CARTA No.147: ¿Qué entendemos por “mundo”?
Respuesta: Cuando decimos que entre los tres enemigos de la salvación está el mundo debemos clarificar que no se trata de la creación material. Todo cuanto existe fue creado con un objetivo: “dar gloria a Dios”. Sin embargo a causa del pecado de Adán este mundo material quedó herido y “la creación entera a una gime y sufre dolores de parto” porque fue sometida a la vanidad, por el pecado del hombre (Rom 8,20). La creación sufre porque los seres humanos en vez de utilizarla para dar gloria a Dios, se sirven de ella para ofender al Creador. Cuando hablamos del mundo enemigo de Dios nos referimos no a lo material del universo sino a la mentalidad opuesta a los designios de Dios que el hombre pecador ha ido promoviendo en la sociedad. El hombre que no ha aceptado a Jesucristo como a su redentor y salvador y ha rechazado la gracia produce una sociedad cuyos criterios y maneras de actuar se oponen al Reino de Dios. Esa manera de pensar opuesta a Jesucristo es el mundo enemigo de nuestra salvación. Está íntimamente unida y es interdependiente con la carne y el demonio. Mundo, demonio y carne vienen a ser en último término una sola cosa.
La gracia de la Llama de Amor lleva a las familias a ser LUZ DEL MUNDO. Leamos los párrafos del 17 de diciembre de 1965. Allí Jesús dice que a través de la vida sacrificada de Isabel, Él ilumina a las almas que todavía lo están esperando. Ustedes son la luz del mundo…ustedes tendrán que expandir claridad sobre las manchas oscuras de la tierra, que están bajo la sombra del pecado…”. En Mateo 10,16 Jesús le dice a sus discípulos: “Los envío como ovejas en medio de lobos”, para indicarles que estarán rodeados de un ambiente enemigo de Cristo. Si examinamos el Diario con atención nos damos cuenta de que todo el mensaje de la Llama de Amor nos lleva a desprendernos de los criterios y maneras de actuar del “mundo” para asumir los criterios y maneras de actuar de Jesucristo. Detrás del “mundo” están la “carne” y el “Demonio”. Satanás es el príncipe de este mundo y él ciega el entendimiento de los incrédulos para impedir que vean el resplandor glorioso del Evangelio (2 Cor 4,3-5). Hoy más que nunca las familias católicas están llamadas a hacer un examen de conciencia sincero que las lleve a reconocer en qué zonas de su manera de pensar y de actuar están contaminadas por los criterios y maneras de actuar del “mundo”.
No se puede ser luz del mundo si se ha pactado con el mundo o se forma inconscientemente parte de él. El enorme peligro para las familias católicas es la de dejarse invadir y conformar por la manera de pensar y de vivir de los enemigos de Jesucristo. Por eso Jesús les dice “sean prudentes como serpientes”. En este punto es importantísimo que los padres de familia se instruyan de manera responsable con el estudio de la Palabra de Dios y con las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Uno de los grandes pecados del mundo católico de hoy es la ignorancia de las Sagradas Escrituras. Se despilfarra el tiempo en cosas insustanciales y no se lo dedica a lo más importante: estudiar la Palabra de Dios que es la que nos trae la salvación. Se invierte el tiempo en fatigosos y largos estudios para tener una carrera profesional, se malgasta el tiempo en programas de televisión o en las redes sociales pero no se dedica esfuerzo y tiempo en estudiar, conocer y asimilar los Evangelios y las enseñanzas de los Apóstoles.
Los niños judíos pasan horas y horas aprendiendo la Torah y los demás escritos. Los niños musulmanes se dedican a memorizar el Corán. Los niños católicos dedican algunas horas a una catequesis superficial y apresurada para recibir los sacramentos. Los judíos y los musulmanes adultos conocen bien su doctrina. Los católicos adultos en su mayoría vagamente conocen el Evangelio y algunas oraciones. Si las familias católicas no revierten ese proceso de ignorancia de la Palabra de Dios, no podrán ser testigos de Jesucristo. La Llama de Amor viene a llamarnos la atención fuertemente en los puntos fundamentales de la identidad católica. No basta recibir los sacramentos. Para que estos sean eficaces es necesario que la Palabra de Dios los sostenga. Cuántos jóvenes reciben la confirmación y después nunca más pisan la Iglesia. ¡Qué ironía, qué contradicción! Como no han conocido de verdad a Jesucristo en su palabra, lo abandonan. Si bien es cierto que la Virgen María con su Llama de Amor ciega a Satanás Ella espera de las familias una sincera colaboración y gran responsabilidad en el cumplimiento de sus peticiones.