CARTA No.69: Homosexualidad 1
La Llama de Amor nos lleva en el interior de nuestra familia a cambiar de corazón y a adquirir los pensamientos y sentimientos de Jesucristo. Sentir según Cristo es amar a cada persona como Cristo la ama. Debemos tener en cuenta que no se mueve la hoja del árbol sin que Dios no lo quiera para nuestro mayor bien. Santa Teresita del Niño Jesús decía: “todo es gracia”. Todo lo que nos acontece es una oportunidad que nos da Dios para crecer en su amor. El Evangelio dice que Jesús es la Luz del mundo y que sus discípulos somos como la levadura que hace crecer la masa para hacer el pan. San Pablo nos dice que antes de conocer a Jesucristo vivíamos sometidos a la concupiscencia de la carne según el proceder de los espíritus malignos y destinados a la muerte. Dios nos vivificó en Cristo Jesús mostrando la sobreabundancia de su gracia. Hemos sido salvados por gracia en Cristo Jesús (Ef 2,1-10).
Como discípulos de Cristo no podemos juzgar a las personas homosexuales como las juzga el mundo: ni rechazándolas y ofendiéndolas como hacen muchos, ni aprobando y aplaudiendo conductas que se apartan del sentir de Cristo. Los padres de familia están investidos por Dios para ser en cada hogar portadores del amor de Cristo para sus hijos. Solamente la gracia de Dios puede cambiar los corazones. La fe en Jesucristo nos lleva a confiar totalmente en el poder de la oración para obtener la gracia. Las tendencias a la soberbia, al odio, a la idolatría del dinero, al suicidio, a la fornicación, al asesinato (aborto) …son tan graves como las tendencias homosexuales. Todas ellas conducen a la muerte. El mensaje de la Llama de Amor revela a los padres de familia esa gran verdad: El mundo entero yace bajo la influencia del príncipe de este mundo. Si no lo combatimos frontalmente y con perseverancia desde el interior de cada familia el reino de Satanás se extenderá sobre toda la humanidad.
Lo extremadamente grave es que organizaciones minúsculas en número pero poderosísimas en dinero y en influencia política estén imponiendo las desviaciones morales en el terreno de la sexualidad como derechos. Entre estos están las relaciones homosexuales. Peor aún es la decisión de conquistar a los niños y adolescentes infiltrando las escuelas y la pedagogía en general de esta ideología. El Inmaculado Corazón de María interviene desde hace un siglo llamando poderosamente la atención a toda la iglesia, pero de manera particular a quienes tienen en sus manos el corazón
de las nuevas generaciones: los padres de familia. La Llama de Amor, es el arma para derrotar ese gigante con pies de barro que es la política de los económicamente poderosos. Al demonio no se lo vence con discursos, ni con libros, ni con las armas de este mundo. Al Satanás solamente lo vence Jesucristo. A las personas que se sienten obsesionadas por las pasiones homosexuales hay que ayudarlas descubriéndoles el misterio de Cristo.
Es necesario llevarlas de la mano hasta la Eucaristía fuente de vida y de poder contra la acción de los espíritus malignos. Detrás de las obsesiones homosexuales están los espíritus malignos, como también están detrás de cualquier otra perversión. El poder de la Llama de Amor tal como la Virgen María nos lo propone está en la oración intensa del Rosario con la jaculatoria que Ella misma nos ha dado. Si los padres de familia comprenden esto, tendrán la gracia. Esta gracia les ayudará a conservar la paz del corazón, a volverse pastores de sus hijos, a ser testigos de Cristo, y a dejar en las manos de Dios el terreno que le pertenece: la conciencia de cada persona. Los cristianos hemos sido enviados al mundo como ovejas en medio de lobos, pero no vamos solos, vamos con el Pastor. El Pastor va siempre con la Madre que cuida el rebaño de su Hijo; por eso debemos acudir al Corazón de la Madre que es la mejor garantía para los padres de familia. Ella los ayudará y confortará en la difícil vocación de educar a sus hijos en la plenitud de la Fe.