CARTA No.49: ¿Qué valor tiene el sacramento de la confesión en el proceso de liberación de las personas que son víctimas de la acción de los espíritus malignos?

La Sra. Lucrecia de Costa Rica pregunta: ¿Qué valor tiene el sacramento de la confesión en el proceso de liberación de las personas que son víctimas de la acción de los espíritus malignos?

Respuesta: Más que hablar del papel del sacramento de la reconciliación en el proceso de liberación quisiera hablar de
este sacramento en el proceso de santificación de las personas. En el Diario Espiritual vemos a una mujer, Isabel Kindelmann, atacada por Satanás. De ordinario las personas caen en las garras de los espíritus malignos por haberse alejado de Dios. Muchos han llevado una vida de indiferencia religiosa o de pecado; especialmente han incursionado en el esoterismo, la brujería, la magia, el ocultismo. Ellos o sus ancestros. También y con mucha frecuencia pueden ser víctimas de la malicia de enemigos que por envidia, odio, venganza, recurren a hechiceros para atacarlos por medio de maleficios. En el caso de Isabel Kindelmann nos encontramos ante una mujer profundamente piadosa, llena de fe, excelente cristiana. Ella no ha abierto de manera culpable las puertas a los espíritus malignos. ¿Por qué es entonces tan atacada? Porque Dios se va a servir de los ataques diabólicos para santificarla y para darnos un gran ejemplo de combate espiritual.

Debemos tener en cuenta que Dios quiere nuestra salvación eterna y nuestra santificación. ¿Cómo va a resistir Isabel un ataque tan despiadado, tan persistente, tan terrible de Satanás? Viviendo de manera intensa todos los recursos que la vida normal del cristiano le ofrece. El Señor quiere que Isabel sea un instrumento apto para transmitirnos la gracia de la Llama de Amor. Por eso la guía y la forma para que viva intensamente lo esencial del seguimiento de Cristo. La vida de Isabel es como una profecía para los tiempos que estamos viviendo y que tendremos que vivir en los próximos años futuros. Tendremos que combatir la acción de Satanás que se irá volviendo cada vez más fuerte. Debemos fortalecernos para no ser derrotados. El punto más importante es la lucha contra el pecado personal y contra el pecado en el interior de la familia. Antes que preocuparnos por los ataques diabólicos externos (infestación, maleficios, opresión, etc.) debemos preocuparnos por llevar adelante una vida de gran santidad. La huida del pecado, el rechazo al pecado es lo más importante.

El sacramento de la reconciliación frecuente y bien vivido es el instrumento por excelencia para conservar el alma en paz y serenidad. Isabel va al confesor con gran frecuencia. Allí recibe luz, consuelo, paz, fuerzas para seguir adelante. Desgraciadamente muchas personas no se confiesan o lo hacen mal. Es importantísimo preparar bien la confesión examinando detenidamente los pecados de la vida pasada. Analizar las causas, las actitudes internas, las razones que nos han llevado a rechazar la voluntad de Dios. Sobre todo pedir a Dios que nos conceda la gracia de conocer nuestros pecados y un profundo dolor de haberlos cometido. Deberíamos tener un confesor fijo que nos ayudara a ir sobrepasando el pecado y sus consecuencias. Este sacramento trae consigo gracias extraordinarias cuando es vivido con sinceridad. Reconocer que hemos pecado, aceptar nuestra miseria personal, humillarnos frente a Dios y frente al sacerdote, recibir con fe la absolución, proponernos con la gracia de Dios nunca más volver a ofenderlo es el camino de la Paz interior. La gracia de la Llama de Amor nos lleva a vivir el sacramento de la reconciliación, no como una “aspirina espiritual”, sino como una herramienta de grandísimo valor en la edificación del santuario familiar.

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