LOS DEMONIOS DE SORDERA ESPIRITUAL
En su infinita sabiduría y amor por los hombres Dios pone límites a la acción de los demonios.Si no fuera por eso la tierra entera se hubiera ha convertido en el mismo infierno. El amor de Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza contra el odio que esos espíritus execrables y miserables nos tienen. Dios nos quiere proteger pero no puede impedir la voluntad de aquellos que quieren entrar en el mundo de la oscuridad. Es totalmente incomprensible y completamente absurdo e insano recurrir a la ayuda de los demonios. Sin embargo muchísima gente por ignorancia culpable invoca a Satanás y se mete estúpidamente en este mundo de muerte y tinieblas esperando encontrar allí beneficios. Lo que encuentran es la destrucción de su alma, de su cuerpo, de su familia, de sus bienes, de su mismo entorno. No puede haber “amistad” entre el mundo de las tinieblas y los hijos de Dios. Quien pacta con Satanás ofende gravísimamente al Creador y se acarrea consecuencias dolorosísimas que se extienden hacia sus descendientes por varias generaciones.
Allí donde hay ignorancia de la Palabra de Dios, allí donde no hay amor sincero al Señor y una profunda piedad, se introducen los espíritus malignos con el fin de establecer su reinado. El Evangelio es claro: “velad y orad” (Mc 14,38). El pecado más frecuente es el recurso a brujos, hechiceros, santeros, paleros, macumberos, adivinos, espiritistas, satanistas, luciferianos, vudú, magos, chamanes, “profesores de ciencias ocultas”, religiones orientales, Yoga, Tantra, etc. etc. Quienes ofrecen estos “servicios” son auténticos servidores de Satanás, consagrados a él, instrumentos del demonio para herir a las personas ingenuas que se acercan a ellos para pedir favores o para hacer daño al prójimo. Muchas personas acuden de buena fe porque aparentemente se ofrece un beneficio económico o salud mental y física. Me refiero al Yoga, al sexo tántrico y otras disciplinas nacidas en las religiones hinduistas, budistas, etc. La verdad es totalmente otra. La clave para desenmascarar estas falsedades está en Jesucristo.
En estas prácticas y doctrinas no está Jesús como principio, centro y finalidad de todo lo que se hace, por lo tanto es obra del reino de la oscuridad. No hay término medio. El primer punto que ciegan los demonios son los oídos. Hay espíritus de sordera espiritual que impiden que se “escuche” la Palabra de Dios. Se experimenta rechazo, frialdad, incomprensión, indiferencia, oposición, miedo, incapacidad de memorizar, de proclamar la Palabra de Dios. La predisposición a recurrir a estas obras de las tinieblas comienza desde el hogar cuando no se educa a los niños en el amor a la Palabra de Dios. Con frecuencia esta predisposición es ancestral porque los padres, abuelos, bisabuelos, etc. han vivido en este ambiente. Al no conocer los preceptos divinos respecto al recurso a los demonios, no hay advertencia. Al ir creciendo el niño no tiene defensas y por curiosidad se enfrasca en los juegos mágicos, en las prácticas que se ofrecen a montones en el ambiente o por internet (uija, lectura de las manos, de cartas, adivinación, magia, etc.).
El alma no está advertida por la Palabra de Dios. Al llegar a adultos les parece natural recurrir a los poderes ocultos. Esta influencia diabólica va penetrando suavemente como el veneno penetra inadvertidamente en el organismo hasta que las personas resultan indiferentes a Dios, a la Fe, a la Iglesia, a los sacramentos, a la oración, a la piedad, a la vida del Espíritu Santo. Es un proceso difícil y lento el liberar a personas que desde niños se han educado en el ambiente favorable al esoterismo. El fruto principal de estas prácticas es ante todo la incapacidad de experimentar el amor a Dios. Hay que orar por los oídos ordenando en el Nombre de Jesucristo a los espíritus inmundos de sordera espiritual y física que salgan. A menudo salen por medio de eructos. La Llama de Amor pide que las familias oren todos los días el Rosario con la jaculatoria. Esto es una tremenda defensa porque los espíritus malignos no pueden resistir la alabanza que la Iglesia hace a la Madre de Dios y huyen. La presencia de la Virgen es la mejor fortaleza que podemos tener contra los demonios de cualquier tipo. Antes de que los espíritus malignos afecten los oídos físicos y espirituales de los niños hay que protegerlos enseñándoles a orar y a recurrir a la que es Luz contra las tinieblas.