CARTA No.106: Roberto de Colombia Pregunta
Ud dice que la acción diabólica más grande consiste en cegar el entendimiento humano para que los hombres remplacemos a Cristo crucificado por un Mesías complaciente. Según Ud. este sería el problema fundamental de la Iglesia y del mundo. ¿Podría explicarme esto?
Respuesta: La Divina Revelación nos dice que hemos sido salvados por Jesucristo y Jesucristo crucificado. Ese es el mensaje de la Iglesia. No somos salvados por un Cristo poderoso según los criterios de este mundo. En efecto el Hijo de Dios se encarnó despreciando todos los honores y riquezas del mundo. Vivió pobre y humilde. No perteneció a la poderosa e instruida casta sacerdotal ni se presentó con la sabiduría de los sabios de este mundo. Denuncio el pecado en todas sus formas. Jesús dice que solamente entran en su Reino aquellos que suben el calvario detrás de Él llevando su cruz y son crucificados con Él. San Pablo nos dice que predicar a un Mesías crucificado es un “escándalo para los judíos y una locura para los griegos” (1Cor 1,23). En los sufrimientos de Cristo está nuestra sabiduría y nuestra fuerza (1Cor 1,24). La Fe no debe fundarse en la sabiduría de hombres sino en el poder de Dios. La obra más sutil de Satanás consiste en confundir la inteligencia de los cristianos para que dejemos de lado a Jesucristo crucificado y nos fabriquemos un camino diferente, más fácil, para “realizarnos” o “salvarnos”. Esa es la verdadera infiltración diabólica en la Iglesia a la cual estamos expuestos todos. Desde el Papa hasta el último niño recién nacido.
El Demonio ciega la mente para que despreciemos a Jesucristo crucificado y nos inventemos otro Cristo más acorde con nuestros intereses egoístas. Es más fácil seguir a este Cristo porque podemos vivir en pecado y al mismo tiempo “cumplir con los deberes religiosos” y conservar la conciencia tranquila. El mensaje de la Llama de Amor nos va llevando a comprender que si queremos entrar en el Reino de los Cielos debemos renunciar a ese mesías salvador falso y abrazarnos al verdadero. Si analizamos las tentaciones de Satanás contra Isabel Kindelmann podríamos reducirlas a eso. El Diablo le dice en resumen: “deja de lado a Jesucristo y sírveme a mí. Jesús sólo te ofrece sufrimientos y humillaciones, yo te ofrezco el placer y honores”. Hay una sabiduría de Dios y una sabiduría de los hombres (1Cor 2,6). La sabiduría de Dios parece una locura a los ojos de los sabios de este mundo (políticos, filósofos, banqueros, científicos, militares, universitarios, …etc.). Satanás le ofreció a Jesús todos los reinos de este mundo: le dijo -“si postrado ante mí me adoras”. El Demonio ofusca los razonamientos del hombre y entenebrece su insensato corazón. “Jactándose de sabios, se volvieron necios” (Rom 1,21-23). El problema es que cuando se desprecia al Cristo crucificado quedamos a merced de los malos deseos del corazón (Rom 1,24…).
Dice San Pablo que Dios los entregó a su “mente insensata, para que hicieran lo que no conviene: llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, llenos de envidia, de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, difamadores, detractores, enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal, rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a los que las cometen” (Ro 1:28–2:1). Es muy poderosa la fascinación que los falsos mesías ejercen sobre el mundo. Desde su más tierna infancia los niños están expuestos a los juegos de video. ¿Qué se les enseña allí? Que el odio al enemigo, la violencia, la ira, el poder de los ejércitos, la sexualidad enfermiza, la muerte, etc. son los valores que cuentan. Jesucristo nos envió a este mundo como ovejas en medio de lobos. La misión de los cristianos es ser testigos del verdadero Mesías. Los lobos son más poderosos que las ovejas si éstas caminan sin verdaderos pastores. El golpe magistral del lobo es el de disfrazarse de pastor y guiar a las ovejas. La gracia de la Llama de Amor es dada a la Iglesia de los últimos tiempos para convertir a los lobos en ovejas, para formar a los padres de familia en verdaderos pastores, para que los niños aprendan a discernir a los lobos y combatirlos con el poder de Jesucristo y éste crucificado.