¿Seguimos sin escuchar el Mensaje de Fátima y la Llama de Amor?
La íntima relación entre la gracia de la Llama de Amor y el mensaje de Fátima. Varias similitudes nos ayudarán a captar y sobre todo a vivir mejor el designio divino de “establecer en el mundo la devoción al Inmaculado Corazón de María”. El mensaje dado por María Santísima en las apariciones de Fátima se va iluminando años después con las apariciones a Sor Lucía en las localidades de Pontevedra y Tuy. Son dos ciudades de Galicia, en España, cercanas a la frontera con Portugal. Lucía se siente llamada a consagrarse al Señor en la congregación religiosa de las Hermanas de Santa Dorotea. Hace su postulando en Pontevedra (1925) y su noviciado en Tuy (1926). En Pontevedra la Virgen pide la devoción a los cinco primeros sábados de mes. En Tuy (13 de Junio de 1929) tiene lugar la grandiosa manifestación de la Santísima Trinidad mientras Lucía está en adoración reparadora de medianoche en la capilla del convento.
La vidente narra cómo sobre el altar aparece una gran cruz de luz que llegaba hasta el techo. En la parte superior ve al Padre Eterno que tiene en su pecho al Espíritu Santo bajo la forma de una paloma luminosa. Contempla a Cristo clavado en la Cruz. Por debajo de la cintura del crucificado, suspendido en el aire se ve un cáliz y una hostia grande sobre la que caen gotas de sangre que provienen del rostro y del costado herido de Jesús. Nuestra Señora de Fátima está bajo el brazo derecho de la cruz. Sostiene con su mano izquierda su Inmaculado Corazón rodeado de espinas y llamas. Del lado izquierdo de la cruz aparecen una letras grandes, como de agua cristalina, que corren hacia el altar y forman las palabras “Gracia y Misericordia”. La Virgen María pide en este momento que el Santo Padre en unión con todos los obispos del mundo consagre Rusia a su Inmaculado Corazón. Si esto se hace Rusia se convertirá y la Paz vendrá sobre el mundo. “Comprendí que me era mostrado el misterio de la Santísima Trinidad…” dice Lucía.
En a pág. 122 del Diario Espiritual tenemos unas palabras reveladoras de Nuestro Señor Jesucristo a Isabel Kindelmann: “Exclusivamente por las súplicas eficaces dela Santísima Virgen concedió la Santísima Trinidad la efusión de la Llama de Amor. Por ella piden ustedes en la oración con que saludan a mi Madre Santísima: DERRAMA EL EFECTO DE GRACIA DE TU LLAMA DE AMOR SOBRE TODA LA HUMANIDAD AHOR Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE. AMÉN, para que bajo su efecto se convierta la humanidad”.
Sen trata de una gracia cuya iniciativa viene del Corazón Inmaculado de María. “Este es el fuego de Amor de unión que alcancé del Padre Celestial por los méritos de las llagas de mi Hijo Santísimo” (p 344) Es la Virgen la que pide al Padre la gracia de la Llama de Amor. La Virgen ofrece las Llagas de su Hijo. El objetivo de esta gracia es la salvación de las almas. “Pidan a mi Padre en nombre Mío, Él les concederá lo que por medio de Mí le pidan. Solamente tengan confianza y hagan referencia a la Llama de Amor de mi Madre Santa, porque a Ella le están obligadas las Tres divinas Personas. Las gracias que pidan por medio de Ella las recibirán” (p 121). La Virgen al pie de la cruz ofrece las Llagas de su Hijo y se ofrece a sí misma al Padre eterno como Víctima en unión íntima con Jesús. La aparición de Tuy nos pone frente a la Santísima Trinidad. Es del Corazón del Padre eterno que brota “ese fuego de Amor de unión” que es la Llama de Amor.
Nuestra Señora pide en las apariciones de Fátima la conversión del corazón, la reparación de nuestros pecados, la consagración de Rusia a su Inmaculado Corazón hecha por el Papa en unión con los Obispos, la meditación de los misterios del Santo Rosario, las comuniones reparadoras de los cinco primeros sábados de mes para que lograr la paz, la conversión de Rusia. Cuando examinamos la espiritualidad que emana del Diario Espiritual nos damos cuenta de que prácticamente la gracia de la Llama de Amor hunde sus raíces en la gracia de Fátima. El fruto de la consagración al Corazón Inmaculado de María es la destrucción de la “llama de odio de Satanás” y el triunfo de la “Llama de Amor de la Virgen María”.
La llama de odio del demonio conduce a los seres humanos a la destrucción de la guerra. Las dos guerras mundiales son un castigo de Dios frente a la maldad e ingratitud de los hombres que no cesan de ofender a Dios con sus horribles pecados. Para “reconstuir este mundo” y especialmente las familias según Cristo la Virgen obtiene este nuevo instrumento que Ella pone en nuestras manos. Una sensación de tristeza marca la historia de las apariciones de Fátima: No se ha escuchado el mensaje de la Virgen María, no se lo ha puesto en práctica. Por ese motivo muchísimas de las calamidades que habían sido profetizadas por la Virgen se han cumplido. La gran pregunta es si también los hombres del siglo XXI van a desoír el mensaje de la Llama de Amor dado a nuestra época. Eso traería muchísimas pésimas consecuencias sobre la humanidad.