CARTA No.241 Maritza de Nicaragua, dice:
En mi casa hay un gran combate. En primer lugar no éramos católicos, mi mamá, mi hermana, mi hijita y yo no estábamos bautizados. Mi papá sí, pero se había vuelto protestante. Un sacerdote nos evangelizó y recibimos los sacramentos. Es algo nuevo para nosotros. Estamos descubriendo la Iglesia católica. Apenas tenemos unos pocos años de caminar. Ha sido un tiempo muy feliz, como una luna de miel. Conocimos la Llama de Amor y emprendimos el camino con la Virgen María. Descubro que la vida es un combate permanente contra los espíritus malignos. En la familia el problema mayor son nuestros caracteres. Pleitos, angustia, rebeldía, estress. Alguno ya no quiere ir a misa, oramos y nos recuperamos y pasamos un tiempo bien, después volvemos a lo mismo. Yo he hecho muchísimo progreso en la fe. Oro todo el tiempo con la Llama de Amor. Mi niña se ha mejorado muchísimo. En general todos hemos progresado pero siempre hay como un peso que nos arrastra para atrás. La Llama de Amor me ha ayudado para ir superando la tentación de abandonar la lucha. Oramos el rosario y utilizamos los sacramentales, pero siempre está la tentación de volver para atrás. Veo que ser católico es algo muy exigente.
Respuesta: Como dicen algunos “bienvenido al club”. Lo que te pasa a ti y a tu familia, nos pasa a todos. No te extrañes de la dificultad permanente que tu familia experimenta cada día para ser fieles al llamado del Señor. Da gracia a Dios de que recibiste los sacramentos y tienes hoy una “fe católica” que está creciendo y madurando. Descubrirás que no se es católico de una vez por todas. Uno va poco a poco abriéndose a ese grandioso regalo que el Padre celestial nos da: su Hijo Jesucristo con la plenitud de su mensaje. Así como tu niña se va desarrollando y fortaleciendo cada día, y te maravillas de ver cómo va haciendo progresos, debemos ir creciendo y desarrollando los dones que hemos recibido de la Iglesia. Nunca llegaremos a ser plenamente “católicos”, siempre estaremos en proceso de convertirnos en católicos. La tentación de detenernos, de echar para atrás, de desanimarnos en el camino o de irnos para otro lado es permanente. Los que van subiendo la montaña tienen los ojos puestos en la cima que deben conquistar.
Los que queremos vivir la fe en plenitud (católicos) ponemos nuestros ojos en Jesucristo para no desfallecer. Como dice la carta a los Hebreos (12,4) “No han resistido todavía hasta llegar a la sangre en su lucha contra el pecado”. Efectivamente el punto fundamental del seguimiento de Cristo es la renuncia al pecado, el rechazo al poder de Satanás que quiere enseñorearse sobre nosotros. El mundo, el Demonio y la carne se confabulan para arrastrarnos lejos de Jesucristo. Aquí está el combate que encuentras en el seno de tu hogar. Cada uno de los miembros de la familia lleva su propio combate y al mismo tiempo todos deben combatir unidos, juntos, contra estrategia que los enemigos de nuestra salvación emplean para distraernos de Cristo. ¡Qué bueno! Están utilizando la Llama de Amor en familia para ayudarse mutuamente. Jesús se hizo obediente hasta la muerte y muerte de cruz (Fil 2,8). Así consiguió la victoria sobre Satanás. Efectivamente ser católico es algo muy exigente, difícil, sacrificado. Jesús nos dio el ejemplo de obediencia a la voluntad de su Padre celestial.
Todos nuestros sufrimientos, renuncias, dolores no se pueden comparar con los de Jesús. La vida de familia nos da la gran oportunidad de edificar un hogar “en Cristo”, “según Cristo”. Vivir “en Cristo” es lo que garantiza que una familia sea verdaderamente feliz porque la gracia de Dios se desborda en el seno del hogar. Ese es el objetivo de la Llama de Amor: aportar el instrumento por medio del cual el “efecto de gracia” se derramará en el interior de la familia. Detrás del desánimo, del aburrimiento, de la rebeldía, del cansancio está la estrategia del maligno. Es necesario “resistir” ayudándose unos a otros para vencer la tentación de quedarse a medio camino o de regresar a la “antigua manera de vivir”. Debemos estudiar a fondo las cartas a los gálatas, efesios y romanos. Solamente con la ayuda de los dones del Espíritu Santo podremos vencer las apetencias de la carne. Con la Llama de Amor intensamente vivida lograremos que las familias se transformen en auténticamente católicas.