LA RESTAURACIÓN DE LA PENITENCIA EN LA FAMILIA (7)
La oración y el ayuno son las dos armas contra el poder de Satanás, tanto para el cristiano en cuanto persona individual, como para la familia en cuanto Iglesia doméstica, como para la Iglesia universal en cuanto Pueblo de Dios. Estos demonios solamente se sacan con la oración y el ayuno dice Jesús. Cuando hablamos del ayuno debemos dar a esta palabra todo su sentido y extensión. Ayunar no solamente comprende el privarse de comida y de bebida. Más que de ayuno deberíamos hablar de “penitencia”, y con más propiedad, de seguir a Nuestro Señor “llevando con Él su Cruz”. El ayuno en sí no salva, (los pueblos paganos también ayunaban y siguen ayunando), lo que salva es seguir a Cristo. No sigue a Jesús quien no lleva con Él su Cruz. El Diario Espiritual es una escuela de vida cristiana.
Isabel Kindelmann es la alumna que va aprendiendo en el día a día de su vida a convertirse en discípula. De la misma manera como Jesús enseñaba a los doce, en la intimidad del grupo, así Jesús y María “van enseñando a Isabel” a vivir los puntos fundamentales de la vida cristiana. Con Isabel debemos ir aprendiendo a ser discípulos de Jesús y a convertirnos en maestros de nuestros hijos para que nuestras familias se conviertan en verdaderos santuarios familiares. Es necesario retomar el ayuno en la Iglesia, pero no reduciéndolo a “privarse de alimento”, sino dándole todo el sentido de “penitencia” que encierra: “Si no hacéis penitencia todos pereceréis”- dice Jesús (Lc 13,2-5). La palabra penitencia significa arrepentimiento, conversión, cambio de vida, reconocimiento del pecado, confesión del pecado, rechazo del pecado, propósito de seguir sinceramente a Jesucristo.
En el Diario Espiritual el Señor enseña a su discípula el valor del sufrimiento, el poder del “sacrificio” para la salvación de las almas. El ayuno tiene valor y poder en la medida en que va unido al sacrificio de Nuestro Señor. Si no es así, se convierte en “dieta” y pierde toda su trascendencia. El ayuno es solamente una parte de la “penitencia” que nos pide Jesús para vencer el poder del pecado y de Satanás. Actualmente los cristianos hemos perdido el sentido del “sacrificio”. El “dolor” en todas sus formas es “rechazado”. Se nos ha enseñado a huir de lo que cuesta y duele. En la práctica se nos enseña a despreciar la Cruz de Cristo. La “eutanasia” es eso: rechazar la Cruz salvadora que Dios nos ofrece en los dolores propios de la enfermedad y de la muerte.
Para que la familia cristiana se renueve y se dé el reguero de pólvora que María profetiza es indispensable que en el corazón de cada familia se descubra el poder del sufrimiento, del dolor, que aceptados con fe y humildad, se convierten en Cruz salvadora. Los esposos y los hijos deben aprender que Dios nos salva dándonos la oportunidad de sufrir. Los cristianos somos formados sobre el yunque de la Cruz. La tentación satánica consiste en ofrecer a las familias “el placer” como forma de vida. La búsqueda de lo que satisface a nuestros sentidos y a las ambiciones del propio yo. La Llama de Amor nos lleva a Cristo sufriente, Cristo crucificado. La victoria contra Satanás implica la renuncia a lo placentero del pecado.
¡Allí está la penitencia! ¿Quién debe enseñar a los hijos a hacer penitencia? ¡Los progenitores! Si estudiamos la vida de Isabel vemos que el Señor la hace pasar por grandes dolores, pobrezas, sufrimientos, humillaciones, enfermedades, persecuciones, enormes tentaciones y acosos de parte del Demonio. Así aprendió Isabel cuál es el camino que conduce al Cielo: el de Jesús. En el interior de cada hogar los padres de familia deben enseñar a sus hijos a aceptar los sufrimientos de esta vida como dones del Señor. Los niños deben aprender a “ofrecer a Dios en sacrificio” todo aquello que es sufrimiento, dolor, enfermedad, fracaso. Jesús nos pide eso: sufrir con Él. Los grandes pedagogos deben ser los padres de familia y especialmente las madres que son las grandes educadoras de la Fe de sus hijos. En definitiva, la identidad de la Iglesia depende de las madres de familia. Por eso lo más urgente es formar a las mujeres en el camino de la santidad cristiana. Dios escogió a Isabel para darnos la gracia de la Llama de Amor porque era mujer y madre.
Con este comentario espiritual nos damos cuenta porque actualemente la mujer es tan atacada con la tentación del aborto, del culto al cuerpo,etc, et….¡Madre Santísima!,danos esa gracia para ser las madres educadoras de la Fe de nuestros hijos…