CARTA No.105: continúo explicando en qué consiste fundamentalmente la obra de Satanás.
En los párrafos que aparecen bajo la fecha 6 de marzo de 1964 encontramos cómo actúa el Espíritu Santo en el alma y también cómo actúa el maligno. El Espíritu Santo actúa dándonos a conocer a Jesús como verdadero Dios y verdadero Hombre. Dice Jesús: “Penetro en tu interior como verdadero Dios y hablo a ti como verdadero Hombre. Porque mi Corazón humano también late al mismo ritmo con mi divinidad. Tu corazón late al mismo ritmo que mi Corazón. ¿Sabes lo que esto significa? Significa que te has hecho partícipe de mi divinidad. Y esta participación se concederá a todo aquel que sienta conmigo y cuyo pensamiento es mi pensamiento. El que así vive, sólo puede bendecir. Esta bendición aumenta el efecto de mi obra de salvación. Este efecto le hace a ustedes santos”. Más adelante le dice Jesús a Isabel: Ten cuidado, no sea que pierda fuerza tu alma. El maligno está continuamente al asecho sin quitar ni por un momento la mirada de ti. Suscita frecuentemente y sin motivo confusión en tu alma porque todavía no ha perdido la esperanza. Que la esperanza de tu alma se alimente del Espíritu de Amor cuya fuerza atemoriza a Satanás. Esta es mi petición y lo que te inspiro que si acoges y haces tuya, hará enmudecer en tu alma la bulla perturbadora del maligno que vocifera al silencio de tu alma” (DE 6-3-1964).
Hay una lucha tremenda entre el Espíritu Santo y el espíritu maligno en el interior del corazón de los seres humanos. El Espíritu Santo trata de revelarnos el rostro de Cristo, del Cristo verdadero. El espíritu maligno lucha con todos sus medios para impedir que esta revelación sea aceptada por nuestra inteligencia. San Pablo en sus escritos nos explica en varios pasajes en qué consiste fundamentalmente la acción de Satanás: en “cegar el entendimiento de los que rechazan el Evangelio: … “para los incrédulos, cuyo entendimiento cegó el dios de este mundo para impedir que vean el resplandor del glorioso Evangelio de Cristo, que es imagen de Dios” (2 Co 4:4). El Espíritu Santo nos ilumina “con el conocimiento de la gloria de Dios que está en el rostro de Cristo” (2Cor 4, 6-7). El verdadero Cristo es aquel que “se humilló hasta la muerte y muerte de cruz”. En el famosísimo pasaje de 1 Cor 1,18-2,16 el Apóstol nos dice que la predicación de la cruz es una locura para aquellos a quienes Satanás ha cegado, pero para quienes han creído, la cruz se convierte en “fuerza de Dios”. Dios destruye la falsa sabiduría de aquellos que se guían por la “carne”, humilla su equivocada inteligencia. Dios entontece la sabiduría de este mundo que piensa encontrar la salvación en falsos mesías revestidos de poder humano. Eso es lo que está pasando ahora en proporciones planetarias. Millones de católicos han rechazado al verdadero Cristo crucificado y humillado hasta la muerte para remplazarlo por un Cristo según la sabiduría humana. El dios de este mundo ha cegado sus ojos y les ha presentado un mesías que salva por la ciencia, el dinero, el poder, el prestigio, el placer, etc.
La cruz del verdadero Cristo, sus sufrimientos, su pobreza, su humillación, no tienen ya sentido para muchos católicos. No se dan cuenta de que “ha escogido Dios a los débiles del mundo, para confundir a los fuertes. Lo plebeyo y despreciable del mundo ha escogido Dios; lo que no es, para reducir a la nada lo que es”. Lo esencial de la acción de Satanás está aquí: en hacer creer a la gente que la salvación viene de sus propias fuerzas y que la felicidad consiste en lograr los objetivos terrenales que se han propuesto. El Demonio ciega los ojos del alma para que no se conozca al Cristo verdadero y no se comprendan sus palabras. Ese Mesías que nos rescató por sus inenarrables sufrimientos en la cruz ha sido remplazado por ese mesías complaciente que sirve para darnos lo que anhelamos: la felicidad en este mundo. El mensaje de la Llama de Amor es un llamado urgente a la Iglesia para que predique al verdadero Cristo. Por ese motivo en las páginas del Diario nos encontramos con un Cristo que nos redime por sus dolores y nos pide que asumamos nuestra parte de sufrimientos para nuestra salvación y la del mundo entero. Hay personas que no comprenden que la salvación viene por la cruz y que deben asumirla en toda su vida (Col 1 24-29). Estas personas rechazan el Diario porque lo encuentran “muy triste”. Tienen la inteligencia “embotada”- como dice San Pablo. El efecto de gracia de la Llama de Amor va a iluminar nuestra inteligencia para que contemplemos el verdadero rostro de Cristo que nos lleva a la Vida Eterna.