CARTA No.170: Para ir comprendiendo mejor la acción de los espíritus malignos vayamos al Diario Espiritual
La primera página titulada “Mis luchas espirituales”. Analizando diversos pasajes iremos comprendiendo los diversos estados de ánimo que provoca la acción diabólica. Notemos que Isabel está agotada físicamente. Hay un exceso de trabajo que no le deja tiempo para vivir intensamente su fe. Isabel es una mujer cristiana fervorosa pero comete un gran error: da prioridad al trabajo. Durante un período de su ajetreada existencia descuida su vida interior: no ora, no medita la Palabra de Dios, no pone en primer lugar su confianza en Dios. Confía en sí misma, en sus propias fuerzas. Ella lo confiesa: poco a poco se fue apartando de Dios. “Mi vida espiritual se había opacado tanto que hasta la firmeza de mi fe se encontraba amenazada”. En ese momento entra el enemigo malo que la molesta continuamente. Ataca en primer lugar su inteligencia, le pone dudas en la mente, le propone que abandone la lucha, le promete alivio si deja totalmente la fe. El demonio la ataca encarnizadamente. Ella dice que una lucha espiritual larga, espantosa, comenzó en su alma. Tan fuerte que la afectaba físicamente en sus nervios. Ella que era una católica fervorosa comienza a experimentar cansancio y aridez en lo que más amaba: la santa misa.
En lugar de hacer oración bostezaba aburrida. Hasta que un día decidió no ir más a misa. Su misma conciencia ya no le reclamaba como si se hubiera resignado. El ataque iba avanzando: “ya no sabía cómo dirigirme a Dios”. “Me pasaba divagando con mi pensamiento”. Ahora se trataba de dejar de lado el ayuno: “Decidí no privarme de comer carne”. La oración que anteriormente brotaba siempre de su corazón hacia Dios le parece ahora un murmullo vacío. Siente en su alma un silencio oscuro, frío y mudo que la rodeaba por todas partes. Hasta que llega al fondo: “Dios ya no quiere saber más de mí”. Experimenta una gran angustia interior y le sobrevenían pensamientos blasfemos contra Dios. Esta lucha duró alrededor de tres años. Tenemos aquí el esquema del ataque diabólico. Se aprovecha de la falta de oración, ataca la inteligencia y el corazón. Conduce a la persona a la frialdad para con Dios. Isabel resume su estado en una frase: “una sequedad terrible consumía mi alma”. Satanás tiene un objetivo: que las personas rechacen a Dios, que dejen de lado la oración y los demás medios que les ayudarían a superar la tentación. Isabel resulta victoriosa porque vuelve a la oración. Se arrepiente de su frialdad y empieza a orar con profundo fervor.
Los espíritus malignos son muy hábiles para aprovechar nuestras debilidades Especialmente tratarán de apartarnos de la oración, de la práctica de los sacramentos, especialmente de la confesión y de la comunión al Cuerpo y Sangre de Cristo. Quien no ora no recibe las gracias que necesita para vencer las tentaciones. Saquemos de aquí una primera gran enseñanza: necesitamos de la gracia de Dios para vencer a Satanás. El auxilio divino se obtiene por la oración humilde, intensa y perseverante. No debemos apoyarnos exclusivamente sobre nuestras propias fuerzas. Somos débiles, necesitamos de la ayuda divina. La estrategia diabólica consiste en primer lugar en apartarnos de la fuente de la gracia: la oración. El Demonio tratará por todos los medios a su alcance que nos apartemos de Dios para someternos a su poder. Matrimonio que no ora queda a la merced de las tentaciones del enemigo. Hijos que no oran se descarrían. El primer deber de los padres de familia es promover en el interior de su casa los medios para obtener el auxilio divino, la gracia de Dios. Con la gracia de Dios se vence al enemigo. En nada insiste más la Virgen María que en el rezo diario del rosario en familia. Familia que ora vence todas las tentaciones de Satanás. Pareja que ora permanece unida. Fracasan aquellos matrimonios que se apartan de Dios.