CARTA No.300: ¿QUÉ SON LOS SACRAMENTALES?
La Sra. Francisca de Honduras pregunta: ¿Qué son los sacramentales? Me gustaría que hablara de los diferentes sacramentales. Hay personas que me dicen que son cosas supersticiosas.
Respuesta: EN PRIMER LUGAR HAY QUE DECIR QUE LOS SACRAMENTALES NO SON EN SÍ COSAS SUPERSTICIOSAS PERO QUE SÍ PUEDEN SER USADOS DE MANERA SUPERSTICIOSA CUANDO NO SE ESTÁ BIEN INSTRUIDO. Es necesario ir al Catecismo de la Iglesia Católica (1667-1673) y al Concilio Vaticano II en sus enseñanzas sobre la Liturgia para hacerse una idea correcta sobre la naturaleza y el uso de los sacramentales. En un documento muy importante llamado “Constitución sobre la Sagrada Liturgia”, (Sacrosantum Concilium) Nos. 60-61 se nos dice que los sacramentales son instituidos o creados por la Iglesia con la finalidad de “santificar” los actos de nuestra vida. Son signos que derivan o imitan de alguna manera a los Sacramentos. Por lo tanto no son cosas supersticiosas. Es la gracia de Dios, que emana del misterio pascual (la pasión, muerte y resurrección del Señor), la que nos santifica. Los sacramentales son creados por la Iglesia pero reciben su poder de santificar del mismo Cristo. Es necesario tener una fe viva en la acción de Cristo a través de los signos y objetos sacramentales para que éstos ejerzan su efecto de santificarnos.
Si no los utilizamos con fe terminamos utilizándolos de manera supersticiosa. Por ejemplo los brujos y santeros utilizan las hostias consagradas, las imágenes de los santos, el agua bendita, las oraciones falsificadas (oración del puro, del ánima sola, etc. etc.) para hacer sus brujerías. Ellos no tienen fe en Jesucristo y convierten en superstición los objetos sagrados cometiendo así un pecado llamado sacrilegio. Los sacramentales bien comprendidos y bien utilizados son realmente un don maravilloso de Nuestro Señor para su Iglesia porque además de estar íntimamente relacionados con los Sacramentos, nos preparan y conducen a vivirlos mejor y prolongan su acción a lo largo del día del cristiano. Sacramentos y sacramentales santifican todos los momentos de nuestra existencia haciendo que nuestra vida se convierta en una permanente alabanza a la gloria de Dios. Los sacramentales nos ayudan a crear un ambiente, un clima de santidad a nuestro alrededor. Algo así como el agua que rodea al pez y le permite vivir; como el “oxígeno espiritual” que nos ayuda a respirar a Cristo, en un ambiente contaminado por el mundo-demonio-carne.
Tenemos tres formas de sacramentales: las bendiciones, las consagraciones y los exorcismos (ver Nos. 1671,1672,1873 del Catecismo Católico). Se bendice a las personas, la mesa, los objetos, los lugares. Se consagran las personas a Dios y se reservan los objetos y los lugares para el uso litúrgico; se exorcizan las personas para protegerlas de las asechanzas del maligno y a los objetos para sustraerlos del dominio de los espíritus malignos. Los sacramentales hacen presente a Jesucristo a lo largo de nuestra vida. Debemos apreciarlos, respetarlos y utilizarlos con reverencia y comprensión. Hay cristianos que han perdido el sentir de la Iglesia católica respecto a los sacramentales, entre ellos desgraciadamente sacerdotes y fieles que “desprecian” los sacramentales y no los utilizan o los recriminan como restos de “mentalidad supersticiosa en la religiosidad popular”. Es una actitud de soberbia y de ignorancia de la tradición de la Iglesia. Estas personas están contaminadas por la mentalidad “desacralizadora”, fruto del racionalismo, que desgraciadamente ha invadido como una peste los ambientes católicos. El verdadero católico ama, respeta, utiliza con veneración todos los signos sagrados que la Iglesia nos da para vivir más intensamente la fe.