Isabel Kindelmann un modelo para el combate espiritual
Cuando Isabel se refiere a las tentaciones que la asaltan las describe como , “gran lucha”, “algo indescriptible”, “lucha larga, espantosa”( D.E 19), “pensamientos terribles”, “gran confusión”, “gran incertidumbre” (D.E 31), ”gran sequedad”, “tormento”(D.E 32), “continua molestia” (D.E 21), “tortura del alma”, “gran miedo”, (D.E 54), “opresión del pensamiento”, “parálisis”, “falta de fuerzas” (D.E 54), “irrupción”, “perturbación”, “despojo de la calidad de ser humano”, (D.E 55), “rabia salvaje de Satanás”, (D.E 61), “continuas vejaciones” (D.E 75), “sensación de angustia” (D.E 77), «falta de paz” (D.E 81), “incendio de Santanás” (D.E 82), “barricadas en el alma”(D.E 83), “oscuridad”, “desorden» (D.E 83) “martirio interior” (D.E 83), “asedio” (D.E 93), “fastidiosas» (D.E 93), “turbación”, “asquerosidades» (D.E 96) “amenazas”, “total oscuridad”, “tormento atroz” (D.E 96), “presencia terrorífica” (D.E 97), “maraña» (D.E 100), “terribles dudas” (D.E 102), “palabras ultrajantes” (D.E 106), “tremendo desasosiego” (D.E 130), “sentimiento de haber pecado”(D.E 130), “culpabilidad» (D.E 149), “pensamientos negativos” , “gran inseguridad”, “opresión del alma” (D.E 150), “tormentos infernales” (D.E 152) , “contaminación» (D.E 178), “gran inquietud” (D.E 283), “lucha desesperante” (D.E 283), “maquinaciones solapadas y mentirosas” (D.E 312) …etc.
Isabel despliega ante nuestros ojos con esas pinceladas descriptivas el asedio diabólico que va sufriendo en ese camino de santificación que Dios le ha deparado. La misión que Dios le ha encomendado de ser la “primera» en recibir la gracia de la Llama de Amor exige de su parte una gran santidad. Así como el oro se purifica en el crisol y el diamante se perfecciona bajo el dolor de la sierra que lo talla, Isabel va ha ser santificada por el sufrimiento. Dios se va a servir del demonio para santificarla. Al mismo tiempo va a darnos un modelo para el “combate espiritual” que todo ser humano debe enfrentarse contra el enemigo de la salvación. Hoy, cuando inmensas multitudes han perdido el sentido el pecado y se dejan llevar tranquilamente por las tentaciones de Satanás, el Señor nos abre los ojos por medio de Isabel. Si no reaccionamos individualmente, como familia y como Iglesia, el Demonio seguirá destruyendo todo sin excepción. Debemos tomar en serio las palabras de Santiago: “enfréntate al Diablo y él huirá”.
El Diario Espiritual nos enseñará muchísimas cosas que es preciso saber en este terreno. lo primero, que el Demonio, existe; que no es un mito. No es “el mal” impersonal que muchos se imaginan. El “odio satánico contamina el mundo” (D.E 120) y la familia, para llevar el mayor número de almas a la condenación. Que con “fuerza rabiosa quiere destrozar las familias” (D.E 118). Las familias son su principal objetivo. Desintegra los hogares, los destruye. Así como Isabel sufre esas obseciones espantosas, continuas molestias, pensamientos terribles, tentaciones asquerosas, etc. los esposos sufren también el asedio del adulterio, de la infidelidad, de la ira, del mutuo rechazo, del rencor… etc. Que eso es producto de la acción diabólica. Que no se trata simplemente de cosas fortuitas o de estados de ánimo, sino que es la puesta en marcha de un plan que llevará irremediablemente a la separación del matrimonio, a su fracaso. “ En estos días Satanás trato con toda su fuerza de inculcar en mi alma pensamientos de soberbia. Era esta una lucha terrible. Ni de noche ni de día hallé tranquilidad a causa de ella” (D.E 153).
Muchas parejas se preguntan: ¿ Qué nos está pasando? Nuestro matrimonio se va a pique, se está destruyendo. Se impone un profundo examen de conciencia para llegar a la raíz última de los problemas. El enemigo ataca nuestra capacidad de pensar, de sentir, de actuar. Es capaz de infundirnos pensamientos y sentimientos de todo tipo; de hacerlo de tal forma y con tal intensidad que se conviertan en obsesiones desesperantes. Nos puede llevar a la locura, al suicidio, a cometer actos irracionales, a enfermedades psíquicas como el alcoholismo, la adicción a las drogas, etc. Puede atacar nuestro cuerpo. Es capaz de producir enfermedades físicas. Recordemos el pasaje de la mujer encorvada del Evangelio; el hombre que tenía un espíritu sordo y mudo. Puede interferir en las relaciones interpersonales para convertirlas en un verdadero infierno: provoca enamoramientos falsos y tempestuosos, pleitos, divisiones, odios, envidias, rechazos mutuos… etc.
Puede destruir la economía de una familia y llevarla a la ruina. Sobre todo nos lleva al rechazo de Dios, de la oración, de las cosas sagradas. Convierte las familias en lugares sin Dios, donde reina la frialdad religiosa, el desprecio de la Iglesia, la indiferencia hacia las verdades de Fe. Dios nos llama a la Paz y cuando no hay la Paz que Cristo nos dejó, no está allí el Señor. Está Satanás actuando con libertad. Lo que el Diario trata de enseñarnos es que no podemos vencer el ataque diacólico sin la ayuda del Señor. Hay que golpearse el pecho “mea culpa…”. Las familias que se destruyen es porque no han tomado los medios que el Señor nos ha dado para combatir eficazmente al enemigo. “ Dense cuenta de que todas esas cosas desordenadas tienen su origen en Satanás, es su obra y dura mientras yo se lo permita” (D.E 83).