SI EL DEMONIO ACTÚA DIOS ACTÚA TODAVÍA CON MÁS PODER
La gracia de la Llama de Amor viene a dar a la Iglesia el ánimo que necesita para el combate espiritual contra los dominadores de este mundo (Ef 6). Hay muchos católicos desanimados y que han abandonado la vida eclesial decepcionados por “la Iglesia”. Sobre todo se refieren a los escándalos que día a día publicitan los periódicos y los medios de comunicación. Ese desánimo y esa decepción no vienen del Espíritu Santo sino que son fruto de la acción de los espíritus malignos para engañar a los incautos. La gran verdad es que si el Demonio actúa con gran poder para arrastrar a los hombres a la condenación eterna, Dios actúa con infinitamente más poder y amor por salvar a sus criaturas de la malicia Satánica. Estos católicos desanimados “no saben leer” lo que está sucediendo porque no oran intensamente ni conocen lo suficiente la Palabra de Dios. Tenemos dos tipos extremos de católicos mal situados ante la historia: los que viven angustiados y desesperados por los signos de los últimos tiempos y los indolentes que viven como ciegos, sumidos en la pasividad ante lo que está sucediendo. Son dos actitudes erróneas que debemos superar para que la Iglesia sea la Luz del mundo y la Sal de la tierra. De todo esto ya nos había advertido el Señor.
Este gran desánimo entre los cristianos en general es fruto de los espíritus engañadores: “El Espíritu dice claramente que en los últimos tiempos algunos renegarán de la fe entregándose a espíritus engañadores y a doctrinas diabólicas, por la hipocresía de embusteros que tienen marcada a fuego su propia conciencia” (1 Ti 4: 1–2). Jesús nos ha enviado al mundo como ovejas en medio de lobos para llevar el mensaje de la salvación. Los mil ochocientos millones de cristianos (católicos y no católicos) estamos llamados por Jesucristo para orar y sacrificarnos por la salvación de los seis mil quinientos millones de no cristianos. Teóricamente el problema no es muy grande. Bastaría que los cristianos fuésemos todos santos para que la gracia de Dios tocase esos corazones que todavía no conocen a Jesucristo. Al leer el Diario Espiritual de Isabel Kindelmann encontramos el “Instrumento” que Dios da a la Iglesia universal para recuperar la paz del corazón frente a los embates del Maligno. La gran promesa de la Virgen es: “¡Al final mi Inmaculado Corazón triunfará!”. “Te aseguro, hijita mía, una fuerza tan poderosa de gracia no he puesto todavía a disposición de ustedes como esta vez: La Llama flameante del Amor de mi Corazón. Desde que el Verbo de Dios se hizo carne, no he emprendido Yo un movimiento más grande que este de la Llama de Amor de mi Corazón que salta hacia ustedes. Hasta ahora no ha habido nada que tanto ciegue a Satanás y de ustedes depende que no la rechacen porque esto traería consigo una gran ruina” (DE 1-8-1962).
La Virgen resume todo esto en una frase lapidaria: “Yo el rayo hermoso de la aurora cegaré a Satanás”. Necesitamos simplemente cumplir con nuestra vocación para que esta profecía se realice. “¡Dense prisa, hijita mía! Ya está cerca el momento en que mi Llama de Amor se encenderá y en aquel momento Satanás se quedará ciego, y eso Yo quiero hacerles sentir, para que se aumente su confianza. Esto les dará gran fuerza. Esa fuerza la sentirán todos aquellos a quienes llegue. Saquen fuerza y confianza. Yo apoyaré su trabajo con milagros nunca vistos hasta ahora…” (DE 1-8-1963). La estrategia para lograr esta renovación está en manos de los padres de familia. De ellos depende que su casa se convierta en Luz del mundo y Sal de la tierra. Tenemos en las manos “todos los medios” y de manera sobreabundante para asegurar la victoria de la Virgen sobre Satanás. Solamente hay que ponerlos en práctica.
Padres de familia, ustedes deben encender en el interior de su casa la Llama de Amor para que Satanás se quede ciego. La Virgen apoyará su trabajo “con milagros nunca vistos”. Hay que tener Fe y perseverancia. Necesitamos una nueva generación de familias católicas armadas con el “rayo hermoso de la aurora” que ciega a Satanás. El primer paso es “detectar” cómo están actuando en el interior de la familia los “espíritus engañadores” para poder combatirlos (Ef 6,12). Hay que sacar a las familias católicas de la “apostasía silenciosa” en que muchas están viviendo sin darse cuenta. Esa apostasía práctica consiste fundamentalmente en el abandono de la Palabra de Dios de los Sacramentos y la negligencia culpable en la guarda de los mandamientos de la Ley de Dios. Es necesario volver con frecuencia al gran Sacramento de la liberación y sanación interiror que es la confesión de los pecados. Ese es el primer paso de la victoria contra Satanás: reconocer nuestros pecados, confesarlos al sacerdote, recibir la absolución, vivir intensamente la Eucaristía y sobre todo guardar los mandamientos de la Ley de Dios.