CARTA No.213: María Francisca de Bogotá, madre de familia, dice:
“Ud. habla de que los padres de familia debemos buscar los medios para que nuestra familia crezca espiritualmente. Le cuento mi experiencia. El año pasado estuve en Baltimore, Maryland visitando a una amiga. Ella es colombiana, su marido americano. Me quedé un mes en su casa. Esa familia es carismática católica. Quedé fascinada viendo cómo viven su fe. Sobre todo me impactó la reunión de oración que hacen cada semana en familia. Es lo que Ud. dice en la carta anterior. El sábado por la tarde se reúnen, el padre, la madre y los cuatro hijos. Todos saben que nadie debe faltar a esa reunión. Cantan alabanzas, oran en voz alta de manera espontánea, leen el Evangelio del domingo, el padre lo explica y todos lo comentan, después hablan de la vida familiar, después oran por cada uno de los miembros de la familia imponiéndole las manos. Ejercen los diversos carismas de los que habla San Pablo, oran en lenguas, oran por sanación interior y liberación. Terminan la reunión con una cena muy rica y alegre. Al día siguiente van a misa en familia. Todos los días se reúnen aunque sea un ratito para orar. Esta experiencia me pareció bellísima. Ojalá pudiéramos hacer algo parecido en nuestras familias. Yo creo que el rezo del Rosario en familia es muy bueno pero no debemos quedarnos sólo con el rezo del rosario. Hay que aprender a orar de manera espontánea.
Respuesta: Me alegro de que compartas esta experiencia. La Renovación carismática ha aportado a la Iglesia cosas muy bellas e importantísimas. Sobre todo el descubrimiento del Espíritu Santo activo en la vida ordinaria del cristiano, la vivencia permanente de los carismas, la oración de alabanza espontánea, especialmente oraciones de sanación interior y de liberación, una manera testimonial y gozosa de vivir la fe, una vertiente ecuménica y un grandísimo empuje misionero y evangelizador. El Papa Francisco nos dice que es una corriente de gracia que ha de renovar la Iglesia. Actualmente hay más de ciento veinte millones de católicos “carismáticos” y el número sigue creciendo vertiginosamente. La revelación de la Llama de Amor a Isabel Kindelmann se da prácticamente en la misma época en que nace el movimiento carismático. El Papa San Juan XXIII al inaugurar el Concilio Vaticano II pidió una nueva efusión del Espíritu Santo sobre la Iglesia.
La Llama de Amor y la corriente carismática son dos respuestas de Dios a la súplica de Juan XXIII. No existe incompatibilidad u oposición entre ellas porque la Llama de Amor es en primer lugar un “instrumento” que la Virgen pone en nuestras manos para cegar a Satanás. Siendo un instrumento debe se usado por todos los creyentes independientemente del grupo, comunidad o movimiento al que pertenezcan. Un dato interesante es que el movimiento carismático redescubre la existencia del Demonio en el ambiente cultural norteamericano en el que la ciencia había descartado el mundo preternatural. Notamos un punto de encuentro entre el mensaje dado a Isabel Kindelmann y la experiencia de vida de las comunidades carismáticas. Satanás existe y está atacando frontalmente a las familias para destruir la Iglesia. Necesitamos que las familias descubran los carismas del Espíritu Santo para que puedan vivirlos en el interior del hogar y defenderse exitosamente contra el Enemigo. Toda la Iglesia es carismática. Todos los cristianos debemos vivir los carismas en la medida en que Dios nos los dé. Las familias y las comunidades que viven la espiritualidad carismática deben descubrir la gracia de la Llama de Amor para utilizarla.