CARTA No.121: Muriel, de México, vuelve a preguntar
¿A qué llama Ud. poner el orden cristiano en nuestra vida? Ud. dice: “la Llama de Amor nos lleva a la victoria contra Satanás con la condición de que pongamos el orden cristiano en nuestra vida personal y familiar”
Respuesta: En vez de decir “poner el orden cristiano” en nuestra vida digamos “vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús”. Si observamos la naturaleza que nos rodea encontramos en ella “orden”. Toda la creación funciona de acuerdo al plan del Creador. Si la creación rechazase funcionar de acuerdo a ese ordenamiento del Creador, caería en el caos, en el desorden. Los cristianos somos aquellos que creemos en Jesús y ponemos nuestro esfuerzo para vivir de acuerdo a sus enseñanzas. La devoción a la Llama de Amor nos va llevando de la mano a vivir de acuerdo a las enseñanzas de Jesús. Es indispensable conocer el pensamiento de Jesús para poder vivirlo. Si lo ignoramos no podremos ponerlo en práctica y no actuaríamos como sus verdaderos discípulos. Se necesita la “iniciación cristiana” para convertirse en discípulo de Cristo. Esa iniciación nos la da la Iglesia por medio del camino sacramental: Bautismo, Confirmación, Eucaristía. La fe en Jesucristo se vive en comunidad, no se puede ser cristiano fuera de la Iglesia. No podemos leer el Evangelio y decir: yo soy cristiano a mi manera.
Yo aprendí el pensamiento de Cristo leyendo la Biblia y lo llevo a la práctica por mí mismo sin necesidad de la Iglesia. ¿Y eso por qué? Porque Jesús nos enseñó que solamente se puede vivir de verdad su doctrina siendo parte de la comunidad que Él fundó. Esa comunidad es la Iglesia. La vida en Cristo no consiste sólo en conocer intelectualmente lo que Jesús dice sino sobre todo en llevar a la vida las consecuencias de su muerte redentora. Cristo murió en la cruz para salvarnos. Esa es la enseñanza fundamental del Evangelio. Debemos morir al pecado con Cristo. Los discípulos de Cristo formamos una comunidad llamada Iglesia que es la Asamblea de todos aquellos que han sido llamados a creer en Jesucristo. Esa comunidad es la “Esposa” de Cristo, el Cuerpo de Cristo, el Pueblo de Cristo. Tenemos necesariamente que ser iniciados, formados, “engendrados” a la Fe en Jesucristo por la madre Iglesia y perseverar en ella como miembros vivos. La Iglesia no es un club al cual se puede entrar y salir a voluntad. Es el mismo Cristo viviente en sus discípulos. Jesús llama a todos los seres humanos a formar parte de su Iglesia. Dios se sirve de la Iglesia para salvar a toda la humanidad. Hay un combate terrible entre el mundo de las tinieblas y la Iglesia. El Demonio odia a la Iglesia con todas sus fuerzas y su único anhelo es destruirla para que no pueda llevar la humanidad a los pies del Salvador.
El trabajo del Demonio es infiltrar la mente de los cristianos para que sean incapaces de vivir las enseñanzas de Jesús. Al perder la identidad los cristianos serán falsos cristianos y no podrán oponer resistencia al reino de las tinieblas. La Virgen, Madre de la Iglesia, nos da su Llama de Amor para que vayamos gradualmente recuperando y fortaleciendo en nosotros la identidad cristiana. El “orden cristiano” consiste en reconocer a Jesucristo como el Señor de nuestras vidas. En la misa decimos: por Cristo, con Cristo y en Cristo a Ti Dios Padre omnipotente todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos”. Por Cristo la humanidad entera va al Padre. La gracia de la Llama de Amor no puede producir frutos allí donde el compromiso bautismal no se quiere cumplir. Cuando la persona no quiere renunciar al pecado yace bajo el poder de Satanás. Para que la devoción a la Llama de Amor ciegue al Demonio es preciso que se dé en el alma el deseo de luchar contra las tentaciones. Jesús lo dijo muchas veces y de diferentes maneras: el Reino de los Cielos sufre violencia, no son los que dicen ¡Señor, Señor! los que entrarán en él, sino los que hacen la voluntad de mi Padre Celestial. El efecto de gracia, cuando se lo invoca, nos fortalece y capacita para salir victoriosos de las tentaciones.