CARTA No.237: La Sra. Flora, no dice de dónde escribe, hace las siguientes preguntas:
¿Cómo así, que un brujo tiene poder para mover del purgatorio un alma para hacer el mal? ¿Dios permite eso? ¿No es solo Dios quien mueve los espíritus? ¿Entonces dónde queda el poder de Dios y su autoridad? Por favor aclaren estas dudas que nacen de esta lectura, gracias.
Estas preguntas hacen referencia a un testimonio mío en el que comparto una experiencia personal que me ha sucedido muchas veces cuando hago oración por personas afectadas por maleficios. Al preguntar a un alma que está en la persona le pregunto, ¿por qué estás aquí? Muchas veces encuentro esta respuesta: porque el brujo me metió en ella. ¿Para qué te metió? Para dañarla, para producirle dolores, esterilidad, para destruir su matrimonio, para que se prostituya, o para hacerla sufrir, para que se suicide, para producirle enfermedades, etc. ¿Qué explicación dar a este fenómeno? Que los demonios tienen un cierto poder sobre almas de personas que han llevado una vida alejada de Dios y se encuentran en los más bajos estados del purgatorio. Hay almas atadas por demonios, atadas a demonios. ¿Va esto contra el poder de Dios y de su autoridad? ¡No! Dios permite esto, probablemente para la purificación de esas almas y de las personas vivas que están afectadas por ellas. De hecho Dios permite que en la vida terrenal seamos tentados por los demonios, que seamos afectados de diversas maneras (perturbaciones, obsesiones, angustias, depresiones, ruinas, dolores físicos, enfermedades…) producidas por espíritus malignos. Dios permite que aquellos que han hecho pacto con Satanás: los brujos, hechiceros, chamanes, santeros, brujos, en general obtengan del Demonio para sus maleficios un cierto número de almas que van a colocar dentro de las personas para hacerlas sufrir.
Esto parece absurdo, contradictorio, supersticioso, tonto, digno de la edad media, fuera de los parámetros de una cultura científica, …etc. Yo también me sorprendí muchísimo cuando comencé a orar por las personas afectadas por espíritus malignos. Tuve que cambiar de mentalidad y reconocer que no conocía todo lo referente a lo que está después de la muerte. Por más teología, filosofía, psicología que haya estudiado me quedé corto ante la realidad. Una voz me dijo: soy fulano de tal, morí hace tanto tiempo, necesito que me perdones mis pecados. Desde entonces son miles de almas que he encontrado dentro de las personas. Unas lloran, otras están llenas de paz, unas son de niños, unas están atadas, otras andan errantes, otras pasan por el lugar, muchas están en la iglesia adorando al Santísimo (sobre todo las monjas) cantidad de sacerdotes que vienen a pedir misas, sacrificios, rosarios. Hasta obispos. En los maleficios aparecen narcotraficantes, prostitutas, asesinos, ateos, incrédulos, suicidas, etc. Pueden pensar como quieran. Yo me limito a compartir lo que con muchísima frecuencia encuentro al orar por personas afectadas de muy diversas maneras. ¿Qué explicación filosófica, teológica dar a esta realidad? Es difícil dar una explicación contundente, absoluta, definitiva. Nuestra ignorancia del mundo que está más allá de la muerte es casi total. Si estos fenómenos suceden es porque Dios lo permite. ¿Podría ser un engaño de parte del demonio? Difícilmente, porque cuando se tiene el encuentro con este tipo de almas que hablan se las somete a Jesucristo, se las ata a la Verdad, y se las prueba para ver si es un demonio el que habla o es realmente el alma de un difunto. ¿Cómo se las prueba? Se le dice: repite conmigo, “perdón Señor, ten compasión de mí; creo en ti Jesús, te adoro Señor Jesús, me someto a ti, perdóname Señor mis pecados…”.
El demonio es incapaz de reconocer a Jesucristo como su Dios y Señor. Las almas sí. Ellas actúan con humildad, se someten, piden perdón, piden ayuda, muchas buscan la luz porque están en profunda oscuridad y se meten en las personas voluntariamente para encontrar alivio. Otras son enviadas por los hacedores de maleficios para perturbar. Este mundo en el que actúan los ángeles buenos, los demonios, los brujos o maleficieros, es muy complejo. Poquito a poco lo vamos descubriendo. Nos defendemos de los espíritus malignos y de los hechiceros con la Llama de Amor. Ayudamos a las almas de los difuntos con nuestro amor y oraciones. La jaculatoria que María nos dio es tremendamente poderosa. Repitiéndola y repitiéndola y repitiéndola pausadamente, con humildad, con unción, con fe y perseverancia esta pequeña oración va debilitando a los espíritus malignos y aliviando a las almas. Es necesario ser muy amoroso con las almas del purgatorio. Algún día estaremos allí. Necesitaremos de la ternura, del afecto, del cariño y sobre todo de las oraciones, sacrificios, buenas obras, sobre todo de las misas de nuestros hermanos. No debemos tener miedo si cuando oramos por una persona nos damos cuenta de que ésta cae en somnolencia, en trance, y alguien diferente está dentro de ella. Si es un demonio actuará con sarcasmo, con una sonrisa maliciosa, o con violencia.
Hay que permanecer tranquilo y repetir la jaculatoria pausadamente, muchas veces, con humildad y fe. No dejarse provocar ni intimidar. La Virgen actuará. Los brujos aparecen (¿Por desdoblamiento?) Y siempre son confrontativos, orgullosos, pagados de su poder. Igualmente a pura jaculatoria de los baja. Las almas necesitan nuestro fraternal amor, palabras de consuelo. Es necesario llevarlas a los pies de Jesús y de María para que el Señor las perdone, las sane y se las lleve. Lo más enternecedor son los niños abortados que aparecen llorando, o del todo no pueden hablar. Es momento de sumergirlos en la Sangre de Cristo, restaurar su cuerpecito, ponerlos en manos de la Virgen María para que se los lleve al Cielo. Muchas personas se sienten de improviso tristes, afligidas, comienzan a llorar y no saben por qué lloran. Puede ser que sea un alma que le transmite sus sufrimientos. Anoche una joven lloraba y lloraba y me decía no sé qué me está pasando, estoy triste, afligida, llorando y no sé por qué. No tengo motivo. Oré con ella y salió el alma de un niño de cinco años que estaba en ella, se sentía solo y le transmitía sus sufrimientos. Lo consolé y lo puse en manos de María y salió de la joven. Ésta quedó tranquila y feliz. Yo no me explico esto. Mis pobres filosofía, teología y psicología se quedan cortas.