EL EFECTO DE GRACIA

Los demonios son esencialmente “odio”. Odio a Dios, odio a los hombres. Odio entre ellos mismos. Donde ellos están lo siembran, lo transmiten. Los que llevan en el corazón a Satanás exhalan odio, especialmente a Dios y al prójimo. Odio que se puede disfrazar con aparente bondad, pero es odio, por ejemplo cuando se aborta al niño.  Se justifica utilizando razones falaces que parecen buenas o aceptables. Cuando experimentemos en nuestro corazón sentimientos de aborrecimiento, desdén, animadversión, venganza, ojeriza, frialdad, indiferencia, antipatía, mala voluntad, tirria, repulsión, inquina, malquerencia, encono, hostilidad, desdén, desprecio, rechazo, enemistad, rencor, saña, ira contra el prójimo tomemos inmediatamente conciencia de que no es el Espíritu Santo el que nos anima sino que estamos bajo la influencia del maligno. Nuestra alma es como un radar. Experimenta emociones, sentimientos de toda clase y los transmite al cuerpo que responde con reacciones que con frecuencia no podemos dominar, como son las palabras hirientes y violentas, los gestos y miradas.

El amor a Dios y al prójimo es el sello característico de los discípulos de Cristo. Una familia que pertenezca a Jesucristo forma hogares en los que la misericordia, la compasión, la ternura, la fraternidad, la alegría, el gozo de estar juntos, se expresan constantemente por medio de palabras y gestos que dejan entrever la presencia de Dios. La devoción a la Llama de Amor del Inmaculado Corazón de María busca la manera de transformar las familias católicas en Santuarios familiares en donde reine Jesucristo.  Deben ser familias que proclamen la presencia del Resucitado.  La victoria final será del amor; el odio será derrotado definitiva y absolutamente. Cantidad de gente le ha apostado al odio y han creado un mundo invivible en el que la violencia y la astucia paren ser las cartas del triunfo. Están equivocados. Ya tienen la partida perdida de antemano. 

El triunfo de Cristo, la verdadera victoria, se dio en la cruz bajo la apariencia de la derrota. ¡Perdónalos Padre porque no saben lo que hacen! Y el Padre los perdonó. La acción de los espíritus malignos busca en primer lugar sembrar entre los cónyuges sentimientos y ocasiones que los lleven a la división: ¡Serán una sola carne! dice la Biblia. La raíz de todos los ataques diabólicos contra la familia está aquí, en el odio. Debemos tener en cuenta que toda la acción demoníaca es completamente débil ante la acción del Espíritu Santo. La Virgen María viene como Llama de Amor a sanar el interior de las familias “cegando” a Satanás, “cegando” al odio y todas sus expresiones.  Acoger a María como Madre de la Iglesia, Madre de las familias es el primer paso para vencer esos sentimientos de división promovidos por los espíritus malignos. Los sentimientos son sólo sentimientos, no son pecados, pero ponen en evidencia quién está detrás de ellos.

Cuando en el hogar se utiliza el instrumento que la Virgen pone en nuestras manos, la jaculatoria, los espíritus malignos huyen, quedan cegados ante el resplandor de la Llama de Amor. Cada miembro del hogar debe saber que invocar a la Virgen es garantía de victoria. Cuando decimos: “Derrama el efecto de gracia de tu Llama de Amor” sobre …mi angustia, mi miedo, mi ira, mi rencor, mi odio, mis deseos de venganza, etc. etc. la Virgen ciega a los espíritus malignos que están detrás de esas emociones. El “efecto de gracia” se puede derramar sobre cualquier cosa: mi casa, mi familia, mis hijos, mis padres, mi trabajo, mis enemigos, mis sentimientos, mis problemas, mis deudas económicas,  etc. etc. María como Madre oye las súplicas de sus hijos y de acuerdo a la fe que ellos le pongan, actuará siempre haciendo huir a los demonios. El Santuario familiar se construye desde el corazón, es decir desde los sentimientos más profundos.

Hay que limpiarlo de malos sentimientos; hay que llenarlo de los sentimientos del Inmaculado Corazón de María; hay que sellar la entrada para que no entren los sentimientos del maligno. A medida que nuestro corazón se va liberando de los sentimientos y emociones que el odio produce, nos volvemos compasivos y misericordiosos con los miembros de nuestra familia, con los prójimos y en vez de dañarlos les ayudamos a superar sus dificultades. El triunfo es de la compasión, de la misericordia. Necesitamos padres y madres de familia que tengan un corazón compasivo y misericordioso como el Corazón de Jesus y de la Madre Santísima. Los hijos y demás miembros del hogar, al experimentar la compasión y el amor que brotan de los padres y madres de familia serán entonces también compasivos y misericordiosos. Esa es la dinámica de la Llama de Amor para transformar el mundo. El odio no tiene futuro. Ya ha perdido la batalla aunque parezca que la tiene ganada.

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