa, experimentar presencias invisibles, ahogamientos, parálisis durante el sueño, etc. Desde el punto de vista fisico hay manifestaciones en la casa: ruidos, objetos que se caen, que flotan en el aire, objetos que se incendian espontáneamente, sillas que se balancean, camas que son sacudidas, etc. Las consecuencias psíquicas son las más dolorosas en el sentido de que se pierde la paz del corazón y las personas entran en desesperación, miedos, angustia, sufren obsesiones de suicidio. Además que el clima en el interior de la familia está marcado por la desunión, los pleitos, la división, vicios tales como el alcoholismo, drogas, infidelidades, etc. El mundo del esoterismo nos conduce paulatinamente al alejamiento del Dios verdadero y a abrir el corazón a las tinieblas. La gracia de la Llama de Amor nos protege y da un sexto sentido para apartarnos de todo lo que resienta a prácticas supersticiosas.