El combate de las tinieblas contra la Luz se da en el fondo de cada corazón. Parte I
Jesucristo es la Luz Verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. Lucifer o Luzbel, es la luz falsa que ciega la inteligencia de aquellos que se someten a él. Padre de la mentira, padre de los mentirosos, todo él es falsedad y donde se hace presente siembra confusión y oscuridad. La única manera de salvarse de su acción manipuladora es volverse totalmente a Jesucristo quien ha venido a este mundo para destruir sus obras. Solamente Jesús destruye el falso poder de las tinieblas porque Él es Luz de Luz, Dios verdadero de Dios verdadero; engendrado, no creado; de la misma substancia del Padre, por quien todo fue hecho. Lucifer es el falso dios de este mundo que se ha engañado a sí mismo llegando hasta el extremo de la locura: pensar que puede suplantar a Dios verdadero. La obra de Lucifer se centra en destruir la obra de Dios en destruir la obra de Dios ya que no puede destruir al Señor el Dios Verdadero. El Demonio y los suyos, los espíritus malignos inferiores, son simples criaturas. Son falsos dioses. No tienen por sí mismos ningún poder, sobre nada ni sobre nadie. Están total y obsolución sometidos a la Voluntad del único Señor. El poder que ellos fantasiosamente proclaman es aquel que su Creador y Señor les ha concedido como parte de su naturaleza angélica. Este mismo poder de su naturaleza está total y absolutamente limitado por la voluntad omnímoda del único Dios.
Todo está ordenado al Plan salvífico del Padre celestial. Por este motivo nosotros los hijos de ese Dios que nos ama infinitamente no tenemos nada que temer de Lucifer y de los suyos, ACONDICIÓN DE QUE ESTEMOS PROTEGIDOS POR LA SANGRE PRECIOSA DE JESUCRISTO EL HIJO DEL DIOS VERDADERO. El hombre yace bajo el poder de ese falso reino de las tinieblas cuando se rehusa a someterse a Jesucristo y en la medida en que se aparta de Cristo. Lo que Dios quiere es que nos volvamos a Él como hijos, que lo amemod, que creamos en Él con absoluta confianza y esperanza. El prototipo de la acción satánica contra el hombre está sintetizado en las tentaciones de Jesús en el desierto, sobre todo cuando el demonio le dice a Jesús : Póstrate ante mí y adórame. El maligno le ofrece el poder sobre todos los reinos del mundo, a cambio de que lo adore. Este es el objetivo de Lucifer, que todo ser humano lo adore como si fuese el Dios verdadero. Satanás está totalmente ciego, llega a creerse que es Dios. Es incapaz de comprender quién es ese Jesús al que está tentando. Es mentiros: trata de engañar a Jesús haciéndose pasar por dueño de todos los reinos del mundo.
El combate de las tinieblas contra la Luz se da en el fondo de cada corazón y de cada hogar. Los padres de familia deben darse cuenta de la grandiosa importancia de su vocación. Pastorear a sus hijos significa llevarlos a Jesucristo, ayudarles a creer en Jesús, a amar a Jesús, a someterse a Jesús como al único Señor de su vida. El Demonio nos va a ofrecer “todos los reinos de la tierra” a cambio de que lo adoremos. Por eso el trabajo de evangelización en el seno de la familia debe comenzar antes de que los hijos nazcan. La familia debe pertenecer conscientemente al Reino de la Luz. Los padres-pastores deberán ejercer una gran vigilancia para evitar que las tinieblas penetren en su hogar y contaminen la “mente de los hijos”. El primer mandamiento de la Ley de Dios es: amarás al Señor tu Dios… y a Él solo adorarás. Quiero poner en evidencia algo importantísimo a través de lo cual Satanás pretende introducirse en las familias y ejercer su dominio: el recurso al mundo oculto. Llamamos mundo oculto a todo lo que está dominado por los espíritus malignos y sus colaboradores. El Demonio ofrece a los incautos: conociendo, poder, beneficios a cambio de que lo adoren.
La gran tentación es querer recurir a los espíritus malignos para obtener esas prestaciones. Muchísima gente por ignorancia o por malicia se mete en ese mundo de lo oculto. La Palabra de Dios condena de manera sumamente enérgica la búsqueda de todo contacto con los espíritus malignos. Las consecuencias son dignas de temer. Dios ofrece al hombre infinitamente más de lo que el Demonio pudiese ofrecerte, pero la malicia del corazón humano está llena de estupidez, y prefiere obtener por vías perversas lo que pudiera recibir del Padre celestial con su amoroso sometimiento. Hay una doble acción diabólica en este campo: la oferta que proviene directamente de los espíritus impuros y la oferta que viene a través de los operadores de lo oculto (adivinos, hechiceros, espiritistas, personas vinculadas en este mundo). Hay personas que sienten desde el interior una “propensión» casi natural al ocultismo. Esto proviene de herencias ancestrales. Les atrae, les gusta ese mundo. Experimentan la llamada de los espíritus malignos,nacen con “poderes”. Otros son “iniciados» por personas que tienen intereses económicos (viven del ocultismo) y promueven sus servicios. Los incautos caen en sus garras y terminan explotados económicamente y dañados espiritual y físicamente.