EL DEMONIO ASMODEO (2)
El terreno de la sexualidad corrompida por el pecado original y afectada por la acción demoníaca es súmamente complicado. Nunca llegaremos a penetrar suficientemente en el interior del hombre caído para comprender el inmenso desastre que el pecado original ocasionó en la naturaleza humana. Todos los aspectos del ser humano han sido entenebrecidos, pisoteados, ensuciados, rebajados, heridos, contaminados, mancillados, pero especialísimamente el terreno de la sexualidad porque es el terreno de la Vida. Dios es la Vida. Hiriendo al hombre y a la mujer en su sexualidad el Demonio ataca el corazón del plan de Dios. El hombre ha sido echado a perder por el acto insensato de Adán. Su inteligencia, su sensibilidad, sus sentidos, su imaginación, su facultad de tomar decisiones, su memoria, han sido pervertidos por la acción de Satanás. Por algo hablamos del Reino de las Tinieblas. Dios nos creó a su imagen y semejanza.
El odio de Lucifer por Dios lo lleva a deshonrar todo lo que el Creador sacó de la nada para su mayor gloria. Siendo el hombre la gloria de Dios el odio de Satanás se dirige con la mayor violencia contra el ser humano y todo lo que a él se refiere. Y siendo la mujer la portadora de la vida y la gloria del hombre, el desprecio, la ira, la malicia, la depravación de esos seres fallidos y miserables que son los demonios, se lanzan contra ella con abrumadora agresividad. Si las feministas tuvieran un poquito de fe dejarían sus huecas veleidades para combatir a quienes son los verdaderos culpables de la degradación de la mujer: los demonios. Como no creen en Dios y en ese mundo de tinieblas y de odio estas ciegas e ignorantes paladinas de la dignificación de la mujer lanzan sus dardos sobre un blanco equivocado. Pierden el tiempo porque para que la mujer sea dignificada el corazón del hombre debe ser en primer lugar convertido hacia quien lo creó: Dios mismo.
Toda la acción demoníaca contra la sexualidad humana se estrella contra la persona santísima de Jesucristo, verdadero Dios y verdadero hombre. Al hacerse hombre, Dios restauró todas las cosas. Los demonios no se pueden vencer con técnicas humanas ni tampoco sólo con las oraciones o exorcismos. Nos equivocamos si creemos que los exorcismos y oraciones de liberación son la solución a los problemas diabólicos. Siendo Jesucristo el Redentor, el que vino a destruir las obras del Diablo, es Él quien debe aplastar en cada ser humano la presencia Satánica. Lo primero en la estrategia contra el mundo de las tinieblas consiste en que cada hombre y mujer se vuelvan a Jesucristo, lo reconozcan como a su Dios Creador y Señor de sus vidas, y lo sigan. Seguir a Cristo implica el sufrimiento de la renuncia al pecado y llevar la cruz diaria, consecuencia del pecado de Adán. Esa es la sentencia del Redentor: “El que quiera venir en pos de Mí que tome su cruz y me siga”.
Cuando examinamos la lección que Jesús y María nos dan en la vida de Isabel Kindelmann nos queda claro que esta mujer, cristiana común y corriente, tuvo que enfrentar al Demonio y tuvo que unirse por grandes sufrimientos a la acción redentora de Jesucristo. No basta que Cristo me libere de los sufrimientos de la acción diabólica, llámese posesión, llámese opresión. De nada sirve ser liberado si no hay seguimiento de Cristo. Muchos que han sido sanados se quedan empantanados en la mediocridad espiritual. El destino del hombre es ser otro Cristo. “Ya no soy yo quien vivo, es Cristo quien vive en mí”, dice San Pablo. La Devoción, el Mensaje y el Instrumento de la gracia de la Llama de Amor no nos llevan solamente a “cegar al Demonio” en el combate sino que nos conduce a la mayor santidad de vida: la familia se convierte en un Santuario en el que todos deben colaborar con todas sus fuerzas para que Cristo reine de verdad en el hogar.
Un ciego no puede guiar a otro ciego porque ambos caen en el precipicio. De allí que los padres de familia que son pastores y guías de sus hijos deben ser los primeros en asumir el seguimiento de Cristo para que el objetivo de sus vidas no sea solamente protegerse del Demonio, sino ante todo restaurar la familia entera de acuerdo al Plan de Dios cuando creó a Adán y Eva. Debemos caen en la cuenta de la primitiva dignidad humana a la que Dios nos elevó y destinó en el momento de la Creación. Por ese motivo el pecado no debe ser tolerado en nuestras vidas personal y familiar. La lucha contra Satanás en el Diario Espiritual se concentra en primer lugar en la lucha contra el pecado. Cegamos al Demonio con la jaculatoria de la Llama de Amor para no pecar y sobre todo para crecer en el amor a Dios y al prójimo.
La lucha debe ser diaria con el santo Rosario y la vida de los sacramentos , la eucaristía diaria la confesión y las obras de misericordia