CARTA No.99: Continúo respondiendo a Cecilia de Bogotá.
Amar a Dios significa “guardar sus mandamientos”. Jesús nos dice: “Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor” (Jn 15:10). La gracia de la Llama de Amor lleva a la familia a renovar el compromiso bautismal de “guardar los mandamientos” de la Ley de Dios. La constitución dogmática Lumen Gentium es un documento del Concilio Vaticano II. En ella se nos hace ver que la Iglesia es el “nuevo pueblo de Dios”. Israel es consagrado a Yavé cuando Dios hace alianza con él en el monte Sinaí. Allí se convierte en el “pueblo de Yavé”. El Señor le da sus mandamientos. Es el Decálogo. Israel es el pueblo de la Antigua Alianza. Cuando se cumplen los tiempos se encarna el Hijo de Dios. Jesús nos dice que Él no ha venido a destruir la Ley sino a darle su cumplimiento. En el calvario Dios realiza la Nueva Alianza con la humanidad. Jesús es el Cordero de Dios que en la cruz con su sangre borra nuestros pecados y engendra a la Iglesia que es el “nuevo pueblo de Dios”. Los mandamientos de la Ley de Dios permanecen inalterables. Los cristianos ajustamos nuestra vida a Jesucristo. Él es la Ley de Dios. Es el modelo perfecto de fidelidad a la voluntad de su Padre y nuestro Padre.
La Devoción a la Llama de Amor viene a renovar en el interior de la familia ese “compromiso” o “consagración” que cada familia católica hace de sí misma a Dios en el sacramento del Bautismo. En Mt 19,17 Jesús dice al joven rico: “si quieres entrar en la Vida Eterna guarda los mandamientos”. La Gracia de la Llama de Amor no nos lleva a vivir algo diferente de lo que es nuestro deber de bautizados. El Inmaculado Corazón de María pide al Padre celestial por las llagas de su Hijo una gracia extraordinaria que ayude a las familias a vivir su alianza bautismal. El Demonio tiene un objetivo impedir que la Iglesia sea fiel a su vocación de anunciar a Jesucristo. Así como llevó a Israel a la idolatría quiere arrastrar al nuevo Israel (la Iglesia) a callar su mensaje o a proclamar un evangelio diferente al de Jesucristo. Lo que pasa con la Iglesia a nivel universal pasa con la Iglesia a nivel “doméstico” (las familias: iglesias domésticas). Satanás ataca a las familias católicas para que no vivan de acuerdo a su Bautismo, para que dejen de lado la Ley de Dios y sigan la propia voluntad. Como decía en los comentarios anteriores, en el Bautismo recibimos todos los elementos necesarios, suficientes y extraordinarios para vivir los mandamientos. Las virtudes teologales, los dones del Espíritu Santo, gracias actuales nos capacitan para ser fieles a los mandamientos de la Ley de Dios.
Sin embargo, a pesar de tantas gracias, la fuerza y astucia diabólica es tan grande en estos momentos, que infinidad de familias están siendo infieles a su vocación bautismal. En el Diario Espiritual no se nos insiste directamente en los diez mandamientos. Se nos lleva a una relación de intimidad con el mismo Jesucristo. Él es la Ley de Dios. La imitación de Cristo es nuestro primer deber. Al vivir en Cristo y según Cristo estamos cumpliendo los mandamientos. Con Isabel Kindelmann descubrimos que somos pecadores; que hemos ofendido a Dios innumerables veces y que nuestro primer deber es reparar nuestros pecados por medio del arrepentimiento, de las penitencias y sacrificios. Nos sorprendemos al ver cómo los sufrimientos, los sacrificios, el dolor físico, moral y espiritual, tienen en la vida de Isabel un gran espacio. El objetivo de la Llama de Amor es la salvación de las almas. Cristo murió en la cruz por nuestra salvación. Lógicamente esta Devoción nos llevará a unirnos con Cristo en la cruz; a aceptar con amor en nuestra vida la voluntad de Dios expresada a través de los dolores y sufrimientos providenciales. El efecto de gracia ciega a Satanás cuando rechazamos la tentación que nos lleva al pecado.