CARTA No.118: ¿En qué consiste el combate espiritual a nivel personal y familiar?
Respuesta: El Diario Espiritual se abre dejando ver a una Isabel sumergida en una profunda crisis de fe. Las muchas preocupaciones, el estado de viudez, el continuo y agotador trabajo para sobrevivir habían opacado su vida espiritual. El Demonio la tienta orillándola a abandonar la vida en Cristo. Una lucha terrible se inició en ella. Larga, espantosa. Iba todavía a la Santa Misa pero la sentía vacía, la cansaba, la vivía sin recogimiento. Poco a poco se iba apartando de Dios. Isabel describe lo que le pasa a muchísimos bautizados: la gradual pérdida de la fe. Llega un momento en que la abandonan para llevar una vida de acuerdo al “mundo” es decir: fuera de las enseñanzas de Jesucristo, fuera del sentido de su bautismo. Isabel se salva de la catástrofe porque un día “escucha la voz de Dios” y comienza a responder positivamente a este llamado. Su vida comienza a cambiar. Debemos estudiar en el Diario espiritual los pasos que la llevan a dar sentido a su existencia. Va a pasar de una vida de cristiana fría, mediocre, a la santidad heroica. Experimenta dentro de su corazón el llamado de Jesucristo.
El Señor le pide dos cosas: “Cree en Mí y adórame”. Renuncia a ti misma. Confía en Mí. Ella al principio no comprende muy bien el sentido de estas palabras. La Virgen le dice: “hay muchas familias frías como la tuya” en Hungría. La vida personal y familiar de Isabel era la de una “buena católica”. Sin embargo la manera de vivir su fe no correspondía a lo que Dios esperaba de ella. El mensaje de la Llama de Amor viene a decirnos que no estamos viviendo como verdaderos católicos. Para salvarnos y para salvar a la humanidad es indispensable que cambiemos urgentemente de vida y que asumamos con gran responsabilidad las obligaciones bautismales. Este apremiante cambio se da como resultado de una encarnizada lucha contra Satanás. El Demonio tiene como objetivo oscurecer la mente de los bautizados para arrancar de su corazón la identidad bautismal. Al confundir sus mentes los bautizados dejan de ser la luz del mundo y la sal de la tierra y se convierten en elementos pasivos y sin influencia sobre la sociedad.
Satanás quiere reinar en las familias. Busca la condenación eterna del mayor número de almas. Jesucristo nos llama a ser sus testigos ante un mundo que yace bajo el poder de Satanás. Los bautizados en la Sangre de Cristo tenemos una vocación: evangelizar a la humanidad. Con la palabra y con la vida hemos de llevar la salvación hasta los últimos rincones del mundo. Si no lo hacemos fallamos gravísimamente y se nos pedirá cuentas de esta traición a nuestra identidad profunda. Allí donde vivimos debemos ser la luz del mundo y la sal de la tierra. Es una doble conversión la que nos pide el Diario: la personal y la familiar. De la conversión de los padres deriva la calidad de la vida cristiana de su hogar. La familia cristiana está basada en la autoridad de la Palabra de Dios a la que todos se deben someter. Sin sometimiento a la Palabra de Dios no hay posibilidad de testimonio cristiano para el mundo que nos rodea. En primer lugar debemos conocer de corazón la Palabra de Dios. Si no la conocemos no podremos dar testimonio de Jesucristo.
Somos testigos del Amor de Cristo ante un mundo que no lo conoce. Poner en práctica las enseñanzas de Diario Espiritual consiste en primer lugar abrirnos a la acción del Espíritu Santo que nos revela a un Jesucristo vivo al que nos sometemos como Señor de nuestras vidas. Jesús y María piden que todas las familias pongan en práctica el camino de la oración personal y familiar, la vivencia de los sacramentos, especialmente de la Eucaristía, la penitencia en todas sus formas, el cumplimiento de los mandamientos de la Ley de Dios. Las prácticas concretas, si no tienen como alma la conversación íntima con Jesucristo vivo, no son capaces de transformar las familias. Se puede tener la vida llena de prácticas religiosas y sin embargo no estar a la altura de la vocación bautismal. Jesús ya denunció esta grave anomalía: “Este pueblo me honra con los labios pero su corazón está lejos de Mí”. Si queremos llevar la gracia de la Llama de Amor a otras familias es indispensable que nos entreguemos decididamente a configurar nuestras familias católicas sobre lo que significa el compromiso bautismal: la renuncia a Satanás y el seguimiento de Jesucristo.