LOS ESPÍRITUS MALIGNOS AL SERVICIO DE LA GLORIA DE DIOS (2)

Hay un mundo invisible oscuro que nos rodea y nos desconcierta.  La Biblia nos habla de ese mundo y nos lo explica. Si no tenemos la humildad para creer lo que dice la Escritura nos volvemos víctimas de los habitantes de ese universo tenebroso. La única manera de vernos libres de la terrible opresión de los que, más fuertes que nosotros, pueblan ese universo invisible, es creer, tener Fe en lo que nos dice la Palabra de Dios. Aquellos que pretenden conocer por sus propias luces ese mundo y entrar en “negocios” o “pactos” con sus pobladores, están perdidos porque la especialidad de sus habitantes es el engaño, la mentira. La clave para vernos libre de las insidias de este reino de las tinieblas está en el Santo Evangelio. Allí se nos presenta a Jesucristo como el único que ilumina esa realidad que experimentamos pero no comprendemos. Más aún Jesús es el único que nos libera de las mentiras y fantasías que ese mundo de muerte edita constantemente para confundir nuestra mente y corromper nuestros corazones. 

Es necesario mirar a Jesús. El cristiano es el que sigue a Jesús. Si quitamos los ojos de Él, nos hundimos en las aguas como San Pedro (Jn 6,20). Desgraciadamente muchísima gente entra en contacto con el mundo de las tinieblas esperando encontrar allí soluciones para su vida. Infinidad de personas han caído en los engaños de los espíritus malignos y han pretendido encontrar en ellos las respuesta a sus males. Desde el inicio de los tiempos los demonios han buscado entrar en contacto con los seres humanos para ofrecernos su “ayuda”. Las “religiones paganas” están todas imbuidas de la presencia de los espíritus malignos que se han disfrazado de “dioses”. Los “sacerdotes” y “sacerdotisas” de esos cultos son en realidad servidores de Satanás y sus ritos mágicos son en esencia adoración a los demonios.  Hay otro tipo de servidores de Satanás que le están aparentemente asociados desde el punto de vista económico: son los llamados brujos, hechiceros, maleficieros, etc. que han convertido el culto demoníaco en un negocio. Por dinero son capaces de “obtener favores” de los demonios, o por dinero son capaces de “dañar al prójimo” sirviéndose de los espíritus malignos. 

 La gran verdad es que los demonios nunca hacen el bien ni pueden por naturaleza hacerlo ya que ellos son esencialmente “malos”, malignos.  Los que pretenden recibir de ellos algún favor son en realidad gravemente dañados en el alma, en el cuerpo y en sus posesiones. Hasta tal punto llega la ceguera de infinidad de seres humanos que en ciertos pueblos el recurso a los adivinos y hechiceros es una práctica generalizada desde tiempos ancestrales. Ignorantes de la Palabra de Dios practican una “religiosidad” pagana con rasgos cristianos. Invocan a los muertos, invocan a los demonios, y al mismo tiempo le piden a los santos. Los resultados nefastos de semejante pecado, execrado por la Biblia en numerosos pasajes, son incontables. Enfermedades psíquicas (obsesiones de todo tipo, angustias, depresiones, esquizofrenia, etc), enfermedades físicas, ruina económica, posesiones diabólicas, degeneración moral, vicios, etc. etc. 

Los “operadores” de las tinieblas son en realidad personajes tenebrosos y verdaderos “criminales” encubiertos, estafadores sin conciencia, crueles depredadores sobre todo de la gente sencilla a las que explotan inmisericordemente. Es necesario que en la evangelización y catequesis se ilumine las mentes de los fieles católicos para que huyan de todo contacto con todo lo que significa esoterismo, magia, hechicería, adivinación, búsqueda de bienes o favores de parte de los “espíritus malignos”. Si entre los paganos eso es comprensible porque no han tenido la luz de la Revelación divina, entre cristianos eso es abominable y merecedor de grandes castigos, tal como la Escritura lo dice. Cuántas familias están manchadas por las prácticas supersticiosas. Cuánto hogares sufren las tremendas consecuencias del pecado de la idolatría por haber recurrido a adivinos, magos, santeros, hechiceros, etc. En el Diario Espiritual no encontramos referencia a estos casos de acción diabólica porque Isabel Kindelmann como excelente cristiana nunca tuvo contacto con estas supersticiones. Sin embargo la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María además de ser una gracia de protección contra estas aberraciones, es un instrumento de liberación cuando en las familias se ha caído en este pecado.

Comparte la Llama de Amor

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *