CARTA No.299: ¿QUÉ ES LA HORA SANTA DE REPARACIÓN EN FAMILIA QUE PIDE LA VIRGEN EN EL DIARIO ESPIRITUAL?

Celina, de Miami, pregunta: ¿En qué consiste la Hora Santa de Reparación en la Familia que la Virgen pide el día 13 de Abril de 1962? 

 Respuesta: En el lenguaje ordinario la palabra reparación la entendemos como “desagravio”. Cuando se ha ofendido a alguien se le ofrece disculpas.  La palabra agravio la entendemos como “ofensa” hecha a una persona humana. En el caso de Dios llamamos “pecado” a la ofensa hecha al Creador y Señor de todo cuanto existe. Si examinamos el Diario nos damos cuenta de que la palabra reparación aparece con frecuencia. En su primera comunicación a Isabel, al inicio del Diario, la Madre de Dios le dice: “Adora, repara a mi querido Hijo muchas veces ofendido”. En las siguientes páginas vemos la gran relación que existe entre “el pecado, el arrepentimiento, la “reparación y la adoración”, el sacrificio. La Virgen pide que se reparen los pecados que hemos cometido contra su Hijo por medio de la “adoración”. La Santidad de Dios, su dignidad de Padre y Creador nuestro, su Amor al hombre quedan ofendidos cuando pecamos. El Espíritu Santo nos hace conscientes de la gravedad de la ofensa hecha al Padre celestial y de sus grandes consecuencias: nos aleja del Bien Supremo, nos sentimos infelices, sin paz. La conciencia nos “remuerde”, nos “sentimos mal” porque comprendemos que hemos pecado. 

En el alma brota entonces  el arrepentimiento, el deseo de borrar esa ofensa hecha a nuestro Padre celestial. El pecado, en un alma recta, llama al arrepentimiento. El fruto del arrepentimiento es la paz del corazón. El arrepentimiento va íntimamente unido a la reparación: sentimos la necesidad de “desagraviar” al Señor. María nos enseña a reparar las ofensas hechas a su Hijo por medio de la adoración a su Santísima Persona. “Adora, repara” a mi querido Hijo, muchas veces ofendido. Nos queda claro que la adoración  a Jesucristo es el camino que lleva a la reparación de las ofensas cometidas contra Dios. Isabel dice: “Desde que Él me dio una casa tan grande (la parroquia), le visitaba cada noche con el alma humilde y arrepentida, movida por la gratitud y conforme al deseo de la Santísima Virgen le adoraba y reparaba”. (Primeras páginas del Diario, Año 1961). En las páginas que siguen vemos como esa adoración reparadora va unida al sacrificio. No basta el sentimiento del dolor que experimenta el alma cuando ofende a Dios. Arrepentirse es ante todo convertirse de corazón, dejar el pecado, cambiar de vida, dejar de ofender a Dios y vivir de tal manera que lo glorifiquemos haciendo su divina voluntad. 

Aparece ante nuestros ojos Aquel que verdaderamente “repara el pecado del hombre”: Jesús crucificado. Es el sacrificio de Jesús en la Cruz lo que desagravia a Dios de los pecados cometidos por la humanidad. Nosotros ni por nuestro arrepentimiento, ni por nuestra adoración, ni por cualquier otro medio que pongamos, merecemos el perdón de nuestros pecados. Es la “obra redentora” (el efecto de gracia) de Jesús la que repara y nos salva. Jesús le pide a Isabel que se una a su obra redentora por medio de “sacrificios personales”. Le dice: “Entrégate por completo a Mí, hijita carmelita, sólo así puedes hacer sacrificios por Mí….cada jueves y viernes ayuna a pan y agua y ofrécelo por las doce almas sacerdotales. Cada uno de estos días pasa cuatro horas en mi divina presencia y ofrece reparación por las muchas ofensas que he recibido”…El viernes, desde el mediodía hasta las tres de la tarde, adora mi Sagrado Cuerpo y mi Sangre preciosa que derramé por los pecados del mundo entero….”. Jesús pide reparación. 

El día 13 de Abril, después de haber puesto en manos de Isabel “un Haz de Luz”,  lo primero que la Virgen le pide es que “los jueves y los viernes ofrezcas a mi Hijo Santísimo una reparación muy especial….la Hora Santa de Reparación en la Familia”. Se trata de reparar los pecados de la familia. Cada hogar debe ofrecer a Jesús actos de reparación por los pecados cometidos por sus miembros. Todos estamos unidos en la gracia y también en el pecado. Hay que pedir perdón y reparar juntos. La Virgen dice: los jueves y los viernes son días de adoración y reparación especiales. ¿Qué pide María? Que al menos dos o tres miembros de la familia se reúnan para leer y meditar la Palabra de Dios, recen el Rosario u otras oraciones, llenos de recogimiento y fervor. Santígüense cinco veces. Ofrézcanse por medio de las llagas de mi Santo Hijo al Eterno Padre”. Se trata de dos reuniones de la familia a la semana especialmente dedicadas a la adoración reparadora. El Corazón Inmaculado no pone límites, solamente abre horizontes para que cada familia entre en este camino de santidad que es la reparación de los pecados. Las bendiciones del Señor caerán sobre los hogares que sigan esta recomendación de María Santísima.

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