EL ROSARIO ES UNA ESCUELA DE AMOR A DIOS
El pecado más grave y de mayores consecuencias negativas para cada hombre y para la humanidad entera es el rechazo a Jesucristo como Dios encarnado, Redentor y Salvador del mundo. Es el pecado de Judas, de los Sumos Sacerdotes, de los escribas, fariseos, saduceos y demás enemigos de Jesús. Ellos no quisieron a Jesús, lo odiaron a muerte. Este fue el más grande de los sufrimientos de Nuestro Señor porque esas autoridades religiosas impidieron que el pueblo judío lo reconociera como Mesías. Cerraron el camino de la salvación a innumerables almas. La batalla de Satanás contra Dios se centra precisamente en este punto: el rechazo a Jesucristo. Los demonios buscan que las almas rechacen a Jesús, no se sometan a Él como Señor de sus vidas. Llevan su ataque a todas las personas sin excepción.
A cada persona individual, a la familia de manera especial, a las instituciones gubernamentales de cada país, a toda organización humana para que no cumplan el destino que Dios les ha dado: glorificar a Jesucristo y a través de Él a la Trinidad Santísima. Cada ser humano está destinado a darle a su Creador y Señor todo el amor, todo el honor y toda la gloria que le sea posible. En el plan de Dios los hombres de todos los tiempos han de encontrarse con Jesucristo (Jn 1,9) para reconocerlo, someterse a Él y encontrar en Él a su Redentor y Salvador. En esa historia de la salvación Dios nos ha colocado en diversas circunstancias. A todos sin excepción se nos da la oportunidad para decidirnos por Jesús o contra Jesús. Dios es infinitamente Justo y Misericordioso. En el momento del juicio final nadie podrá decir que no conoció a Jesús.
Desde el óvulo fecundado que muere y solamente tiene segundos de vida hasta el hombre más longevo del mundo que haya tenido todas las oportunidades para conocer a Cristo estamos en igualdad de gracia. Dios nos premiará de acuerdo a la Fe y al Amor con que hayamos amado a su Hijo. Esto no lo podemos comprender pero para la infinita sabiduría de Dios esta disparidad de circunstancias no constituye ningún problema. Como católicos, habiendo recibido tantas gracias, se nos juzgará con mayor rigor porque se espera de nosotros mayores frutos. Todos los hombres, los del pasado, los del presente y los del futuro estamos con la cara vuelta hacia Jesús que es el centro de la Historia. La obra satánica contra Dios se focaliza con saña en cegar la inteligencia y en corromper la voluntad de cada ser humano para que no acepte a Cristo en su vida, no lo ame y lo rechace.
Los católicos en el plan de Dios somos la levadura, la sal, la luz de este mundo porque aceptamos la plenitud de la divina Revelación. La Iglesia Católica es el faro que ha de iluminar a toda la tierra proponiéndole con toda la fuerza sobrenatural la Persona y el Misterio de Jesucristo. Todas las instituciones visibles de la Iglesia no tienen más finalidad que esa. La más grande y poderosa de esas instituciones es la Sagrada Eucaristía porque en ella se proclama la Palabra de Dios y se da a comer el Cuerpo y la Sangre de Cristo a toda la humanidad. Cuando la Virgen pide con urgencia los cinco primeros sábados nos pide dos cosas fundamentales: la comunión reparadora y la contemplación de los misterios del Rosario. Ella va a lo esencial. Infinidad de católicos no pueden tener la Eucaristía, pero tienen la posibilidad del Rosario. Pueden comer todos los días espiritualmente el Cuerpo y Sangre de Cristo a través de la contemplación de los misterios de su Vida.
Cada familia debe ser un Santuario porque en cada casa a través del Rosario se puede conocer, amar, adorar, servir y glorificar a Cristo Jesús. La estrategia de María para derrotar las huestes satánicas y aplastar la Llama de Odio del Demonio es que en cada hogar se viva en plenitud la devoción al Rosario. Por el Rosario conocemos a Cristo, lo contemplamos, lo amamos, nos entregamos a Él. Experimentamos su acción sanadora y liberadora; somos guiados por Él, somos llevados a la santidad por las gracias que Él derrama: “donde dos o más están reunidos en mi Nombre, allí estoy Yo en medio de ellos”. …”Si dos o más se ponen de acuerdo para pedir algo al Padre en mi Nombre, mi Padre se lo concederá” (Mt 7, 7-11; 18,19-20; Jn 14, 13-14; 15,16). El Rosario es la escuela donde aprendemos a conocer a Cristo y a amar a Dios. Por eso entre las prioridades de María está el Santo Rosario cada día en familia.